Retroceso lamentable

La muerte en cualquier circunstancia es un hecho para lamentar. El grado de lamento sube cuando quien fallece es un infante, un niño o un joven.

La muerte en cualquier circunstancia es un hecho para lamentar. El grado de lamento sube cuando quien fallece es un infante, un niño o un joven.

Y si la muerte pudo ser evitada, entonces el lamento, la tristeza y cualquier otra expresión desconsolada y afligida se multiplican.

Las cifras del boletín 23 de la Dirección General de Epidemiología que dan cuenta que las muertes infantiles, registradas desde enero hasta el pasado día 9, han aumentado en 329 casos, con relación a igual período del año anterior, representan estadísticas preocupantes.

De acuerdo con el citado boletín, cuya publicación se reanudó tras un ligero retraso, a la fecha del corte se habían registrado 1,452 muertes, de las cuales 1,085 corresponden a decesos neonatales, es decir, bebés con apenas un mes de nacidos.

Para el período similar del año pasado, las muertes infantiles fueron 1,123.

El hecho de que se produzcan más muertes infantiles, por cualquier causa o enfermedad, es un indicio de que algo ha fallado en la política de salud preventiva. Pudo haber sido por causa de falta de seguimiento a la madre durante el período de embarazo, por descuido luego del nacimiento, falta de medicación en los primeros días o cualquier falla hasta de procedimiento, pero falla al fin.

Lo más preocupante es que el retroceso se produce luego de que un estudio del 2016 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) colocara a la República Dominicana con la segunda mayor tasa de mortalidad infantil en América Latina, solo superada por Haití. Para entonces, la posición dominicana reportaba un revés, pues en la medición anterior estaba en tercer lugar en muertes neonatales, y la relación era de 20 muertes por cada 1,000 nacidos.

Según Unicef, en Latinoamérica, “el riesgo de morir antes de los 28 días de nacido en los países más pobres es 2.5 veces mayor que en los más ricos, y el riesgo de que un niño muera antes de los cinco años es tres veces mayor”.

El organismo internacional había alertado que la inversión en la salud materna e infantil puede evitar la muerte de niños menores.
Comparando las cifras locales recientes y haciendo referencia a las recomendaciones de Unicef, vale preguntar por qué estamos retrocediendo, y cómo revertir esa tendencia.

Posted in Edición Impresa, Editorial, OpinionesEtiquetas

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas