Y se preguntarán, ¿qué es lo mejor de ser embajador de una marca como ésta (a parte de la bebida gratis)? Para él, dice, la posibilidad de hacerle descubrir a la gente que existe un producto que, para quienes degustan verdaderamente esta bebida, acompañará muchos momentos en los que se van aislar de la cotidianidad.
Desde su punto de vista un buen whisky, se sepa o no de catar uno, es aquel que a uno más le guste. Afirma que lo importante es el momento y por eso, de la marca que representa, destaca los atributos que tiene cada de las presentaciones. Su favorito: el Blue, por su unicidad cosechada en una barrica “rara”, que usualmente se encuentra una entre diez mil, explica.
¿Cuáles son sus momentos? Nos dice que si está en la playa, un Red con agua de coco dice le refresca; para negocios, un Black; el Green para calentarse en el frío de la montaña; para una cena algo hedonista, congela una Gold y lo sirve con chocolate para el postre.
El tiempo en este oficio le ha enseñado que la gente, al igual que en las modas, ha tomado la gastronomía a modo más abierto, y la bebida escocesa no ha sido la excepción. Su truco es conocer el producto, que preferiblemente sea versátil, saber las características que brinda y combinarlo al gusto y con libertad.
Así, se sepa o no sobre whisky, combinarlo para platos de cocina como el cordero o utilizarlo como mezcla para cócteles que las mujeres prefieran (y de paso quitarle el mito de que es para hombres) hace que, con mesura, sea algo digno de recordar.
Y como cita Savage al escritor Oscar Wilde: El verdadero placer está en las cosas que son exquisitas y que nos dejan ligeramente satisfechos.
