En la semana que recién concluye, el Ministerio de Agricultura anunció la suspensión del suministro de agua para los canales de riego de la provincia de San Juan de la Maguana, al mismo tiempo que el Banco Agrícola anunció la suspensión de los desembolsos crediticios para las siembras de arroz y maíz en el valle de San Juan, medidas que se mantendrán mientras persista el bajísimo nivel del agua en la presa de Sabaneta, ubicada sobre el río San Juan, ya que actualmente el nivel del agua en la presa está en la cota 623 msnm, cuando su cota máxima operacional es la 644 msnm, lo que indica que actualmente la presa de Sabaneta tiene unos 69 pies por debajo del nivel máximo operacional, y es bien sabido que cuando el agua escasea en una determinada región, es obligación priorizar el agua disponible para el consumo humano a través de los acueductos.

Igual situación ya se había presentado en el año 2015 con la presa de Valdesia, ubicada sobre el río Nizao, la cual llegó a estar en la cota 135 msnm, cuando su cota máxima operacional es la 150 msnm, lo que obligó a suspender el suministro de agua a los canales Marcos A. Cabral y Nizao-Najayo, para priorizar el agua para el acueducto de Santo Domingo, que desde Valdesia recibe 140 millones de galones de agua cada día, y para el acueducto de San Cristóbal, que recibe 20 millones de galones de agua al día; pero, al mismo tiempo, igual situación se presentó en las presas de Tavera y Bao, ubicadas sobre los ríos Yaque del Norte y Bao, pero interconectadas por un canal, presas que llegaron a estar en la cota 310 msnm, cuando su cota máxima operacional es la 327.50 msnm, siendo necesario suspender el suministro de agua para los canales de riego y priorizar el agua disponible para el acueducto de Santiago, que diariamente recibe 125 millones de galones de agua, y para el acueducto de Moca, que diariamente recibe 25 millones de galones de agua.

Algunos munícipes de San Juan de la Maguana nos escribieron a través de redes sociales, culpando a las actividades mineras de esta falta de agua en San Juan, pues según algunos de ellos “donde hay minería no hay lluvias”, y según otros “podría ser que la empresa minera que allí explora esté desviando las aguas del río San Juan para utilizarlas en sus explotaciones mineras”, lo que indica que las instituciones deben compartir más información con la población sobre la minería y sobre la diferencia entre exploración y explotación, sobre el clima y sobre los factores que inciden en los patrones de lluvias regionales, y sobre nuestras represas y nuestras cuencas hidrográficas.

Y la explicación sería muy sencilla, pues en primer lugar debíamos preguntar ¿cómo podríamos pensar que la falta de agua en la presa de Sabaneta es atribuible a una operación minera que allí no existe? Pues, toda persona mínimamente informada sobre temas mineros debía saber que en San Juan de la Maguana no hay explotaciones mineras, y con mayor razón debían saberlo las personas residentes en San Juan de la Maguana, pues allí hay un programa de exploración minera, pero hay una diferencia abismal entre exploración minera y explotación minera.

En segundo lugar, debíamos saber que Bonao, zona minera, es la zona con mayor cantidad de lluvias en el país y en las Antillas, ya que en Bonao caen anualmente hasta 3,500 milímetros de lluvias por cada metro cuadrado, y desde el año 1971 en Bonao se desarrolla una gigantesca operación minera a cielo abierto, que ha estado moviendo hasta 10,000 toneladas de mineral diariamente, habiendo sido esa operación la novena productora mundial de níquel, y en Bonao nunca ha dejado de llover.

Adicionalmente a lo anterior, el río Yuna, el cual pasa por las tres grandes operaciones mineras del país: Bonao, Maimón y Cotuí, es el río más caudaloso del país, con un caudal promedio de 91 metros cúbicos por segundo, caudal que es represado en Hatillo, represa que se mantuvo llena de agua durante la sequía del año 2015, y actualmente se mantiene llena, pues su cota actual es la 86.15 msnm, mientras su cota máxima operacional es la 86.50 msnm, evidenciando que el régimen de lluvias de una determinada zona del planeta Tierra no tiene absolutamente nada que ver con operaciones mineras que allí existan; del mismo modo que el fuerte calor del verano no tiene absolutamente nada que ver con los terremotos, sin embargo, muchas personas creen que cuando hace mucho calor se ha de producir un fuerte terremoto, y no es así.

Las creencias son simplemente creencias, y no tienen nada que ver con lo que establecen las ciencias.

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