Reacción en cadena: ¿por qué las empresas químicas se están mezclando?

A medida que llega la primavera, las colinas de Languedoc en el sur de Francia se tornan verdes con las hojas de las vides. A esto ayudan los químicos; muchos de ellos, según dice en confianza un vinicultor con sede en la localidad de Thuir en los&#8230

A medida que llega la primavera, las colinas de Languedoc en el sur de Francia se tornan verdes con las hojas de las vides. A esto ayudan los químicos; muchos de ellos, según dice en confianza un vinicultor con sede en la localidad de Thuir en los Pirineos. En su ausencia, los viñedos necesitarían fertilizantes naturales y tendrían que ser deshierbados a mano, ambas cosas muy costosas. Los agricultores franceses usan más químicos que nadie más en Europa: 65,000 toneladas solo de pesticidas cada año.

Incluso los más pequeños de los viticultores tienen interés en una serie de adquisiciones propuestas entre sus proveedores químicos. Después de una década sin grandes acuerdos, desde 2015 se han propuesto tres megafusiones, con un valor colectivo de alrededor de 240,000 millones de dólares. Cuando fueron anunciadas inicialmente, muchos dudaron que los reguladores permitieran las fusiones debido a preocupaciones en cuanto a la competencia. Si las tres se cumplen, como ahora parece probable, cuatro compañías producirán 70 por ciento de los pesticidas del mundo en lugar de las seis de hoy.

La primera megafusión, anunciada en diciembre de 2015, fue entre Dow Chemical y DuPont, la cuarta y la quinta empresas químicas más valiosas del mundo, en un acuerdo de 130,000 millones de dólares. Fue el enlace más grande en la industria, y desencadenó otras alianzas. En un plazo de un año, Bayer, un gigante agroquímico alemán, acordó fusionarse con Monsanto, un fabricante de semillas estadounidense, en un acuerdo con valor de 66,000 millones de dólares, y Chem China, un gigante chino, ofreció 43,000 millones de dólares en efectivo por Syngenta, una compañía biotecnológica suiza. Chem China también planea fusionarse con un rival local, Sinochem, para crear una empresa con ingresos del orden de los 100,000 millones de dólares.

Ahora las negociaciones se han extendido de los agroquímicos al resto de la industria, particularmente a compañías de “especialidades” que producen químicos para usos nicho. El 22 de mayo, Clariant y Huntsman, cuyos productos incluyen aditivos para pesticidas, acordaron una fusión de iguales por 14,000 millones de dólares. Más grande aún es la oferta más reciente de PPG of America, un fabricante especializado en pinturas y recubrimientos, por Akzo Nobel, un rival holandés que es dueño de la pintura Dulux. El 24 de mayo, Praxair y Linde, dos compañías de gas industrial, acordaron los términos de una fusión de iguales con valor de 70,000 millones de dólares.

El impulso principal ha sido una drástica desaceleración en el crecimiento de la demanda en todo tipo de químicos, dijo P.J. Juvekar de Citigroup. En la década del 2000, las ventas crecieron a un ritmo de entre 6 y 7 por ciento anual, pero el año pasado la industria creció solo 2 por ciento, y la demanda de China fue muy débil. Los ejecutivos esperan usar la escala para reducir costos.

El creciente costo de desarrollar y probar nuevos químicos es otro factor, dijo Kurt Bock, director ejecutivo de BASF, un gigante químico alemán. El costo promedio de desarrollar una nueva sustancia activa en Europa se ha disparado de 150 millones de dólares en 1995 a más de 500 millones de dólares actualmente, y la mayor parte del aumento se destina a pruebas de seguridad. Durante el mismo periodo, el número de potenciales compuestos que tienen que ser sintetizados y probados para cada nueva sustancia, en caso de que sean nocivos, ha aumentado de 50,000 a más de 140,000, un proceso que puede tomar hasta una década. Para compensar los ciclos de desarrollo más largos y más costosos, las empresas necesitan suficiente peso financiero para poder tener más proyectos en marcha.

Una regulación más estricta en toda la Unión Europea ha reducido el número de pesticidas que los agricultores tienen permitido usar, de casi mil a principios de los 90 a alrededor de 400 hoy en día, señaló Robert de Graeff de la Organización de Terratenientes Europeos, un grupo comercial. Si una mayor escala significa que las empresas se sientan capaces de invertir las sumas de dinero más grandes necesarias para desarrollar nuevos productos, sus miembros lo aprobarían, dijo.

Sin embargo, los agricultores también se sienten temerosos. No quieren volverse excesivamente dependientes de las semillas y los químicos producidos por una sola compañía. Las tres megafusiones son entre una empresa enfocada en semillas y otra en agroquímicos. A muchos agricultores les preocupa que se les obligue a usar pesticidas hechos por la misma compañía que produce las semillas que compran.

Roger Johnson, presidente de la Unión Nacional de Agricultores de Estados Unidos, dijo que a sus miembros no les gustan ninguna de las fusiones. Más consolidación también podría significar que las compañías químicas puedan cobrar precios más altos, según teme, y enfrenten menos presión para desarrollar nuevos productos.

Sin embargo, todos los acuerdos serían aprobados por los reguladores. La UE ha refrendado los acuerdos Dow-DuPont y Chem China-Syngenta, y Juvekar dijo que ahora es casi seguro que los acuerdos serán aprobados. Bayer está en negociaciones con los reguladores sobre Monsanto, y de nuevo los analistas estiman que el acuerdo seguirá adelante.

Es probable que la postura relajada de los reguladores estimule aun más actividad. La facilidad con la cual fue aprobada la compra de Syngenta por parte de Chem China podría animar a más empresas chinas a ir tras compañías químicas occidentales en el futuro. La serie actual de acuerdos, aunque enorme, parece el inicio de una ola más grande, dijo Florian Budde de McKinsey, una firma consultora.

Es probable que los agricultores tengan más de qué preocuparse.

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