Cada etapa de la vida tiene sus ventajas y desventajas, en la que cada individuo debe aprender de las situaciones que se le presenten durante el transcurso de su vida.El ser humano tiene como “ley de vida” nacer, crecer, reproducirse y morir, siendo el momento más enriquecedor de todos el procrear, dar vida a otro ser que se desprende de lo más íntimo y verdadero, el amor.
Pero si el cariño y entrega entre padres e hijos es sinónimo de alegría y abnegación por el mero hecho de ser una extensión de sí mismos, ser abuelos representa un amor aún más cegador, ya que la etapa de “abueliar” no implica la responsabilidad de criar, de darle formación a otro ser. Es una etapa en la que la persona (ya sea abuela o abuelo) sirve de apoyo para sus hijos (ahora padres), mientras que para sus nietos representa una figura que les va “añoñar”, a consentir.
Quizás, por un asunto de que ya no se tengan las mismas fuerzas o por considerar que ya pasaron por eso (el criar), los abuelos muchas veces dejan pasar ciertas actitudes de los infantes y tienden a ser más permisivos y a “aplaudir” algunas conductas que con sus hijos nunca hubieran permitido.
Esto, según la psicóloga Clarissa Guerrero no está mal, siempre y cuando se establezcan límites, y se respeten los roles de cada quien.
Definir los roles
“Podemos decir que la función de cada individuo del núcleo familiar se definirá dependiendo de la estructura familiar. Por ejemplo, en una familia uniparental generalmente los abuelos son un gran apoyo en el día a día, e incluso en la crianza de los niños. Pero, en términos generales la función de los abuelos es poder disfrutar junto a sus nietos de ese lazo afectivo que se crea a partir de una relación de cariño y afecto. Los padres deben ser los que se encarguen de los diferentes aspectos que envuelven la crianza de los niños”, explica Guerrero.
No cabe duda de que los abuelos son muy importantes en la crianza de los niños, tanto por la experiencia como por el amor que les generan los nietos. Estos factores pueden establecer lazos afectivos estrechos, los cuales dependerán en sí de los nietos como de los abuelos.
Ahora bien… todo en exceso hace daño. Cuando los nietos se vuelven caprichosos y los abuelos se ponen “culecos”a tal grado de llegar a “estropear” las normas de los padres, puede resultar un problema.
Guerrero comenta que si bien es cierto que los abuelos no deben ser quienes impongan las normas y reglas sino los padres, no quiere decir que no lo hagan. En algunas situaciones es posible que los abuelos tengan que “poner mano dura”, pues es importante que los nietos respeten a sus abuelos por lo que representan. Pero no se debe olvidar que el ser abuelo conlleva determinadas características que propician el dar afecto y consentir, que surgen de manera natural en el ser humano.
“Los abuelos deben tener bien en claro que en el hogar ´mamá´ y ´papá´ son quienes ponen las reglas. Así como los padres deben saber que las reglas de la casa de los abuelos son independientes. Esto, aunque parezca que puede llevar a confusiones, hace que el niño pueda delimitar muy bien las normas en cada espacio y con cada figura. Siempre teniendo en cuenta que el hecho de que las reglas en la casa de los abuelos sean diferentes no necesariamente implique que no exista un respeto de parte de los nietos”, explica la especialista en Terapia Infanto-Juvenil.
Si no se tiene claro los roles de cada quien (padres –abuelos) puede que afecte el comportamiento del infante. Pero, según Guerrero, los infantes son muy astutos y saben distinguir lo que es posible hacer en cada espacio y con determinadas personas. Si existe un respeto de parte de los padres a los abuelos y viceversa, esto será percibido por los niños, y no existirán mayores contratiempos.
“El respeto entre ambas partes es el ingrediente principal. Los padres deben entender que el ser abuelo es una etapa maravillosa donde la afectividad es el principal ingrediente y debido a esto, en algunas ocasiones, tendrán que ceder”, agrega.
Establecer límites
Los límites serán establecidos según el tipo de familia y la personalidad de los padres. Sin embargo, esto siempre se debe de hacer sin descalificar ninguna de las partes.
En ocasiones, por un factor de responsabilidades laborales y poco tiempo, los padres tienden a solicitar con mucha frecuencia la ayuda de los abuelos, por lo que los límites de los roles tienden a “desvanecerse”.
Esto no debe pasar. El abuelo ya tuvo la oportunidad de criar, cometer sus propios errores, acertar en la crianza. En esta etapa, le corresponde disfrutar del amor que siente por sus nietos, sin la necesidad de sentir que vuelven a ser padres.
Un ejemplo de una buena relación entre abuelos y nietos son las que llevan Lissette Estrella con sus nietos Carla y Ángel Eduardo; Juan Almánzar y su nieto Aidan; y Rafael Reyes Bisonó y su nieta Aura, quienes a pesar de que para ellos (los abuelos) sus nietos son “derriengue” tienen claro que están para consentirlos, pero sin estorbar en el papel que juegan sus hijos, hoy padres. l
Lissette Estrella junto a sus nietos Carla Lockward y Ángel Eduardo Castro
Lo que siento por mis nietos es un sentimiento que no se puede explicar. Es como una pasión… los amo y me preocupo por ellos, pero no los malcrío. Eso sí… los consiento mucho y lo disfruto”. laritza calvo
Juan Almánzar y su nieto Aidan MacCormick
Cuando estoy con mi nieto me dedico por completo a él, disfruto cada cosa… darle su comida, jugar con él, bañarnos en la piscina o salir de paseo con Aidan, son momentos inolvidables… que te quedan y te marcan”.
Rafael Reyes Bisonó y su nieta Aura Reyes Marte
Aura es la chulería de la casa. Ella me ha hecho revivir el sentimiento que mis hijos me hicieron sentir cuando eran niños. Quiero enseñarle valores morales y cívicos, pero no la malcrío. Soy su abuelo y quiero lo mejor para ella”. laritza calvo