“Mamá no quería que fuera músico, creía que éstos se tuberculizaban”

La primera vez que Rafael Solano tocó un instrumento musical fue cuando tenía ocho o nueve años.

La primera vez que Rafael Solano tocó un instrumento musical fue cuando tenía ocho o nueve años. Era monaguillo, y un día, estando en la iglesia, los curas le encargaron el cuidado de la casa curial junto con su compañero Hugo González.

Como muchachos al fin, le pusieron la mano a todo; había en un rincón del templo un armonio y Hugo comenzó a soplarlo. En un momento, Solano le dice préstamelo y comenzó a tocar el instrumento con mucha naturalidad. Su amigo se sorprendió y le preguntó que cuándo había aprendido a tocarlo, que quién le había enseñado. A lo que contestó: “yo no sé nada, solo sé que estoy tocando.  Al día de hoy es una incógnita para mí, no sé cómo lo hice”. Ya para el año 1942, con apenas 12 años, tocaba el piano perfectamente, y el poeta, presentador y declamador Juan Llibre lo presentaba en los teatros más conocidos de esa época.

1. Mi niñez
Esa etapa la viví feliz, por mi forma de ser, por mi forma de pensar y por la familia a la que pertenecía, aunque mis padres se divorciaron cuando yo era muy pequeño. Eran tiempos muy difíciles y las cosas que pudieron marcarme no me afectaron. Con un padre un poco ausente y con muchas precariedades en mi hogar, esta etapa fue feliz.

Mi infancia transcurrió en medio de una guerra mundial, que nos afectaba a todos, y en el país se vivía una dictadura, era una época arropada de mucha miseria, a diferencia de hoy día; pero existían otras cosas buenas, como la educación, que era gratuita. Todo el mundo estudiaba en las escuelas públicas y la educación era de calidad”.

2. Mi madre
América Sánchez era profesora,  amaba su profesión a pesar de encantarle la música. Su mayor preocupación era que yo fuera músico. Ella decía que el músico al tocar todas las noches se tuberculizaba.

Mamá era una mujer que siempre estaba feliz, lloraba mucho cuando me veía tocar, yo era muy chiquito, además, somos de una familia que lloramos de alegría, no lloramos de tristeza. Ella me observaba tocando y yo le decía “mami, y de qué es que tú lloras”. Las razones las entendí después”.

3. Mudanza a la capital
En el año 1950, cuando aún vivía en Puerto Plata, tocaba en una orquesta que se llamaba La Orquesta del Pueblo, era el niño que tocaba en todos los actos políticos y no políticos, y el único pianista que había en el pueblo.

En ese mismo año vine a estudiar en el Conservatorio de Música con la idea de estudiar música clásica, pero la necesidad se impuso, porque la música clásica nunca ha sido fuente de ingreso, no se podía vivir de eso, y por tal razón me puse a tocar en fiestas populares, hasta que llegué a ser parte de la “Voz Dominicana”, como pianista. A los dos años llegué a ser el director de una de las más importantes orquestas de ese entonces, la orquesta “Angelita”.
 
4. Mi trabajo en la Voz Dominicana
Se puede pensar que tenía un enganche con el Jefe, para cuando llegué a ser el director de la orquesta “Angelita”, pero no era así. La Voz Dominicana era una empresa grande, enorme, que no se puede concebir en este momento que existió en el país, y era un centro cultural, de radio y televisión, con un gran peso internacional.

Aquí venían los artistas más grandes del momento, ahí había tres orquestas de música popular y tres orquestas clásicas, y el propietario quería que hubiera un dominicano dirigiendo la orquesta principal. Cuando se fue uno de ellos quedó la vacante, y comenzaron a buscar a alguien capacitado, pero el problema era mi juventud, y en la orquesta habían músicos que tenían mucho más edad, pero siempre el pianista prevalece y me asignaron como director”.

5. Le compré una casita a mamá
Era la década de los 50 viajé a Venezuela, en ese entonces esa nación era el “boom” de América. Recuerdo que lo que más me costó fue conseguir el pasaporte, porque sabía que me preguntarían por qué quería viajar si aquí había un desarrollo creciente.

