En estos tiempos, son muchas las situaciones en las que debemos caminar ante los problemas y situaciones difíciles que se nos presentan, teniendo la confianza de que alguien que está por encima de nosotros y nos ama profundamente, va a convertirse en el soporte y solución de todos esos problemas. Esa confianza es la fe. Y ese alguien es Jesús.

La fe es la creencia cierta de que existe la esperanza. La fe es la convicción firme de que alguien nos cuida, nos protege y se entrega por nosotros sin pedirnos nada a cambio. Dice la Biblia en Hebreos 11:1 que la fe “es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Nadie, no importa el lugar que ocupe en la sociedad, la creencia que posea o la riqueza que haya podido acumular, puede vivir su vida llena de paz, amor y felicidad, si su corazón no está lleno de fe. Los cargos públicos o la fama, terminan en cualquier momento. Las creencias sin una fe firme se convierten en tormentos permanentes. Y la riqueza sin un fundamento de fe en Jesús, es sólo un camino expedito para la vanidad, la prepotencia y las malas acciones.

Hace unos meses, ante una difícil situación que vivimos en mi familia, escribí un artículo con un mensaje que recibí de mi Señor y Salvador, lleno de fe, esperanza y tranquilidad, el cual nos permitió enfrentar ese momento y lograr salir airoso, con dos hermosas razones para seguir caminando con la alegría en la vida. A continuación, reproduzco para mis lectores los aspectos esenciales de ese mensaje:

“En momentos de dificultad, casi siempre lo primero que se pierde es la fe. Y como consecuencia de eso, llega la pérdida de toda esperanza.

“Cuando perdemos la fe, llega el desaliento y la incertidumbre. La falta de fe es la desconexión con Dios. Y la fe se vive y se practica cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. La fe se vive, no se discute ni se publicita vanamente.

El apóstol Pablo dijo lo siguiente: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

“Cuando sientas que el mundo se te derrumba, cuando te llenas de temor por el presente y de pavor por el futuro, no pierdas la fe ni dejes de orar, busca el amor de Dios que siempre está ahí a tu lado, porque como dice 1era de Juan 4:18: “El perfecto amor echa fuera todo temor”.

“También, cuando sientas que has llegado a la cima, que tu familia ha logrado paz y tranquilidad permanente y que todo está color de rosas, no te olvides de profundizar tu fe y orar para darle gracias a Dios por todo lo que te ha dado, aunque muchas veces no te lo merezcas.

“Nunca pierdas la fe ni dejes de orar. Nunca te olvides que Dios está contigo y no hay problema grande, sino un Dios más grande que cualquier problema.

“En todo momento hay que tener fe y no cansarnos de orar. Y seguir el consejo que le dio Jesús a Jairo en Marcos 5:36: “No temas, cree solamente”.

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