1.- El afecto recíproco entre dos personas es resultado del tiempo que han permanecido compartiendo, tratándose y demostrándose cariño mutuo. La confraternidad y franca simpatía se unen para hacer posible la armonía que se ha de mantener con el paso de los años. Las épocas compartidas, y libres de suspicacia, traen amigos y amigas para siempre.

2.- En el seno de nuestro pueblo hay toda una generación de mujeres y hombres que desde hace décadas construyeron una sólida relación de amistad que han conservado sin sufrir ninguna clase de fisura. Los vínculos que nacieron en la niñez están hoy, todavía en la tercera edad, con los mismos sanos sentimientos que se fraguaron. Nada dañino ha tocado aquella relación que se ha extendido hasta por más de ochenta años.

3.- El barrio donde nací y me desarrollé en la ciudad de Santiago de los Caballeros, estaba compuesto por personas de escasos recursos económicos y con un gran sentido de la amistad, probando así que la limitación en lo material no impiden hacerle honor a los principios en los cuales descansa la cordialidad y la lealtad. La camaradería que se origina participando en forma compartida en su estructuración resiste las acciones de los que gozan distanciando a los amigos.

4.- Aquellos que nos hicimos amiguitos y amiguitas en los primeros años de nuestras vidas, nos conocemos perfectamente; no nos andamos con rodeos; estamos convencidos de las deficiencias que adolecemos y las escasas virtudes de que somos acreedores; no nos creemos santos ni demonios. Los verdaderos amigos se quieren por entero, completos, tal como son. A mis camaradas les tengo un lugar reservado en lo más profundo de mi corazón, y en los hechos trascendentes de mi vida les pongo en primer lugar.

5.- A los amigos de infancia les asigno tareas que para mí son de mucha significación. De ahí que luego de elaborar el manuscrito de lo que llegaría a ser el libro: “Parte de mi vida, para mis hijos, nietas y nietos”, que es una especie de testimonio y mensajes dirigidos a mis descendientes, una de las primeras personas en conocer el original fue Danilo de los Santos, a quien le solicité hiciera un comentario del texto. Me complació y escribió lo siguiente:

“Autobiografía para todos los míos”

“Con una escritura clara, directa, franca y testimonial, Negro Veras, nombre emblemático de nuestra Ciudad del Yaque, nos hace entrar en su pasado o el tiempo ido; y nos envuelve con el trazado de los rieles por donde movía su cuerpo de enganchados vagones el Ferrocarril Central, inaugurado en 1897”.

“Alrededor de la fecha en que ambos nacimos, más o menos hace 70 años, todavía prestaba sus servicios públicos “la locomotora de los aullidos”, como le decíamos; recordando que la abordé para un viaje a Altamira que fue alucinante y vomitivo. También el primero y el único abordaje de un vagón en ida y vuelta que repitió el desahogado vértigo estomacal”.

“Los rieles eran una frontera tal, como el barrancón de la cuenca del Yaque, donde quedaban las calles extremas del casco urbano y donde vivían honorables familias, entre ellas, descendientes de Fernando Valerio y Juan Antonio Alix. Los muchachos no alcanzábamos a despejar esos nombres, desenvolviéndonos, sobre todo, en las cuadras que identifica Ramón Antonio, cuando fue bautizado, no en la pila de nuestra catedral, ni en el presente cercado con barrotes, sino en la antigua y modesta Iglesia de la Altagracia; donde el Padre Fortín ungió cristiano tanto a él, como a una de sus hermanas”.

“Ramón Antonio “Negro” Veras deslindó el perimetraje de cuando niño, púber y adolescente, anotando los lugares donde su familia encontró diversas cobijas para vivir en medio de precariedades e invenciones culinarias de una madre que lo marcó con la instintiva preferencia entre toda su prole”.

“Las tizanas y diversos remedios del recetario natural de antaño, incluso platos culinarios como el majarete, afloran en las anotaciones de una lúcida historia autobiográfica, matizada de amor crudo, honesto y vertical, para ejemplarizar la vida. Desde la angustia que marcó a la madre con el trauma de las interminables mudanzas, y que reencarnó en Negro cuando ya, con familia propia creada con la inolvidable esposa Carmen Rodríguez, la adquisición de un techo propio fue una verdadera obsesión”.

“Los amigos barriales de cuando muchachos; las familias que le ofrecieron a los Veras sus manos solidarias incondicionalmente, fluyen con nombres propios desde el agradecimiento. En el apretado y testimonial trazado de su vida ejemplar que se alcanza a leer sin interferencia de sombras, la claridad rampante como toda luz directa, se siente el sabor como el sabor de la vida de un autor con narrativa sin rebuscamientos”.

“Hasta cuando tiene que contar la dura posición de la madre, en lecho de muerte, en relación a la entrañable Carmen; el autor desahoga un perdón como ser humano cuya penitencia existencial fue crecer descalzo, hasta alcanzar la dignidad que acrisoló su camino llegando y siendo una columna ciudadana, ejemplar en su vocación doctrinal, filosófica existencial, ejercicio jurídico y radicalismo sin titubeo, sin miedo”.

