“Balaguer era un humanista, era incapaz de matar una mosca”

En esta conversación, el ex administrador general de Bienes Nacionales, Rodolfo Rincón Martínez, recuerda sus días como médico, funcionario y, sobre todo, como hombre de confianza de Joaquín Balaguer.

En esta conversación, el ex administrador general de Bienes Nacionales, Rodolfo Rincón Martínez, recuerda sus días como médico, funcionario y, sobre todo, como hombre de confianza de Joaquín Balaguer. Como carta de presentación expresó: “Mis principios fundamentales son Dios, mi madre, mi profesión y mi familia”. Asegura que el mejor camino que la juventud puede tomar para llegar a conseguir sus metas, es el de la educación. Este es un diálogo revelador, cargado de recuerdos y experiencias vividas al lado de un hombre que marcó, de una u otra forma, la vida de los dominicanos.

1. Herencia de familia
Nací en Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, hijo de José Guadalupe Rincón, un próspero empresario, exportador de frutos del país como cacao, tabaco, bija, arroz y cera. Mi familia era muy popular en la sociedad de Cotuí. Mi papá llegó a ser gobernador; mi abuelo, Arturo Rincón, fue síndico y mi hermano, Manuel Rincón, diputado y senador. Mi madre, María Albertina Martínez, era enfermera.

2. Mi profesión
Dios me premió con haber estudiado Medicina, profesión que me llevó a ocupar las posiciones públicas que ocupé y porque logré salvar muchas vidas en el Centro Cardiovascular. Mi inspiración e inclinación por la cardiología, la recibí del doctor Héctor Mateo Martínez. Cuando veo personas saludables desempeñando sus funciones, personas que en algún momento llegaron al Centro Cardiovascular a punto de morir, siento una gran alegría, una inmensa satisfacción.

3. Conocí a Balaguer
El presidente Balaguer recibía a las comisiones de los pueblos para que le rindieran su informe de lo que estaban haciendo y recuerdo que yo fui con la comisión de Cotuí. Lo que más me impresionó fue su sencillez. Me impactó mucho que un hombre que era tan grande, fuera tan sencillo.

4. Sabía que él volvería
En 1978 me sentí muy triste cuando Joaquín Balaguer perdió las elecciones, porque mi país iba en progreso y me entristecí, ya que el presidente Balaguer había hecho tantas cosas por nuestro país.

Lo que nunca olvido es que a pesar de su avanzada edad, en ese momento, yo estaba seguro de que él volvería al poder. Dios me dio la oportunidad de que por la política pude conocer a Joaquín Balaguer, el hombre para mí… (una larga pausa, las lágrimas se asoman, respira profundo y continúa) …más grande que ha parido el país, por sus fibras humanistas. Se preocupaba constantemente por los pobres. Estoy escribiendo un libro donde describo al ser humano extraordinario que fue Joaquín Balaguer y  sus grandes virtudes. Era incapaz de matar una mosca. Adoraba a su familia.

5. Cercano al líder
Fui uno de los más cercanos colaboradores de Joaquín Balaguer, pero yo no tenía padrinos. Mi único padrino se llamaba Joaquín Balaguer. Yo sé que él quería que yo hiciera carrera política, pero yo fui, y sigo siendo, un servidor público. Estoy seguro de que Balaguer sintió mi cariño, por mi forma de tratarlo y abrazarlo. Él sabía que yo lo quería demasiado.

6. Viaje a Miami
Cuando el presidente Balaguer salió con destino a Miami para someterse a una operación, cuando vamos en el avión lo escuché preguntar: “¿y el doctor Rincón, está aquí?” Y le respondí: “Sí Presidente, vamos aquí”, y me dice: “¿Tú traes la cosita esa para el dolor?”, y le respondí que sí. Cuando llegamos a Miami, se internó con el nombre de José Martínez y comenzó a decir para sí mismo: “Dios mío, una persona sin ver, me han llevado a tantos sitios haciéndome estudios. Esta es una tortura igual que La Cuarenta”.

Esa noche, antes de la cirugía en las piernas, como a las 2:00 de la mañana le vino el dolor muy fuerte y me dice: “Rincón, ¿y quién es que ronca tanto ahí?” y le digo: “Bueno, yo creo que es Aníbal Páez o usted”. Y me dice: “¿Yo? Yo no he pegado un ojo”; y le dije que quien no había pegado un ojo era yo, velándole su sueño. Entonces, me dice: “Ponme la cosita esa para el dolor”. Y yo le dije: “Presidente, es que yo no puedo poner ese medicamento aquí, porque debe ser con la autorización de su médico en este hospital”. Eso fue en el año 1993. Allá se negaban a aplicarle la Nubaina. Yo tuve que rogar y llamar al cardiólogo Alberto Mitrani, y al doctor Anselmo Núñez y rogarles para que me le pusieran medio cc de Nubaina. Después que se lo aplicaron se durmió.

