Apagados los artificios de encuestas hechas para mover percepciones, con cambalache de aprobación de gestiones bien publicitadas disfrazadas de intención de votos, llega la hora de sincerarse.

Reconocer que queda definitivamente atrás cualquier posibilidad de reelección y encarar la tensión política y el creciente descontento social.

La unanimidad política en el PLD terminó hace meses, cuando el leonelismo decidió que si Medina intenta imponerse, habrá división, lo que recientemente confirmó un pronunciamiento de la dirección peledeísta de Santiago.

No menos relevante es la declaración de Tony Isa, a quien desde fuera se observa equidistante en la lucha interna, y quien subrayó ayer que “dos períodos, y ya”, que son los que cumplirá en 2020 el gobierno de Medina. Por vez primera un funcionario con rango de ministro hace una declaración de esa envergadura.

El Presidente no sólo debe desestimar definitivamente cualquier idea de reformar la Constitución para repostularse, aunque entre un ciclón y se crea que debe quedarse a reconstruir el país.

Debe además evadir ser ganado por la tentación de tratar de imponer al interior de su partido o en las demás organizaciones políticas, a los candidatos que serán elegidos en los comicios de 2020.

Que el presidente Medina pudiera abrigar tal pretensión sigue flotando en el aire en la medida en que desde Palacio se insiste en imponer en la ley de partidos que los candidatos sean elegidos desde fuera, y no por las respectivas militancias partidarias.
El bajadero de la consulta a los abogados constitucionalistas es vereda. Que cada partido elija por su cuenta a su candidato, es camino real, así debe ser establecido en la Ley de Partidos.

Aunque el gobierno ya perdió el debate jurídico sobre ese tema, y la mejor evidencia es que tal posición sólo la defienden sus partidarios, sería un grave error limitarse a ver únicamente el aspecto legal de todo cuanto involucra el debate, y no mirar hacia la tensión social que cual débil burbuja debilita el apoyo hegemónico recibido por su gobierno.

Que vea las advertencias de autoridades religiosas planteando que el país ha tocado fondo, pues se vive un ambiente de “sálvese quien pueda”, en el que imperan la corrupción, impunidad, criminalidad y el desorden.

Que relea el presidente Medina el comunicado de la Sociedad Dominicana de Diarios solicitando el libre intercambio de la prensa con él y sus funcionarios, para examinar los hechos desde la diversidad de matices que requiere la democracia.

Desde el 20 de enero escribí que luego de la abisal fractura Odebrecht el camino de la reelección quedó cerrado, y que al presidente Medina le convenía prepararse a organizar tranquilamente el traspaso de mando en 2020.

Ahora veo que el Presidente y su equipo no deben distraerse en escaramuzas inútiles como los intentos de trapisondear la Ley de Partidos, mientras dejan que se acumulen el deterioro ético y el desorden.

No entender el proceso que se viene incubando expone al Presidente y su gobierno a seguir resbalando en una pendiente enjabonada, hacia una estrepitosa caída de la que saldremos perdiendo todos.

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