Despertó más interés de lo usual, mi último artículo abordando la experiencia dominicana en la creación de empleos en el sector turismo, esta vez desde la perspectiva del planeamiento de la Organización Mundial del Turismo (OMT) en su documento sobre “La contribución del Turismo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.

El tema del desarrollo sostenible es apasionante para quienes se han liberado del maligno virus de la improvisación y el inmediatismo que tanto gusta a nuestros políticos, y reflexionan sobre cómo debemos manejar el país para que los avances económicos y sociales sean perdurables en el tiempo.

Eso explica las sugerencias recibidas de amigos y lectores para ahondar más en el tema “turismo y desarrollo sostenible” en nuestro país, del cual lo que más se escuchan son enfoques negativos generalmente superficiales. Abordaré otra vez hoy y en futuros escritos.

El segundo ODS, al ser abordado por la OMT dice: “Acabar con el hambre, aumentar la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. Y lo explica de la siguiente manera: “El turismo puede estimular la productividad agrícola al promover la producción, el uso y la venta de productos locales en los destinos turísticos y su plena integración en la cadena de valor del sector. Además, el Agroturismo, un segmento en crecimiento, puede complementar las actividades agrícolas tradicionales. El crecimiento de los ingresos en las comunidades locales puede conducir a una agricultura más resiliente y a la vez aportar valor a la experiencia turística”.

El estimado del consumo de productos agrícolas y agroindustriales en hoteles, encontró que en el 2016 el valor de esta demanda superó US$600 millones. La hotelería es el principal destino de la producción agrícola y agroindustrial, cuya mayor parte no tiene otros mercados. Las exportaciones de café, cacao, azúcar y tabaco en los años 60 y 70 eran la base de la economía y en el 2016 sumaron US$274 millones. La venta de alimentos a los aviones en los aeropuertos produjo US$33.9 millones, más que las exportaciones de café y tabaco.

Además del consumo en hoteles, el turismo aumenta la demanda indirecta e inducida de bienes agropecuarios y es también un promotor de las exportaciones, porque crea conexiones aéreas que abren nuevos mercados. Los 45 millones de turistas que nos han visitado en los últimos 11 años son consumidores potenciales. El año pasado salieron por esta vía más de 50 millones de libras de productos agropecuarios. Por el turismo llegan frutas y vegetales dominicanos a destinos nunca antes soñados.

Esto es una importante contribución al desarrollo y creación de empleos en la agropecuaria y la agroindustria en todo el país. Por ejemplo, productores de mango de Baní, la fruta de la temporada, además de su valorada presencia en las mesas de los hoteles, llegan a Rusia gracias a que los turistas rusos regresan en sus aviones con las bodegas repletas de mangos y otros frutos y vegetales.

Nunca nada está tan bien que no pueda estar mejor. En este segundo ODS tenemos una agenda pendiente, pero aquí también el turismo tiene buena nota.

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