A la mayoría de los políticos criollos, les resulta incómodo el tema Haití, aunque sea una realidad geopolítica, social, económica, militar, de seguridad, cultural y en el extremo para Dominicana de subsistencia. Los recientes acontecimientos de “protestas” de extrema violencia, hordas incontrolables en actitud de pillaje, vandalismo y saqueo, sin orden ni objetivos que no sean la ingobernabilidad, muestran aspectos medulares de la imposibilidad de un estado basado en el sistema democrático. Los técnicos de FMI, con óptica equivocada y fórmulas inviables, presionaron a un gobierno extremadamente débil, a “corregir distorsiones” económicas, afectando a una población de pobreza extrema, con condiciones de primitivismo medular, clase política de óptica extraviada y una clase económica, pudiente e ilustrada, en nada comprometida. La crudeza de las acciones, afectan íntimamente una economía incapaz sostenerse y se cumplen vaticinios de que los mayores enemigos de Haití, son los propios Haitianos. Con cifras que espantan, resultan ser un conglomerado humano inviable como nación, a 217 años de su independencia, una de las primeras de América, lograda con descomunal violencia; 3er país más hambriento del mundo, intervenido por tropas de Naciones Unidas denominadas Minustah, a lo largo de 11 años, con pocos logros que exhibir y con la penosa carga de haber llevado el nefasto cólera, que ha cobrado más de 10,000 vidas e infectado a más del 10% de la población; con una policía incapaz de contener actos violentos aprovechando el incógnito de acciones colectivas; agresiones sexuales con frecuencia que superan toda cifra imaginable; explotación y abuso infantil, delito que han logrado exportar con éxito hacia nuestra patria, con escasas consecuencias; donde el 10% de los niños mueren antes de cumplir 5 años y sobre el 66% sufre de anemia. La desnutrición es un flagelo que afecta una gran proporción de ellos, con sus perversas consecuencias; una expectativa de vida menor a 50 años de edad, en contraste con la de más de 70 años de los ciudadanos del lado este de su frontera; una mortandad materno infantil, propia de siglos atrás; más de 400 mil está infectados por el VIH (registrados); una perversa y generalizada cultura de impunidad corrompe esa sociedad, que unida a los factores anteriores, han sido aprovechadas por miembros de ONG’s, que se suponen con ánimos de cooperantes; un sistema de justicia propio de una ficción, presos preventivos en cifras alarmantes con cárceles de condiciones infrahumanas, mucho peores que las nuestras. La explotación del haitiano es su signo zodiacal y lo hacen entre ellos más que nadie, aprovechando la pobreza extrema y su vulnerabilidad. Lo hacen en su propio territorio y lo practican con sus congéneres, ya establecidos en nuestra nación, por la vía que fuese. Donde usted ve un haitiano residiendo, en cualquier lugar del territorio dominicano, hay decenas mimetizados y de los cuales alguno de sus iguales se aprovecha.

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