Obra Social APAP apoya estudiantes meritorios

Dale un chance”es la nueva apuesta de la obra social de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos (APAP), mediante la que, a…

Dale un chance”es la nueva apuesta de la obra social de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos (APAP), mediante la que, a través de las escuelas de “Fe y Alegría”, se seleccionan jóvenes de excelente rendimiento académico y altos valores humanos para, tras una pasantía  laboral en las diferentes dependencias de la institución, elegir a los más sobresalientes, beneficiándolos con becas universitarias cubiertas al 100%.

Los jóvenes pasantes rotan por los diferentes departamentos de APAP bajo la responsabilidad de ejecutivos de la entidad financiera en calidad de “Talentos Solidarios”, donando voluntariamente su tiempo y conocimientos en tres niveles de involucramiento: como guías de área, orientando y explicando los procesos y evaluando su desempeño durante el tiempo que el pasante esté en su área.

La obra social de la APAP no es solo un proyecto de responsabilidad social empresarial que, como parte de un nuevo enfoque de los negocios, obliga a reciprocar a la sociedad su papel fundamental en la obtención de beneficios.

Es mucho más. Lo testimonia el hecho de que, año tras año, la Obra Social APAP encuentra nuevos espacios y se fija nuevas metas que involucra la solidaridad y la participación voluntaria del personal que conforma la institución. No es solo una cultura laboral; es también un proyecto de vida de todo  el que pertenece a APAP.

En ese proceso de sinergia social, en 2011 la institución incorporó al programa“Talentos solidarios APAP” un nuevo proyecto vinculado a la educación. No fue por azar que tuviera de contrapartida a las escuelas de  Fe y Alegría para quienes han sido sus gestores y actores.

Cada pasante en la APAP tiene un mentor, que es el consejero exclusivo del pasante para todas las semanas del programa. Durante sus reuniones semanales, el mentor busca desarrollar las potencialidades de su pupilo, le asigna tareas, puede ver sus debilidades y le dice cómo mejorarlas, ayudándole a aprovechar al máximo la experiencia. Se desarrolla una relación tan estrecha y de tanta confianza, que aun después de finalizar el programa, la amistad y el vínculo se mantiene.

Los estudiantes egresados de la primera promoción del programa procedían de la Escuela Domingo Savio, del sector Los Guandules; Liceo Manuel del Cabral, en El Almirante; Politécnico José María Vela, en Los Mameyes; Liceo Técnico Hermana Rosario Torres, en Guachupita y el Centro Educativo San José, de Pantoja, todos pertenecientes a la red de escuelas de Fe y Alegría. Tres de los primeros 12  estudiantes de esta promoción cursan a la fecha el segundo cuatrimestre de sus carreras en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

La ingeniera industrial

Kiana Díaz González, una vivaz adolescente de 17 años llegada desde el Liceo Técnico San José, en Pantojas, había puesto la Medicina en su horizonte profesional. Su sensibilidad, sin embargo, era contradicha por sus miedos al dolor físico que padecen los enfermos. Hasta llegar a la pasantía en APAP esta lucha entre su deseo y sus aptitudes no definía un vencedor.

Todo cambió cuando entró a este mundo de experiencias inéditas. Reconoció que en ella bullían otros intereses y al final de este particular proceso de aprendizaje, los resultados dieron un giro de 360 grados a su vida. Su rendimiento la había hecho merecedora de la primera beca.

Tercera de siete hermanos, sale de su casa a las seis y media de la mañana para estar a tiempo en su salón de clases en la PUCMM. Sosegada, discreta y tierna, Kiana obtuvo un promedio de 3.5 puntos sobre un máximo de 4 puntos en el primer semestre de la carrera de Ingeniería Industrial. Su meta es llevarlo a 3.8 puntos. Tiene muy claro lo que debe hacer para lograrlo y no ceja en el empeño.

Como pez en el agua

Enmanuel Tejeda Quevedo había demostrado en el Liceo Técnico Hermana Rosario Torres, de la Ciénaga, poseer todas las credenciales para optar por la oportunidad ofrecida por el programa. Su apariencia tímida no permite adivinar de entrada la firmeza de sus convencimientos.

Para él, lo dice calmadamente, todo en la vida es esfuerzo y sacrificio. Habiendo ganado la segunda beca, está hoy instalado como pez en el agua en el recinto capitalino de la PUCMM. Atrás ha dejado muchas de las que fueron hasta hace poco sus diversiones, sin por ello abandonar la relación con sus antiguos amigos. Lo suyo es ahora, dice, los estudios y el fútbol. Para ambas cosas tiene estatura sobrada.

 Hasta agosto de 2011, cuando finalizó el programa, Enmanuel se veía a sí mismo como un estudiante-trabajador que, con suerte, concluiría la carrera de Ingeniería de Sistemas en más o menos siete años. Ya sabe que dentro de cuatro estará entre quienes, con la toga y el birrete del graduando, entrará a la sociedad con pie firme.

“Si se quiere, se puede”

Mario Luis Abreu Rivera, el ganador de la tercera beca, es menudo y locuaz. Sorprende el manejo que tiene del lenguaje y la lucidez de sus ideas. Egresado del Liceo Parroquial Santo Domingo Savio, en Los Guandules, dice no haber pensado nunca en resultar beneficiado con la beca en esta primera oportunidad que se abría ante él.

Para él no es cuestión tan solo de haber ganado la beca.  Mario Luis siente que su percepción del mundo y de las cosas se ha transformado. Su primer y fructífero desconcierto fue enterarse de que un banco no es una entidad llena de gente dedicada exclusivamente a manejar dinero, sino que en ella concurre una gama muy extensa de especialidades profesionales. Descubrió también que era infundado su temor a no adaptarse a un ambiente académico del que lo separaba su condición social. La camaradería entre los jóvenes estudiantes de Ingeniería de Sistemas con los que se codea y el estímulo a ser él mismo que le dieron sus profesores del liceo y su mentor en APAP, han convertido en recuerdo esta inicial incertidumbre.

Mario Luis es hoy un fervoroso convencido de que si se quiere y se pone el empeño suficiente, se puede. Junto al orgullo de haber logrado la beca, experimenta la satisfacción de ser citado como ejemplo de superación en el liceo del que proviene.

Kiana, Enmanuel y Mario Luis son al presente entrañables amigos. Cómplices en el propósito de demostrar que las becas recibidas no son un regalo compasivo sino el reconocimiento de sus talentos por una institución de la que hablan con respeto y cariño.

Desde principios del 2012, APAP inició los preparativos de la próxima edición de “Dale un chance”.  Sus “Talentos Solidarios” y los primeros pasantes visitaron los centros educativos alentando a los estudiantes a perseverar en sus sueños. “Dale un chance”, una inversión segura en la excelencia académica, es el nuevo aporte de la Obra Social APAP a la educación dominicana.

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