Desde que decidió transitar por la senda de la política, Hatuey De Camps, ha tenido que enfrentarse a situaciones difíciles.Durante sus años de estudiante universitario se entregó en cuerpo y alma a la titánica lucha que, por el medio millón para la UASD, libraba el movimiento estudiantil de la alta casa de estudios.
Luego, su larga trayectoria en el Partido Revolucionario Dominicano, desde donde ocupó importantes posiciones en el tren gubernamental y en la dirección misma de esa organización, lo proyectó como un hombre de convicciones firmes y hasta intransigente a los ojos de muchos.
Se define como un opositor a la reelección presidencial, tema que lo llevó a abandonar las filas del partido en que militó por años y del que los dominicanos lo veían como un símbolo.
Pero de esto no habla, sencillamente porque entiende que tanto el principio de la No Reelección y otros de los que José Francisco Peña Gómez fue un abanderado, son en la práctica el verdadero PRD, “el que nosotros representamos”, afirma de manera categórica. Nos regala una sonrisa y comienza a contar sus vivencias, un resumen de su historia de vida.
1. Los días de la niñez
Recuerdo con mucho cariño esos días en mi natal Cotuí y, por supuesto, a mis padres. Mi papá era agricultor y violinista, fue de los fundadores de la Orquesta Sinfónica. Emigró a Cotuí y allá se dedicó a la siembra, producción venta y distribución de productos menores, cacao, café, tabaco y arroz. Papá era muy buen tirador con escopeta y nosotros teníamos tirapiedras, pero no había forma de que los aceptara. Recuerdo que hacíamos hoyos en la tierra para esconderlos, pero él siempre los encontraba y los rompía”.
2. Pelas contadas
Mi padre, Miguel Ángel, era buen deportista, era de La Vega y corría, al trote, de La Vega a Moca, así que tenía mucha resistencia. Además, era muy buen nadador. Nosotros en ocasiones nos íbamos al río Yuna a escondidas de él y, por supuesto, cuando te bañas te pones “cenizo” y cuando él llegaba nos hacía levantar el pantalón, nos pasaba la mano para trazar una raya, y si se hacía (la raya) era porque estábamos en el río y nos daba una pela contada; es decir, nos decía que nos iba a dar 17 latazos y mientras nos daba debíamos contarlos y si nos equivocábamos empezaba de nuevo.
3. La muerte de Trujillo
Mi padre estaba en una finca con sus dos hermanos el día que mataron a Trujillo y mi mamá me mandó al cruce de Maguaca con Morao, un amigo de la familia. Teníamos que recorrer 11 kilómetros a caballo.
Cuando por fin llego, mi papá, que en ese momento le estaba pagando a los trabajadores, cuando me ve, me pregunta: –¿muchacho, qué tú haces aquí? y le respondo: mamá me mandó para decirle que mataron al jefe, y me dice: mira muchacho, cállate. Me llevó a una habitación y me preguntó que qué era lo que yo estaba diciendo. Le respondí y le dije que mamá entendía que él debía volver a la casa.
4. No pasó de un susto
Una vez acompañando a Peña Gómez en Capotillo y Gachupita, en el carro de Manuel Espinal, estábamos en un mitin en el régimen de Balaguer y nos tirotearon.
El carro recibió cerca de ocho impactos de balas, sin embargo, ninguno de nosotros salió herido. Todo el que veía el automóvil no podía creer que nadie resultara herido. A pesar de este y otros incidentes, haber acompañado a Peña hasta el final fue un privilegio.
5. Me convertí en padre
Cuando se produjo el nacimiento de mi primer hijo, Hatueycito, yo estaba en un recorrido en campaña en la zona Este del país, estaba pronunciando un discurso y me interrumpieron para darme la noticia de que había nacido mi primer hijo.
6. Encuentro en París
Venía de Finlandia e hice escala en París para saludar a Juan Bosch. Hablamos y le dije que al día siguiente yo salía para Santo Domingo y me dijo que no. Le pregunté por qué y me respondió: -Porque mañana viene Lajara Burgos y yo quiero que haya un testigo, porque probablemente todo lo que yo diga puede ser invertido.
Me quedé y recuerdo casi como un disco rayado. Lajara Burgos decía: -“Profesor, yo tengo el respaldo de la iglesia, el respaldo del pueblo, de los yanquis y sólo me falta el respaldo suyo”. Don Juan le contestó que si él le daba su respaldo muy difícilmente podía contar con el respaldo yanqui. Lajara regresó al país vía Nueva York, al igual que yo, y tal como había dicho don Juan, él aseguró que contaba con su respaldo, y entonces yo tenía que aclarar”.
7. ¡Dos cadáveres muertos!
Nunca olvido mi primera intervención en el Alma Mater de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Había una protesta y yo pronuncié un discurso que fue muy aplaudido, pero en una parte yo dije una barbaridad, fruto del miedo escénico.
Sucede que habían aparecido dos muertos en el campus universitario durante el régimen de los doce años de Balaguer, y yo dije: “En el día de hoy aparecieron dos cadáveres muertos” y yo no me daba cuenta de lo que había dicho en medio de la risa que esto provocó”.
8. Clases de baile
En la escuela primaria, durante la era de Trujillo, había una clase que se llamaba ´Baile´ donde te enseñaban el folclore dominicano, carabiné, merengue y la yuca, y había una muchacha que a mí me agradaba mucho, pero yo era muy tímido, y el bendito profesor me ha colocado a bailar con ella y no hubo forma de que me saliera un solo paso del carabiné y el profesor me llamó fuertemente la atención. Jamás volví a la clase por la vergüenza que pasé”.
9. En la lucha del medio millón.
Cuando estábamos saliendo por la calle Juan Sánchez Ramírez, la multitud que iba marchando hasta Palacio, fue obstaculizada por la Policía a bombazos y fueron tantas las bombas que el grupo tuvo que refugiarse en una pensión de las Hermanas Carmelita.
Recuerdo que había una unidad móvil de Radio Clarín y en medio de la revuelta hirieron a una muchacha, yo la protejo, recuerdo que yo tenía una camisa blanca y se me llenó de sangre. Los informes que se producen es de que yo estoy herido y Balaguer dio la autorización para el medio millón para la UASD”.
10. Una fiesta que acabó en tragedia
En 1968, en el PRD tuvimos una fiesta en El Coco de Pedro Brand. Ahí estaba Malaquías Linares y su esposa Antia, junto a varias personas.
Él era regidor. Yo llegué a la fiesta en un motor. Ellos eran siete y andaban en una camioneta. De regreso, me dijeron que por qué no montaba el motor en la camioneta y venía con ellos. Yo me vi tentado a hacerlo, pero luego les dije que no.
Ellos se fueron y no transcurrieron 20 minutos cuando sufrieron un accidente y a los siete ocupantes prácticamente se les cercenó la cabeza. Yo tuve que identificarlos”.
Político de cuna y un amigo solidario
Hijo de Miguel Angel De Camps Cortés, violinista y fundador de la Orquesta Sinfónica, diplomático y político. Desde muy joven se inclinó por la actividad política y junto a su padre funda el Partido Revolucionario Dominicano en la provincia Sánchez Ramírez.
Asume junto a su hermano, Miguel Ángel, la responsabilidad de abrir y atender el local del partido en esa provincia e inscribe 13 mil militantes en su ciudad natal y en los pueblos aledaños.
Todos los dominicanos lo recuerdan junto a José Francisco Peña Gómez, especialmente en los últimos días de vida del líder perredeista, a quien acompañó en todo momento.
Incluso, recuerda que en una ocasión su padre se encontraba interno en una clínica en Santo Domingo, mientras él estaba junto a Peña Gómez en un hospital en los Estados Unidos. Fue él quien organizó las exequias en honor al extinto líder.