Si los economistas teníamos dudas sobre la fragilidad del supuesto de la racionalidad de los agentes económicos, el pasado martes 19 de junio, un grupo de ciudadanos nos dieron una prueba contundente.

Para expresar su inconformidad por el elevado precio de los combustibles, realizaron un carreteo pacífico y bien organizado por algunas avenidas y calles del Distrito Nacional.

“Industria y Comercio es poco transparente cuando fija los precios”, “El PLD tiene que dejar vivir a la gente que trabaja y que hoy paga precios abusivos por la gasolina, porque ellos no dejan de robar y de crear los hoyos y déficit económicos contando con nosotros”, fueron algunas expresiones utilizadas en pancartas y en las redes sociales por los inconformes. Banderas de República Dominicana compitiendo con algunas verdes y otras rojas que identifican a determinados movimientos sociales, salían de diversos vehículos modestos, yipetas, y “lexuses”.

El primer golpe al supuesto de la racionalidad viene representado por el hecho de que este conglomerado de consumidores, para realizar la protesta, compró combustible al precio que considera abusivo y luego, lo consumió en una actividad de protesta, aunque dispendiosa, contra el Gobierno. Una actividad, dicho sea de paso, cuyo impacto en la función de utilidad del consumidor inconforme y de su familia, resulta imposible de determinar.

Una protesta realizada a pie, que no dé lugar a un aumento del consumo de combustibles y, en consecuencia, a un incremento de las recaudaciones del Gobierno que se critica por abusador, y por la supuesta falta de transparencia en la fijación de precios de los combustibles, hubiese reflejado un comportamiento menos irracional, más aún si se tiene en cuenta que el ejercicio físico contribuiría a mejorar la salud de los caminantes protestadores, reduciría los gastos médicos, y en consecuencia, liberaría recursos que podrían ser gastados en bienes y servicios que contribuirían a elevar el bienestar de estos consumidores.

El segundo golpe a la racionalidad viene dado por el hecho de que los precios actuales de la gasolina y el gasoil, medidos en dólares por galón, no son los más elevados que se han registrado en el período 2007-2018. Tomemos como ejemplo el precio de la gasolina regular. En la semana que se realizó el carreteo, el precio fue de US$4.55 el galón. Si nos quitamos, por un momento, las gorras moradas, azul-blancas, rojas, blancas y verdes, y observamos con detenimiento el primer gráfico de este artículo, nos damos cuenta que durante 271 de las 597 semanas comprendidas entre enero del 2007 a junio 23 del 2018, los consumidores pagaron por la gasolina regular un precio mayor que el que pagaron durante la semana del carreteo. No nos viene a la memoria carreteo alguno realizado en cualquiera de esas 271 semanas.

Pero más contundente aún, el salario mínimo promedio mensual durante la semana del carreteo, permitía comprar 52.5 galones de gasolina regular al mes. Ese salario, denominado en galones de gasolina regular, resultó ser mayor al que prevaleció en 441 de las 597 semanas transcurridas en el período 2007 – junio 23 del 2018. ¿Por qué estos grupos no realizaron carreteos similares en esas semanas en que el salario mínimo compraba menos gasolina que la que compra hoy? Los economistas no podemos explicarlo. Los sicólogos quizás.

No se coloquen las gorras todavía pues quiero que prestemos atención al tercer gráfico que acompaña a este breve artículo. Lo necesitamos para examinar la validez de la crítica que se hace el Gobierno, específicamente, al Ministerio de Industria y Comercio (MIC), por la supuesta falta de transparencia en la determinación semanal de los precios de los combustibles.

En esta gráfica colocamos el precio en dólares por galón de la gasolina regular en las estaciones de combustibles del país. Ese precio es fijado semanalmente por el MIC. Es la línea roja. Colocamos además el precio spot FOB, en el Golfo de los EUA, de la gasolina convencional, también en dólares por galón. El dato lo tomamos del portal de US Energy Information Administration (www.eia.gov). Ese precio es muy similar al de Platt’s que utiliza el MIC. Gorra a un lado, si observamos con cuidado el gráfico, se advierte que el precio que fija el MIC guarda una relación sumamente estrecha con el precio spot FOB de la gasolina regular en el Golfo de los EUA. Cuando este último sube, el que fija el MIC sube; y cuando baja en el Golfo, aquí también baja.

¿Qué el nuestro es mayor? Claro que sí. Pero eso no es por decisión de Danilo, mucho menos de Toca. Ha sido una decisión sabia, responsable y sana del Estado dominicano, tomada hace casi 20 años, cuando se decidió sustituir el traumático, errático y opaco diferencial del petróleo, por un sistema de impuestos ad-valorem y específicos sobre el consumo de combustibles, acompañado de un mecanismo semanal de determinación transparente de los precios de venta al público.

Los que consideren que esos impuestos son muy altos, y que el Gobierno debería bajarlos, deberían identificar la figura o figuras tributarias que compensarían los ingresos fiscales que se perderían. ¿Un aumento de la tasa del Itbis al 21%? ¿La eliminación total del deducible mensual de 34,685 pesos que se aplica a los asalariados para calcular la retención o pago del impuesto sobre la renta? ¿La eliminación de las exenciones del impuesto sobre la renta que reciben las zonas francas, los hoteles y las empresas fronterizas? ¿La eliminación de la Ley de Cine, de Desarrollo Fronterizo y de Proindustria? ¿La entrega a la DGII, por parte de las entidades financieras emisoras de tarjetas de crédito, de la información mensual de los consumos con tarjetas de crédito, con nombre y apellido de los contribuyentes y no contribuyentes del impuesto sobre la renta? ¿O preferían el Maduro Tax, es decir, que el agujero se cubra con emisiones de dinero sin respaldo del Banco Central?

Resulta obvio que la racionalidad que asumimos muchas veces los economistas en nuestros análisis, no parecería ser el fundamento del carreteo. Todo parece apuntar a que el 2020, está más cerca lo que pensamos.

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