Teorías interesantes sostienen que mantenernos apegados a las experiencias viejas obstaculiza procesos naturales de renovación celular. En consecuencia, vivir con la mente en el pasado ocasiona cansancio y envejecimiento físico, probablemente más que los años, por muchos que estos puedan ser. Se plantea que toda experiencia deja un “residuo” en nuestras células, como efecto de las reacciones químicas que generan las emociones en nuestro cuerpo. Las células están aptas para “limpiarlos” con relativa facilidad. Un vital proceso de renovación que se cumple solamente cuando dejamos atrás el pasado. “El estancamiento en el pasado trae fatiga, por el gasto de energía que implica repetir pensamientos desgastados”. En oposición, abierto el corazón a nuevas experiencias, fomentamos regeneración integral.

Estación asociada por excelencia a la renovación, la primavera es la mejor “excusa” para acometer transformaciones positivas. No sería nada anormal que a estas alturas se hayan olvidado las “propuestas de fin de año”; resta aceptarnos y auto perdonarnos, nunca parar de perseguir la renovación.

La efervescencia política se añade como causa de intranquilidad, cualquier nuevo paso llama a prudencia o temor. La voluntad por renovarnos nos aportará nuevos intereses y relajación. No hay que recurrir a transformaciones de mayor cuantía, podemos abrazar la renovación en pequeñas acciones, desde reorganizar muebles, hasta cultivar espíritu y mente a nuestro mejor entender. Identifique cada quien su fuente y adelante ¡Renuévese!