En la mayoría de los países organizados, incluyendo Estados Unidos de Norteamérica, los agentes de la Policía y miembros del Cuerpo de Bomberos no pagan transporte público, lo que se traduce en un ahorro sustancial y aporte social por sus servicios.

En República Dominicana debería ocurrir lo mismo, pero sólo hasta el rango de capitan. Esto así, porque los policías “siempre están en servicio” y los bomberos hacen un trabajo de gran sacrificio, sobre todo, los voluntarios.

Aunque para muchos economistas la carga fiscal no es tan elevada en comparación con otros países, los contribuyentes directos jamás reciben compensación por su sacrificio ante el fisco y, esta sería una forma justa de obtenerla.

Esto no pone peso a la presión tributaria ni disminuye los ingresos de la Oficina Metropolitana de Transporte y, menos aún, del Metro de Santo Domingo y el teleférico. Empero, sí lo hace con la presión que les imponen los altos precios de la canasta familiar en relación con sus bajos salarios.

Este no es un planteamiento populista ni gracioso, sino un razonamiento basado en lo que a diario se ve en las calles, cuando estos servidores hacen esfuerzos extraordinarios y hasta toman prestado para trasladarse a su trabajo y a diligencias propias de sus funciones o personales.

Para esto, sólo sería necesario que presenten su placa o carnet de identidad a los conductores o responsables económicos de estos servicios al abordar, para transitar en las unidades sin tener que pagar por ello.

En un país como el nuestro, donde la mayoría de los ingresos que recibe el Estado toma un destino, a veces incierto o muy dirigido, justo es que se permita esta facilidad a quienes pudieran agradecer en determinado momento. Para ello, bastaría un decreto o disposición administrativa del Gobierno de turno y, nuestros policías y bomberos, de seguro, recibirían con agrado este servicio gratuito como compensación por sus servicios a la sociedad.

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