A pesar de la alta dosis de amargura que le sobrevino a su padre, luego de haber disfrutado las mieles del poder y de haber visto cómo más de uno le dio la espalda, al finalizar su mandato en 1986, Orlando Jorge decidió emprender su camino por la ruta de la política. La misma vía que tantas lecciones de vida les dio a él y a su familia. Quizás en el entendido de que esas situaciones le enseñaron a comprender el significado del ejercicio del gobierno, ¿quién mejor que él para saber que mientras se detenta el poder los amigos sobran, pero con el paso de la gloria los llamados incondicionales hacen sus maletas y se marchan a otro lado?
Muchas cosas aprendió en esos años, muchas experiencias acumuló, recibió muchos golpes y decepciones, pero también buenas lecciones, aprendizajes que lo hicieron más fuerte y lo enseñaron a reconocer y aquilatar dónde radican los verdaderos valores de los seres humanos y, sobre todo, a considerar la lealtad como el mayor tesoro que tenemos y que podemos brindar y recibir.
1. El nacimiento de mi hermana
Ese es un momento que jamás olvidaré, a pesar de que sólo tenía cuatro años, además de que fue un hecho trascendental para mi familia. Recuerdo y tengo conmigo un artículo que escribió mi papá donde describía los momentos difíciles por los que había a travesado mi madre. Mi madre era diabética desde los 15 años y poder tener hijos fue muy difícil para ella. En ese artículo mi papá narraba cómo cada noche le medía los niveles de azúcar y la presión arterial. Se ha quedado en mi memoria todo el esfuerzo que hicieron para que todo saliera bien.
2. El amor entre mis padres
Entre mis padres existía un amor y una unión muy grande y creo que esa unión se fortaleció con los dos embarazos de mi madre. Pienso que así lo creen, también, todos los que los conocieron.
3. Con los pies en la tierra
No olvidaré nunca las palabras de mi padre cuando alcanzó el poder en 1982. Él nos enseñó que el poder no era para siempre y nos dijo: “Nunca olviden que el poder es como la sombra que pasa”. Eso nos mantuvo a mí y a mi hermana durante cuatro años con los pies sobre la tierra.
4. La toma de posesión de mi padre
Ese día, lo más emocionante de todo fue cuando mi padre nos llamó a mí, a mi madre y a mi hermana Dilia Leticia, para que nosotros compartiéramos con él ese momento histórico, luego de que le fuera impuesta la banda presidencial. Para mi padre lo primero siempre fue su familia. Tenemos muy fresco en nuestra memoria ese 16 de agosto de 1982, a pesar de que yo tenía 14 años y mi hermana 11.
5. Alto precio por una travesura
Nunca se me va a olvidar el día que jugando beisbol con mi hermana Dilia, a una distancia muy corta, cuando ella quiso aparar la pelota se le fracturó un dedo. Me asusté muchísimo al verla llorar con tanto dolor y también mi mamá se preocupó mucho. Mi madre no me castigó, pero me hizo entender el peligro de jugar pelota a tan corta distancia.
6. El hijo del Presidente
Ser hijo un Presidente de la República obviamente cambia muchas cosas. La vida cambia porque el entorno en el que te desenvuelves es distinto y las personas que te rodean también, pero siempre mi hermana y yo recordamos cómo nuestro padre nos hablaba de que el poder era pasajero, aun cuando lo tengas como en este caso, que era generado por la voluntad popular, no duraría para siempre. De esa época recuerdo la celebración de los quince años de mi hermana. Nuestra familia, que nunca fue dada a celebraciones grandes, decidió hacer la fiesta por lo que ese hecho significaba para nosotros, pero sin el mayor despliegue o despilfarro como podría pensarse. Otro hecho inolvidable fue haber conocido al Papa Juan Pablo II, cuando vino al país en el año 1984. Haber compartido con alguien como él fue un gran acontecimiento y de no haber sido hijo del Presidente jamás lo habría podido conocer.
7. Años difíciles
Tuvimos que salir de nuestro país por alrededor de un año y medio, por la persecución política contra nuestro padre. El juicio, la persecución con fines políticos de que fue víctima mi padre fue un proceso que tomó 14 ó 15 años.
La lección importante fue que eso nos hizo estar más unidos y ahí pudimos aprender el verdadero concepto de la amistad y de la solidaridad. Uno de los hechos positivos fue haber conocido, durante este proceso, a la que hoy es mi esposa, Patricia Villegas, y haberme graduado de mi carrera de abogado.
8. Matrimonio y graduación
Me casé en 1990 y me gradué de abogado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en el 1991. Ambos casos son de gran importancia, mi matrimonio, porque inicié mi propia familia y mi graduación, porque me tocó ofrecer el discurso en nombre de los graduandos que integrábamos la primera promoción del recinto Santo Domingo.
9. Orlando y Patricia
El nacimiento de Orlando Salvador Jorge Villegas, en 1991 y de Patricia Victoria en 1994, son sin dudas los hechos más significativos de mi vida. Mi esposa y yo podemos hablar de tres acontecimientos principales en nuestras vidas, nuestro matrimonio y el nacimiento de esos frutos que amamos y protegemos.
10. El último adiós a mis padres
Fue muy dolorosa la partida, primero de mi madre el 14 de junio de 2007, de una manera inesperada. Ella ya había tenido comas diabéticos y los habíamos tratado con éxito, pero en esta ocasión no lo superó, no pudo volver en sí, falleció.
Fue un golpe muy duro, sobre todo por mi padre que, sin embargo, me demostró coraje y valor al poder vivir sin ella durante tres años. Eso era algo que nadie esperaba y él lo resistió con mucha gallardía.
Hijo orgulloso y político por convicción
En su accionar político, destaca como hechos significativos haber obtenido la Secretaría General del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en el 2005 y haber ganado la reelección en el año 2009, gestión que concluirá en el 2013.
Ocupó la presidencia del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indoetel) durante el periodo 2000- 2004. “Esa fue mi primera experiencia de lleno en la administración pública”.
Cuando le toca hablar de su padre lo define como un gran hombre y un excelente padre. “A mi padre, Salvador Jorge Blanco, lo defino como un servidor de la patria, que supo sacrificarse en la revolución de abril de 1965, que defendió a muchos presos políticos durante el gobierno de los 12 años (de Balaguer), que defendió la voluntad popular en 1978, y que luego alcanzó la Presidencia de la República (1982-86).
Fue un servidor de la patria de manera desinteresada y nosotros nos sentimos muy orgullosos de su legado. De mi madre puedo decir que fue un ser humano maravilloso, una mujer que puso su propia vida en riesgo para darnos la vida a mí y a mi hermana. Los extraño a ambos, pero sé que están en un mejor lugar desde donde nos observan.