Llegué a la ciudad de Caracas y allí dure 13 meses. En ese país habían 12 orquestas principales, pero la más importante era la del dominicano Billo Frómeta, la Billo´s Caracas Boys. Me fue muy bien económicamente, tanto así, que con lo que gané vine y le compré la casita que mamá siempre le pedía a San José”.  

6. Mis composiciones
Cada vez que Babín Echavarría, componía una canción me la presentaba y me la cantaba, yo veía cómo componía, y viéndolo y escuchando las letras es que me llega la inspiración de componer canciones. La primera que escribí se llamó “Perdidamente enamorados”, luego “Quiero verte” y, más luego, “Confesión de amor”. Es para mí un orgullo que mis composiciones las hayan grabado cantantes de talla internacional, como Tito Rodríguez, Marco Antonio Muñiz y Vikki Carr”.

7. Mi familia
Tengo cuatro hijos maravillosos, de los cuales puedo decir que son mi mayor orgullo, tres hembras y un varón. Rafael, que en casa le decíamos el príncipe -como era el único varón- , y él que se lo creía.

Están Patricia, Cecilia y Carmen. Mis vástagos me han dado 15 nietos maravillosos, ellos son mi alegría y felicidad. Me siento un padre muy dichoso de tenerlos en mi vida, con ellos puedo hablar de cualquier tema, de cultura, de arte. Son mis amigos. Además de compartir momentos muy gratos con mi esposa Amarilis Pichardo de Solano”.

8. Mi canción “Por Amor”
Me daba mucha pena escuchar algunas canciones que representaban un país en específico, y me decía: caramba, y cómo es que República Dominicana no tiene una canción que la represente. Era el mes de diciembre del 1968,  para ese entonces Marco Antonio Muñiz  vino a Santo Domingo y recuerdo que en ese año escribí  la canción “Por Amor”, se la mostré y al escucharla me dijo que no la grababa inmediatamente porque los estudios estaban cerrados. Así mismo fue, la grabó tan pronto los estudios abrieron.

La grabación de la canción por parte de él se divulgó tanto que a principios del año 69 estaba en todas partes, fue todo un éxito, tanto así que en la actualidad la sigue cantando. Jamás pensé que esta composición daría a conocer a República Dominicana en tierras lejanas”.

9. Embajador de la Unesco
En el gobierno de Salvador Jorge Blanco me designaron embajador de la República Dominicana ante la Unesco, en París.  Para ese entonces, ese organismo estaba atravesando por problemas y recuerdo que al momento de presentarme ante la sociedad parisina el encargado dijo: República Dominicana nos ha enviado un mensajero de la paz. Desde luego, entendí que estaba hablando de mis canciones. Tuve, además, el gran privilegio de dirigir la orquesta sinfónica de la Unesco. Fue una experiencia muy satisfactoria”.

10. Mis amigos
Tengo el honor de conservar muy buenos amigos, a quienes atesoro y les tengo mucho respeto y cariño. La lista es muy larga y la amistad con ellos es por lo grandes seres humanos que son, porque aportan a mi vida con sus vivencias. Dicen que la riqueza del hombre se mide por los amigos que tiene, pero cuando son amigos de verdad y sinceros, entonces soy muy rico, yo diría que millonario.  A mis 81 años, cuando conozco una persona le digo prepárate, que serás mi amigo para toda la vida”.

Siendo director tuve algunos inconvenientes 

“Un día, llegó Rafael Leónidas Trujillo con todo su séquito al Night Club Dominicano, estábamos en medio de un ensayo, y como era costumbre, cuando “El Jefe” llegaba se tenía que tocar el Himno Nacional.  Un músico dio una nota de más que sobresalió, se escuchó mal, el dictador estaba muy atento a la música, y se dio cuenta. Alzó su mirada, que atravesó el lugar, y la fijó hacia la orquesta.

Ellos se instalaron en su mesa, y Petán -que también le temía a su hermano- fue adonde estábamos y tocó una tecla del piano y preguntó, ¿quién fue el que se equivocó? A lo que respondí ‘yo no sé, yo no me di cuenta’. Y asombrado me dijo ‘¿cómo usted es el director y no sabe quién fue el que se equivocó?’. Era una época difícil de entender y yo decía que era la dictadura de los músicos, porque estaban más pendientes de la música que de cualquier cosa, y no era porque Trujillo supiera mucho de música, sino que a él le gustaba todo impecable”.

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