Sin dudas existe preocupación por la cantidad de temblores de tierra que ha ocurrido en los últimos años en República Dominicana, registrados en varias de las más de 10 fallas geológicas que atraviesan la isla y que, por la cercanía entre ellas, cuando una se mueve puede provocar que se muevan otras.

Este miedo aumenta en verano entre aquellos que saben que fue justo en dicha estación calurosa que hace 72 años se produjo en el país el terremoto más devastador que ha experimentado y que desató a su vez un tsunami que acabó con decenas de miles de vidas.

Aunque desde entonces no ha ocurrido un terremoto comparable, movimientos frecuentes de entre 4.2 y 5.3 en la escala de Ritcher, incluyendo en la semana pasada, han sacudido literalmente a una población con escasa experiencia en situaciones de este tipo, poco conocimiento de planes oficiales de evacuación y en general mucha confusión sobre el manejo adecuado en caso de sismos.

El legítimo estado de alerta y tensión que se vive siempre que ocurren varios eventos sísmicos en un lapso corto se agrava por la desinformación y la difusión de mitos sobre el tema.

Uno de estos mitos es la afirmación de que un calor inusual puede ser un indicio de que pronto habrá un temblor de tierra. Numerosos estudios han confirmado que no existe vínculo alguno entre el clima y los sismos. De igual forma no existe aval científico para la popular teoría de que los animales pueden predecir (y por ende con sus reacciones anunciar) estos fenómenos.

Otra de las falsas creencias, posiblemente la más arraigada, es la idea de que varios temblores de tierra seguidos (o en poco tiempo, como los de la semana pasada con epicentros en Las Terrenas y en Punta Cana) es bueno porque ayuda a liberar energía. Esto ha sido desmentido hasta la saciedad por los sismólogos y de hecho, estudios recientes realizados en Estados Unidos y publicados el pasado mes de mayo en la revista Science indican todo lo contrario: movimientos frecuentes y pequeños deslizamientos de placas tectónicas pueden anteceder un evento de gran magnitud.

Ante un fenómeno natural que hasta el momento es prácticamente imposible de predecir y que muchas veces trae consigo graves consecuencias, hay que estar prevenidos, teniendo en la mente un plan de acción en caso que algo suceda, ubicando en la casa espacios aptos para el triángulo de la vida y tomando el tiempo de informarse para tomar decisiones más inteligentes.

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