Tener más de 40 años de edad en República Dominicana, es una descalificación para optar por un empleo en muchas empresas privadas y entidades públicas que prefieren jóvenes de entre 20 y 35 años. El rechazo es frecuente desde hace años y se da a pesar de que existen leyes que garantizan ese derecho. Es por ello que muchas mujeres de las zonas urbanas tienen que emplearse como domésticas, ofrecer sus servicios de lavado y planchado en casas de familia sin regulación salarial o se dedican a “abrir sanes”.
Los hombres se ven obligados a recoger botellas, metales, plásticos y cartones para venderlos y, en otros casos, recogen basura o se “enganchan a guachimán” para manejar armas de alto calibre sin la fortaleza física requerida.
Es una escena común ver a vigilantes privados de edad avanzada dormirse en el servicio por cansancio, porque en muchos casos trabajan hasta 48 horas y más de manera ininterrumpida.
Los que se resisten a ese tipo de trabajo deambulan por las calles en busca de objetos para venderlos para comer. Algunos logran surtir una paletera, venden, arepas, dulces, víveres o cualquier otro producto en las vías públicas o se dedican a pedir limosnas en zonas de mucho tránsito en las ciudades.
Les niegan crédito
Es que los pobres, y más si son ancianos, no son sujetos de crédito para entidades financieras, y como dice la doctora Pereyra Ariza “son la gente que más paga, los créditos a las personas mayores son reembolsables, retornable porque esa gente es responsable y paga”.
Asegura que en los barrios la gente quiere trabajar, quiere producir y lo único que hace falta son fondos, a veces pequeños, pero no existen porque las promipymes no les prestan dinero a las personas mayores.
Puso como ejemplo de lo que se puede hacer con los envejecientes, la iniciativa de un proyecto de microcrédito en los sectores de Herrera y Villas Agrícolas, denominado el Instituto del Abuelo sin Frontera, que consistía en otorgarles pequeños préstamos a adultos mayores de dos y tres mil pesos.
Explicó que mucha gente armó su negocio de venta de habichuela hervida, freiduría y de verduras. Una de las beneficiadas inició con la venta de cinco libras de habichuelas por día y ya vende 40 libras a diario.
“La situación es difícil, penosa para esta gente. Yo con toda honestidad vi el programa de gobierno de nuestro presidente electo y esboza varias acciones que pudieran ser positivas de llevarse a cabo, nosotros esperaríamos que realmente se cumpliera lo que esboza el programa de gobierno”.
Pero la situación del adulto mayor no es exclusiva de los sectores más pobres, también muchos de la clase media que cotizaron la pasan difícil porque vivían de los intereses de sus ahorros, pero al estar tan bajos y cara la vida, no le alcanzan ni para comprar medicamentos.
De acuerdo con Pereyra Ariza, también ese sector, que lo cuantifica en un 12 o 13% de la población, tiene que hacer otros tipos de transacciones o negocios como la venta de productos para aumentar sus ingresos.
Población avejenta
La población adulta mayor aumenta en el país y el mundo y por esa razón los sistema de seguridad social la excluye de los beneficios que ofrecen.
En 2007 la población envejeciente en el país era de 675,274 y según el censo de 2010 es de 750,305.
Algunos países han eliminado la edad de retiro y la gente trabaja hasta que tenga fuerza y salud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 2020 solo América Latina tendrá alrededor de 200 millones de adultos mayores.
El rol de Salud Pública con los envejecientes
El ministerio de Salud Pública cuenta con el departamento de Protección a la Vejez, que dirige el doctor Pedro Khoury, que trabaja de manera permanente con aproximadamente 20 mil envejecientes en diversos programas.
Uno de ellos son los “Hogares de Día”, que son espacios habilitados en las zonas de mayor pobreza de la capital y las provincias.
Cada uno de los 38 hogares existentes tiene 50 envejecientes que llegan al lugar desde las siete de la mañana y se van a las cinco. Durante todo ese tiempo los adultos mayores reciben atenciones médicas, desayuno, almuerzo, merienda, juegan dominó, ven televisión y escuchan música.
“En los Hogares de Día los envejecientes se van a su casa porque la idea es que la familia juegue su rol en la vejez”, dice el doctor Khoury.
Clubes y asilos, otros modos de ayudar
Además de los “Hogares de Día” el Ministerio es responsables de 28 asilos que administra junto a la Iglesia católica son los denominados “Clubes de Ancianos” que funcionan en Sierra Prieta, Pantoja, Palavé en los que los envejecientes acuden cada ve que quieren. En algunos de esos centros, hay médicos geriatras, especializado en el cuidado de los adultos mayores. “Ya hemos graduado médicos geriatras en el país, tenemos 6 años con la residencia de geriatría, que no existía en la República Dominicana. Tenemos en el hospital José María Cabral y Báez, en el hospital de Los Alcarrizos… ya son unos 16 o 18 graduados”. Khoury dice que para atender a los envejecientes cuentan con un presupuesto de unos “cien millones y pico al año”. Expresa que una de sus mayores preocupaciones son los adultos mayores que deambulan por las calles.