7. Hombre supersticioso
Un día, cerca de las 11:00 de la mañana, en mi despacho, recibí una llamada, contesto el auricular y el Presidente me dice: “Rincón trae tus aparatitos y ven para acá”. Me traslado a la tercera planta del Palacio Nacional. Tenía la presión ligeramente alta, cosa rara en él. Cuando le hago el electrocardiograma, que se sienta, entre Aníbal Páez, Pérez  Bello, Bello Andino y yo, todos tratamos de ponerle los zapatos y él, sin decir nada, solamente nos pateaba a todos. Uno a uno lo intentamos, y él mudo.

Yo pensé que estaba estresado, porque Papi Estrella había muerto y teníamos que llegar al cementerio. Cuando por fin yo vuelvo a intentar ponerle el zapato, el se lo dejó poner tranquilo y todos nos miramos. Cuando habló fue para decirme: “Rincón, ¿y tú no eres cabaloso?” Le digo: “sí Presidente, igual que usted”. Entonces dice: “¿y cómo tú querías ponerme ese zapato primero en el pie izquierdo, si vamos para el cementerio?”

8. La confianza de Balaguer
Pienso que me gané su confianza, por la franqueza y honestidad con la que le hablaba. Él se quejaba de fuertes dolores en sus piernas, y en una de sus crisis fui llamado por el general Luis María Pérez Bello, como a las 12:30 del día y me pide que pase por la casa del presidente Balaguer. A mí me sorprendió que estuviera en su casa en horas de trabajo, porque él no faltaba a su trabajo aunque se estuviera acabando el mundo.

Lo encontré con un fuerte dolor y me dijo que no había dormido nada y que tenía varias noches sin dormir; lo habían visto sus seis médicos y le habían puesto toda clase de calmantes. Entonces tomé una ampollita de Nubaina y se la apliqué, tres cc diluidos en cinco cc de agua destilada. A los 20 ó 25 segundos, se quedó dormido y despertó como a las 6:30 de la tarde. Se levantó y quería ir al Palacio y yo lo convencí de que se quedara descansando.

9. Una cita fija
A pesar de que veía al Presidente Balaguer todas las noches en el Palacio Nacional, debía acudir a la casa del paciente todos los miércoles, a las 5:00 de la tarde. Él quiso que le realizara una evaluación médica y a partir de esa petición, esa era una hora sagrada para mí.

10. El funcionario
Durante mis funciones públicas siempre estuve cerca de la gente. Pienso que los funcionarios se deben al pueblo, no pueden estar aislados, encerrados en aire acondicionado. No deben ignorar la pobreza y las necesidades del pueblo. Son, ante todo, servidores públicos.

Cifras inolvidables de sus logros en la administración de Bienes Nacionales

“El presidente Balaguer me designó en ocho posiciones públicas, desde las cuales me dio la oportunidad de servir a mi país, y fíjate tú, la que menos quería fue desde la que más serví, porque consistió en ayudar a darles techo a más de 19,800 familias, entregar 924 mil solares y movilizar a 54 mil desalojados, que fueron reubicados en más de un 90 por ciento.

Un gran logro para mí fue haber incrementado 300 ó 400 por ciento las recaudaciones de Bienes Nacionales. Fui ministro (secretario) de Hacienda, tenía un contacto directo con el Presidente, quien recibía al ministro todas las noches, igual lo dispuso cuando fui director de Bienes Nacionales”.

Profesión
“Dios me premió con haber estudiado Medicina, porque ella me llevó a ocupar las posiciones públicas que ocupé. Creo que para ser médico hay que tener una gran fibra humana”.

Satisfacción
“Cuando veo personas saludables desempeñado sus funciones, personas que en algún momento llegaron al Centro Cardiovascular a punto de morir, siento una gran satisfacción”.

Lealtad
“Mi único padrino se llamaba Joaquín Balaguer. Estoy seguro de que él sintió mi cariño, por mi forma de tratarlo y abrazarlo. Él sabía que yo lo quería demasiado”.

Bienes Nacionales
“La función que menos quería fue desde la que más serví, porque consistió en ayudar a darles techo a más de 19,800 familias, entregar 924 mil solares y movilizar a 54 mil desalojados”.

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