La fiscalidad en el turismo aparenta dos caras. Una, de presión impositiva alta y la otra de baja carga, de acuerdo con el cristal de quien la mire. Tiene una dualidad interpretativa, en materia fiscal.
Según esa doble visión, el turismo puede considerarse como una actividad castigada o privilegiada impositivamente. Las autoridades impositivas critican el poco aporte del turismo y los hoteleros se quejan de la alta tasa que pagan los turistas.
“El turista comienza a pagar impuestos desde que se sube al avión. Y sigue pagando hasta que regresa a su país”, dice un estudio realizado por la firma de consultoría Ecocaribe, para la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores).
La visión impositiva
En cambio, un análisis del Departamento de Estudios Económicos de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) hizo un enfoque distinto y referido al servicio de hoteles que operan bajo la modalidad “Todo incluido”.
“El aporte en términos recaudatorios de la actividad de servicios de hotelería todo incluido no representa montos significativos, aun cuando el sector servicios, al cual éste pertenece, ha sido de creciente importancia para la DGII y para la economía”, dice el análisis de la entidad recaudadora, cortado a noviembre del 2010. Dice que las razones que explican ese comportamiento son por un lado, la existencia de regímenes de incentivos que exoneran el pago de los impuestos a hoteles ubicados en algunas zonas especificadas por la Ley 158-01 de fomento al desarrollo turístico y sus modificaciones; los salarios pagados por el sector en su mayoría se encuentran por debajo de los niveles de alcance de la tributación del Impuesto sobre la Renta de los asalariados en el país; y los contribuyentes registrados en esta actividad han estado operando con altos niveles de pérdidas durante el período 2005-2009”.
El sector hotelero, o su empresa consultora, tienen una visión diferente, la cual plasman en el estudio que concluye en que “los problemas impositivos afectan la competitividad de la industria turística dominicana”.
Óptica privada
La visión privada del turismo entiende que los indicadores creados para medir el impacto de esa actividad “suelen verlo desde una perspectiva limitada”.
“Es habitual que su importancia se mida en función del valor agregado de la rama de hoteles, bares y restaurantes en el producto interno bruto (PIB)”, sin incluir una visión “más amplia de su alcance”, destaca.
La referencia sobre el aporte del turismo que tiene el sector privado es un trabajo de World Travel and Tourism Council, publicado en el 2005 con el nombre Dominican Republic: Travel and Tourism, Sowing the Seeds of Growth”, el cual estimó en 23.9% el valor agregado por el turismo a la economía, mientras que el de hoteles, bares y restaurantes fue de 7.6%.
Tampoco satisface al sector privado la evaluación que se hace de la contribución tributaria del turismo porque en la misma “suele incurrirse en subestimación”. Esa apreciación está basada en cifras que muestran y comparan los aportes del renglón hoteles, bares y restaurantes, medido por pagos de ITBIS, impuesto sobre la renta, impuesto a los activos y otros.
Turistas tributan desde que suben al avión
Los cálculos hechos por Ecocaribe para la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo muestran un aporte mayor de ese sector a los ingresos tributarios del país. Como ejemplo cita que en el 2010, la contribución por ITBIS fue de RD$4,696.1 millones, monto superior a otros cuatro de los once mayores contribuyentes sectoriales.Y del turista, dice que “paga impuesto al fisco dominicano en todas las etapas del viaje: por el asiento del avión, por el combustible del avión, por el aterrizaje en el aeropuerto, por la vigilancia del espacio aéreo, por el derecho de entrada al país, por los combustibles del transporte local; ITBIS por los pasajes, por la habitación y los servicios del hotel”. También paga impuesto selectivo por las bebidas y cigarrillos, así “como de varios artículos y servicios que se usan en el hotel, hasta los derechos de salida del país y nuevamente por el asiento de avión en que se va”. La situación pone a los hoteleros en jaque porque “si el impuesto no se puede trasladar al turista porque tiene opciones diferentes de destino, entonces el impuesto se termina trasladando hacia atrás, vía de las tarifas que tienen que ser absorbidas por los propietarios”.