“Solamente para mis hijos, nietos y nietas” es la intención titular que mueve el texto de Negro Veras, para contarles a tales descendientes directos las verdades que no son amargas sino, contrariamente, balsámicas: aromáticas, consoladoras y resinosas. Es un texto en el otoño de una vida que escribe un Pater familiar no solo para su descendencia sanguínea y parentela, sino también para sus muchos amigos. Y porque no, para los hipócritas y rivales que muchas veces se han resentido de su aliento, de su voz y de sus palabras sin rodeos”.
“Yo me atrevo a definir este texto apretado, breve y honesto: “Autobiografía para todos los míos”, que incluye a la descendencia, a sus camaradas y coetáneos; sin olvido de admiradores y ascendentes”.

“Autobiografía para todos los míos o “Solamente para mis Hijos, Nietos y Nietas”, es un relato autobiográfico que se constituye en un retrato de lo pasado proyectado hacia el hoy. Un retrato que despierta nuestro admirable respeto hacia el Negro Veras de siempre y que funciona como espejo ejemplar para nosotros”. Hasta aquí el comentario de Danilo al libro de mi autoría.

6.- El viernes día 6 de julio del año en curso, luego de recibir la fatídica noticia de la muerte de Danilo de los Santos, escribí: “Por allá, en los primeros años de la década del 50 del siglo pasado, conocí a Danilo cuando este residía, conjuntamente con sus padres, hermanos y hermanas, en la calle Salvador Cucurullo, muy cerca de la 30 de Marzo. Los vínculos de amistad entre Danilo y yo siempre fueron fraternos; nos dimos un trato de hermanos lo que me permitió valorarlo como una gran persona. Él fue talentoso, manejó con donaire el pincel, y llegó a ser profesor universitario y conocedor de la historia dominicana, plasmando sus conocimientos de esta materia en obras que han servido de consulta a muchos investigadores de las ciencias sociales”.

7.- De Danilo hay que decir que vivió para aportarle a la sociedad, y fue de los ciudadanos con los cuales cada país necesita contar; con cualidades estimables que entregó a la colectividad, lo que le permitió elevarse, ser meritorio y digno de elogios.

8.- Danilo fue un ser humano sumamente necesario para su país; merecedor de mucha estimación; importante por sus buenas obras y calificado como útil porque contribuyó con las causas nobles, lo que nos impone tomarlo en consideración como ciudadano de significación social por lo que hizo y nos lleva a identificarlo como acreditado y sobresaliente por su sensibilidad, brillante como intelectual, profesor y ejemplo de lo que es un ente social preocupado por lo que es conveniente para su país.

9.- Danilo, por su accionar social debe ser recordado como un hombre que en todo el curso de su vida se mantuvo interesado en colaborar; asistir a los demás; extender la mano solidaria; prestarle concurso a quien necesita ayuda y coadyuvar en forma desinteresada. Precisamente, nuestro país necesita de seres humanos formados para prestar servicios, empleando el tiempo y atendiendo a lo que sea constructivo; haciendo labores que sirvan como demostración de lo que es el espíritu creador y edificante.

10.- Es una necesidad contar con personas como Danilo de los Santos, que con su talento se multiplican, se hacen abundantes, y por ser diligentes logran expandirse, incrementando el deseo de superación de sus compatriotas. La vida nos ha enseñado que aquel que le es productivo a la sociedad llega a ser merecedor de consideración, y con el tiempo se hace notable por su laboriosidad; destacado y distinguido porque sirve como paradigma a la comunidad.

11.- Su alto nivel de conciencia llevó a Danilo de los Santos a sentirse comprometido y a contribuir para crear un ambiente adecuado a la sana convivencia para todas y todos, probando así que aquel que emprende con decisión y voluntad tiene por fin último crear un activo valioso de la sociedad que cree en el trabajo para con dinamismo producir obras de arte y educar en los centros educativos.

12.- La práctica de vida de Danilo debe servir como orientación a los dominicanos y a las dominicanas interesados en que el país salga adelante y rompa con las trabas que impone el subdesarrollo, y aprendan que solo aquellos que son resueltos para cambiar el atraso por el progreso dan vida y esplendor a la sociedad donde viven. Él dio demostración de entrega a su comunidad cediendo su tiempo para que diferentes sectores adquirieran conocimientos. Facilita la buena instrucción aquel que pone su inteligencia al servicio de la especie humana.

13.- La personas que como Danilo de los Santos, llegan a formar parte del mundo de los vivos resultan convenientes a la sociedad donde viven por la obra realizada, porque de lo contrario su existencia no tiene razón de ser como entes sociales. Danilo probó que para bien enseñar se requiere tener el don de preparar, dirigir y civilizar, algo de lo que solo son poseedores aquellos que como él llegan a ser pedagogos por vocación; los que demuestran inclinación para enseñar con el esmero que impone quitarle la tosquedad hasta el más rudo puliéndolo. Para refinar mediante la instrucción hay que tener gusto, disposición.

14.- A Danilo, ya en su tumba, debemos decirle: “Las lágrimas que se vierten por las personas que nos fueron queridas, son saludables y aceptadas, y avezan el alma a no olvidarse fácilmente de las virtudes y sagrada imagen de los muertos. Él duerme un sueño sagrado; no digas nunca que los buenos mueren. Su vida perdurará en la memoria de los vivos”.

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