De nuevo la política de “tolerancia cero” hacia la inmigración irregular cobra amplia atención en Estados Unidos. Y esta vez arrastró a la primera dama, quien emitió una declaración que puede ser vista como crítica de esa política, pero en realidad pone el foco en los bandos en el Congreso que tienen responsabilidad sobre la materia.

La cuestión es que la impetuosidad del presidente Donald Trump conduce a escenarios inusitados, que ponen en duda el sentido de humanidad de una nación como la norteamericana.

Quizás motivada en esa inquietud es que la primera dama Melania Trump autorizó la declaración de su directora de comunicación, Stephanie Grisham:

“La señora Trump odia ver a los niños separados de sus familias y espera que las dos partes en el Congreso puedan finalmente ponerse de acuerdo para lograr una reforma migratoria exitosa… Ella cree que debemos ser un país que sigue todas las leyes, pero también un país que gobierna con corazón”.

Obviamente, la primera dama ha sido conmovida por las escenas de los agentes separando a los niños inocentes de sus padres inmigrantes al margen de la ley y reclama una solución para evitar esos dramas.

Ya van 1,995 menores en la frontera con México separados de sus padres en apenas un mes y medio. Eso no puede ser. La política de “tolerancia cero” no debe llegar a esos extremos.
Necesariamente hace que las personas piensen en los horrores de la segunda guerra mundial.

Imagínese que eso ocurra en un país como República Dominicana que diariamente detiene en la frontera decenas de inmigrantes ilegales. Las críticas lloverían de todas partes, aún en medio de los más encendidos rechazos en el primer mundo a las oleadas migratorias.

Al menos, las dramáticas imágenes de niños arrancados de los brazos de sus padres son lo suficientemente conmovedoras para que el liderazgo norteamericano reaccione, y no en la dirección de hacer más eficiente la política de “cero tolerancia” como desea Melania, sino manejando la cuestión como un problema humanitario, moral.

No es justo que mientras Estados Unidos reclama el respeto de los derechos humanos a nivel global sea el primero en violarlos en nombre de la seguridad nacional.

La protección de los niños y sus derechos es un valor universal.

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