El Gobierno ha anunciado un nuevo plan contra la delincuencia. Estará basado en el envío de fuerzas militares en apoyo a la Policía Nacional. Volverán las ya conocidas patrullas mixtas formadas por policías y militares.

Se trata de una iniciativa coyuntural y como tal deberá ser transitoria. La decisión obedece a un recrudecimiento de la violencia delictiva, admitido por las autoridades.

La ciudadanía, nerviosa y temerosa ante el incremento de asaltos y muertes, estaba demandando y esperando acciones y respuestas del Gobierno ante una situación que ya hacía pensar que se le había salido de control a las instancias correspondientes.

Ante la urgencia que generaba el brote de violencia vinculado a la delincuencia, la acción anunciada por el Gobierno es aceptable, o al menos entendible. Pero no puede quedar ahí. Y debe ser una medida de contingencia.

El país no puede ni debe mantener fijamente un patrullaje policiaco-militar, como si estuviera en un estado de guerra. República Dominicana es, o aspira a ser, un país turístico, por lo que no le conviene proyectarse como un destino inseguro. La inseguridad es enemiga del turismo. Ningún extranjero se anima a viajar a un país donde sabe de antemano que su vida puede estar en peligro.

La presencia masiva de militares y policías en calles, avenidas y barrios puede dar cierto grado de garantía a los nativos, pero para extranjeros procedentes de países donde no es frecuente esa práctica, pudiera ser un indicio de que algo no está bien, y en este caso la seguridad.

Por eso, las patrullas mixtas deben ser por tiempo limitado. Había que integrarlas para eliminar ese brote delictivo que no podía quedar sin respuesta oficial. La acción estatal no debe quedar ahí. Hay precedentes de iniciativas similares en los últimos años, que han disminuido la delincuencia mientras se mantiene el patrullaje.

Esas experiencias, nacidas de los correspondientes resultados de esas acciones previas, dicen y aconsejan que hay que ir más allá de los coyunturales envíos de tropas a combatir la delincuencia a las calles, barrios y pueblos.

Se necesita un plan estructural, que vaya desde la identificación de las causas que originan e incrementan la delincuencia hasta las razones de los fracasos de los programas anteriores. Dice el pueblo que el que tropieza levanta los pies.

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