Paredes que cuentan historias de nuestra nación

Desde que los hombres de la prehistoria pintaron las cavernas de Altamira y Lascaux con motivos mágico-religiosos y una técnica rudimentaria,…

Desde que los hombres de la prehistoria pintaron las cavernas de Altamira y Lascaux con motivos mágico-religiosos y una técnica rudimentaria, el arte de los murales ha sido una de las manifestaciones de la plástica que mejor refleja el desenvolvimiento de la humanidad.

El patrimonio cultural de nuestro país sorprende a quienes lo visitan. La mayoría espera encontrar un territorio de playa y cocoteros donde el desarrollo artístico queda reducido a la producción artesanal, ignorando que los dominicanos cuentan con más de 150 años de producción artística continuada.

La pintura mural dominicana data de las pictografías tainas, atraviesa el periodo colonial testimoniando la labor de los criollos en las paredes de los templos, y alcanza el siglo XX con el decaimiento propio de un país que enfrentaba, casi simultáneamente, una intervención foránea, enormes deudas contraídas por el Estado, inestabilidad económica y política: condicionantes que resultaron en el inicio de una dictadura que permaneció  por 31 años y que retoma la pintura mural como una forma de ilustrar  lo que estaba aconteciendo.

A continuación hacemos un rápido recorrido por algunos murales del país con la finalidad de que tengas una idea acerca de los mismos. Conservar lo que todavía hay es,  probablemente, el mayor reto que tiene actualmente la pintura mural nacional. Más tarde sólo se podrá contemplar el resultado de las inquietudes de una sociedad tecnológica que parece imponerse al intelecto y a la  sensibilidad de los hombres.

El gran legado. La impresionante producción muralista realizada en el país por el ya fallecido pintor burgalés  José Vela Zanetti, entre los años 1941 y 1981, constituye, junto a la del extinto maestro de la pintura dominicana, Eligio Pichardo, la obra mural de mayor cuantía realizada en nuestro país. Este maestro, que creció como muralista en el país, tiene en su haber alrededor de 70 muros pintados. Su figura es, indiscutiblemente, por la cantidad de obras realizadas, la más importante. En ese mismo orden, el nombre de Jaime Colson encabeza lo que podría llamarse la “escuela muralista dominicana”, pues aunque realizó pocas obras, dio inicio a un taller de pintura mural  en la Escuela Nacional de Bellas Artes, dejando una considerable cantidad de discípulos que continuaron la mística de sus enseñanzas.

Eligio Pichardo, Paul Giudicelli, Silvano Lora, Ramón Oviedo, Fernando Peña Defilló, José Ramírez Conde, Amable Sterling, Zaid Musa, Roberto Flores, y muchos más, trabajaron el mural en diversas modalidades.

La Ciudad Reciclada. En ésta han participado cientos de estudiantes y miembros de las juntas de vecinos de territorios caracterizados por su alta vulnerabilidad ambiental, quienes se capacitan sobre el tema, aprenden técnicas de reciclaje y, con los desechos sólidos recolectados, realizan un proceso de arte público portador de un mensaje educativo, que en esta ocasión se materializa en forma de un mural colectivo. La primera edición del proyecto se realizó en la ciudad de Santiago, en la Zona Franca de Gurabo, con los estudiantes del Instituto Iberia en los meses de septiembre y octubre de 2009. Otros de los murales realizados se encuentran en el Colegio Lux Mundi y en el Babeque Secundaria de Santo Domingo.

Los Criollos. Ojoporojo Postales y Revista Lengua, organizaron el proyecto «Criollos: arte en la ciudad». Una iniciativa de arte urbano –la primera en nuestra isla- en la que diez artistas pusieron de manifiesto su creatividad en diez lugares de la Capital del Nuevo Mundo; los cuales se transformaron en una expresión cultural única. Diez paredes de Santo Domingo fueron seleccionadas y convertidas en llamativos murales, los cuales exploran temas que definen nuestro entorno. Con  la utilización de estos espacios públicos, pretenden dar protagonismo y vida a un espacio inerte y olvidado, se busca acercar más a los dominicanos a su propia cultura, a través de elementos estéticos y lúdicos que refuercen nuestra peculiar identidad caribeña.

La Ruta de los Murales de Salcedo. Esta provincia ha aumentado el número de los murales que adornan sus calles y paredes públicas, obras de arte que hoy son orgullo del país y del mundo. La ruta cultural, que abarca los municipios de Villa Tapia, Salcedo y Tenares, está compuesta por  150 obras de arte pictórico muralista,  de diferentes artistas nacionales. Los murales tienen como mensajes la paz, el amor, la unión de la familia, la religión, las flores y la belleza de estas localidades.

El más gigantesco de todos. El Obelisco del Malecón, ícono arquitectónico de la ciudad, muestra la obra “Alegoría a la libertad”, del reconocido artista Dustin Muñoz. La misma es un homenaje a las Hermanas Mirabal, y cubre con caracteres distintos los cuatro laterales del obelisco, de modo que proyecta una imagen distinta al observarse desde cualquiera de sus lados. El inmenso mural que cubre todo la edificación tiene un formato en cada cara de 170 x 1,425 pulgadas -las cuatro caras totalizan 680 por 1,425 pulgadas- convirtiéndose así en el mural más grande levantado en todo el país.

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