Bien dicen por ahí que «quien se lleva de consejos, llega a viejo», Sanz ciertamente si se llevó de los de su madre a pesar de que lee las cartas y las palmas de la mano. Pero no le hizo caso cuando en años anteriores le había predicho que sería “exitosísimo” y que vivirá “exceso de años”.
Dice que no le quiere creer mucho a la predicción de su madre y alegó que no piensa en la muerte a menos que alguien la mencione. Se refriere a ésta como «humor».
¿Humor? Así es, el artista en una entrevista exclusiva que le realizó el periódico El Clarín antes de su presentación de hoy en Luna Park, Argentina, explicó que le gustaría bien planear cómo será su funeral. “No quiero un funeral aburrido, quiero uno con flamenco”, declaró.
Tampoco es de los que reservan su espacio para el día de su muerte, para nada. Lo que si considera un sitio en Andalucía que le encanta, justo en la carretera a Alcalá de los Gazules, el cual tiene pradito y un alcornoque (árbol nativo de Europa), lugar que define como bueno para morir.
Por otro lado declaró que no sueña con tener un imperio musical, nada ambicioso y siempre demostrando su sencillez y calidad humana. Le gusta llegar a cuantos más sitios mejor en la música, pero no quiere un imperio.
Al momento en que le preguntaran su sufría de síndrome del poeta que quiere buscar belleza en cada palabra de manera enfermiza o si solo se conforma con lo que se salga, Sanz, respondió que hace lo que pueda con las palabras. Pero sí, puedo llegar a obsesionarse. “No es bueno. A veces te quedas colgado de las palabras como si fuera la cosa más importante y no tiene luego ninguna importancia para la emoción. A veces uno escribe por adornar y por buscar algo bello, busca un sinsentido. Las canciones son como cuadros: tienes que aprender a dejarlos”, dijo.
Nada mal tener los pies en la tierra y reflexionar de vez en cuando sobre la existencia del ser humano. Sanz, sin duda alguna está con un propósito, la música, y seguirá llevando la belleza poética y musical en cada letra de sus temas.
