Un amigo, compañero de labores, cuenta que su anciana madre suele expresar “¡Aquí ya no hay hombres!”, al quejarse por cómo marcha el país y la pasividad que considera acusa el pueblo. Por fortuna “hay mujeres”, digo yo, según demuestra la reacción de Miriam Germán Brito, juez de la Suprema, ante un desorden institucional que determinados hombres prefieren obviar. Las dos cartas de la valiente magistrada, al Presidente de la Suprema y al Procurador General, evidenciaron nuevamente su integridad y representan un oportuno instrumento para la reflexión sobre la actuación del Ministerio Público en el caso Odebrecht. Mientras, la arrogante respuesta pública del juez presidente Mariano Germán, lleva a concederle mucha razón a la madre de mi amigo. Decepcionante.

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