Termómetro

En los primeros años de sociabilización, aparte del hogar, la mayor influencia en la vida de nuestros hijos se da en la interacción con otros niños en la escuela, ya que, principalmente en la ciudad, no se acostumbra a salir a jugar fuera de casa.

El tipo de juegos que prefieren los pequeños puede ser un buen parámetro para ir detectando cómo se va formando la personalidad de éstos. Es jugando como manifiestan agresividad o ternura, solidaridad o apatía, ya que a través  de esta dinámica ellos expresan verdaderamente sus interioridades.

Otra forma genuina de manifestación de los sentimientos de los niños la podemos ver en sus dibujos, por lo que proyectan en ellos.

Por ejemplo, pedí a una niña de 8 años que dibujara una familia. Al entregarme su dibujo, tenía como contenido la madre y tres niños.

Cuando hice la pregunta que si no tenía papá, un poco cabizbaja y mirándose los dedos de las manos, respondió con un “sí” que parecía un “no”. Le pregunté: “¿Por qué no lo pusiste?”, a lo que dijo: “Es que hace años no he vuelto a verle, solo en algunas fotografías, y se me olvidó”.

Aprender a evaluar los rasgos de personalidad de nuestros hijos nos permite detectar a tiempo cualquier trastorno en los mismos. Un niño que en su dinámica de juego siempre se muestra agresivo con los demás, que en la selección de roles siempre hace de villano, que tiene una tendencia a romper y destruir sus juguetes o los de otros debemos empezar a tomar en cuenta qué podría estar pasando.

En estos casos es necesario buscar ayuda y orientación, pudiéndose empezar por la escuela, donde por lo general hay orientadores y psicólogos, los cuales podrían ser de gran ayuda.
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Mano a mano

Nuestras autoridades, conjuntamente con toda la sociedad, se encuentran altamente preocupadas por todos los eventos que a diario nos sorprenden dentro de nuestro medio. Ampliar la mirada y dar un vistazo al mundo nos muestra que estos acontecimientos negativos también se están efectuando en otros países.

Estamos atravesando una gran crisis moral, económica, de valores, donde la mayoría de los individuos, hoy, no saben qué hacer. Si tuviera que elegir un punto fuera de mi país hacia el cual dirigirme con mi familia, se me haría muy difícil.

Los hechos de violencia callejera e intrafamiliar son motivo de estudio para todos. Hemos insistido desde hace tiempo, a través de este medio, sobre la necesidad de retomar nuestros valores, rescatar las familias y, sobretodo, la importancia de éstas para el buen funcionamiento de una sociedad. La frase “familias sanas aseguran sociedades sanas” también la hemos resaltado en más de una ocasión, ya que es indiscutible que el deterioro o daño de estas repercute totalmente sobre la otra.

Hace unos cuantos días vimos cómo un grupo de ciudadanos y ciudadanas vestidos de negro, los cuales han sido víctimas, directa o indirectamente, de actos de violencia, se lanzaron a las calles en protesta por “ya no más violencia”. El momento histórico que vivimos nos permite a todos la oportunidad de colaborar y trabajar individualmente con estos problemas.

Medios de comunicación, iglesias, escuelas, clubes sociales, juntas de vecinos y las falimias deben colocar su grano de arena para que, como hemos visto en nuestra historia, a través de la cual hemos vencido grandes desafíos, podamos eliminar la violencia que nos rodea y, con ello, apoyamos nuestras autoridades.
La autora es psicóloga [email protected]

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