Primeros meses de 1966

Con esta entrega se termina la charla radial de Juan Bosch, a través de la cual ha podido apreciarse su facilidad para elucubrar ampliamente sobre una situación dada. Sin duda, fue un maestro del cuento, y en esta charla se pone de manifiesto. Con el final de la alocución, sin embargo, no concluye en absoluto el tema relacionado con este asunto. Faltan interesantes opiniones de juristas, editoriales, y, en especial, lo relacionado con Antonio Imbert Barrera, todo lo cual se irá incluyendo en Páginas siguientes.

Final de la alocución radial de Bosch
14 de marzo 1966.

“El joven que se metió en el patio del cuartel de los ranas hizo declaraciones, no como dijo él en la televisión del Gobierno, porque le dieron golpes y lo obligaron a hablar. Eso no es cierto. Un periodista extranjero que lo vio en la Policía nos contó que tenía ligeros rasguños en el vientre que parecían hechos por ramas o espinas mientras andaba huyendo. Declaró también, y esto en la Policía, que él había entrado a hacer una necesidad, y nosotros decimos que para hacer una necesidad no hay que caminar medio kilómetro por el monte y mucho menos llegar a 50 varas de un cuartel de hombres ranas.

“Y decimos que ninguna persona sorprendida haciendo una necesidad tiene que salir huyendo, y mucho menos con tanta malicia para huir, y aseguramos que nadie que trabaje en un campamento de soldados extranjeros y que ande con un uniforme de soldados extranjeros, tiene que ir a hacer necesidades a un sitio tan raro, como un cuartel de ranas dominicanas.

“No se justifica que cuando nadie sabía nada de lo que estaba pasando sonaran ráfagas de tiros a medio kilómetro, como para llamar la atención de los ranas, para que no siguieran actuando; no se justifica que nadie llamara al presidente de la República para darle una falsa información, que podía producir una orden del presidente deteniendo la persecución; y mucho menos se justifica que el sospechoso haya sido presentado en la televisión del Gobierno, lanzando una acusación contra los militares que custodian nuestra casa, sin ton ni son, sin que se hubiera explicado a los televidentes qué pasó, qué había pasado, por qué fue detenido, qué estaba haciendo cuando fue detenido.

“Lo que ese joven, que dice llamarse Pedro María Pimentel sin que podamos decir que de verdad se llama así, lo que ese joven, decimos, declaró y firmó, lo sabemos nosotros y no vamos a decirlo al público. Debemos aclarar, sin embargo, que ningún dominicano, ni civil, ni militar, ni político, ni de ninguna profesión está envuelto en las declaraciones que él hizo.

“Nosotros quisimos mantener ese episodio fuera de la publicidad por muchas razones que consideramos de importancia política. El informe fue dado por nosotros mismos al embajador Penha Marinho, de la Comisión Especial de la OEA; al señor Ramos Oliveira, representante de las Naciones Unidas, y al Cuerpo Diplomático, porque las declaraciones del que dice llamarse Pedro María Pimentel tienen puntos que toca a los señores representantes extranjeros y no al Gobierno dominicano conocer y tratar.

“El pueblo dominicano los conoce muy bien. El pueblo sabe que nosotros no ordenamos ni toleramos abusos ni atropellos. El pueblo sabe que si un soldado de los que están cuidando la casa nuestra o un civil de los que trabajan con nosotros en las actividades políticas hiciera algo incorrecto, aunque lo hiciera sin querer, pediríamos inmediatamente que lo sacaran de nuestro lado. Todos los soldados del mundo, sean americanos, sean ingleses, sean dominicanos, hacen lo que les mandan sus jefes; porque desde que un civil entra en un cuartel para empezar su vida militar, comienza a ser educado para que obedezca órdenes.

“Todo el que piense que un soldado extranjero se comporta mejor que un soldado dominicano, todo el que cree que un soldado extranjero no hace las cosas que hace un soldado dominicano, está equivocado porque no conoce cómo trabaja la organización militar, cómo es la mentalidad de un militar. Cuando a un soldado de cualquier país del mundo le ordenan que tire, tira; si le ordenan que golpee, da golpes. Los soldados dependen de sus jefes, por eso es necesario que haya gobernantes respetuosos de la ley, de la vida humana, de los derechos y la dignidad del hombre y que los jefes militares respeten las órdenes de esos gobernantes.

“Por eso es necesario que los gobiernos y los jefes militares mantengan el criterio de que los militares y los policías no deben maltratar a la ciudadanía, porque si los soldados y los policías reciben orden de maltratar, maltratan. Cuando hay gobiernos y hay jefes militares respetuosos de la vida humana, de los derechos y de la dignidad del hombre, el pueblo vive en paz, porque el pueblo vive en paz siempre que se le permita ejercer sus derechos, sin que por ejercerlos tenga que recibir tiros o palos. Recuerden que en los siete meses del gobierno constitucional que nosotros encabezamos no hubo en este país un desorden, ni un policía tuvo que tener miedo de que un civil le diera un tiro ni los soldados tenían que salir a la calle armados, porque entonces los soldados y los policías no tenían enemigos.

“Los jefes no ordenaban atropellos, porque nosotros les decíamos constantemente a los jefes que el pueblo debía ser tratado con respeto y consideración y para poder ordenarles a los soldados y a los policías que atropellaran al pueblo, hubo primero que hacer preso al Presidente de la República. Los soldados y los policías de 1963 eran los mismos de ahora, ¿por qué actuaron bien en 1963? Porque las órdenes que recibían eran las de actuar bien y esas órdenes las dábamos nosotros en el Gobierno cuando teníamos el poder y podíamos abusar de él. A quién se le ocurre que hoy, cuando no somos Gobierno, que vamos a hacer lo contrario.
Donde estemos nosotros no puede haber un atropello; no puede atropellarse ni siquiera a un sospechoso que haya sido sorprendido en un cuartel militar vestido con un uniforme militar extranjero sin nada encima que lo identifique.

“Hemos dicho todo esto para que el pueblo sepa cómo debe responder a las mentiras que están haciendo circular algunas personas, no porque tengamos necesidad de aclarar ante el país nuestra manera de ser. El pueblo nos conoce, el pueblo dominicano es demasiado inteligente y conoce el cojo sentado y el ciego durmiendo. Este pueblo sabe buscar la verdad por debajo de la mentira; ya conoce la verdad y armado de la verdad hará su camino, hacia la libertad y la justicia.

“Hasta pronto, si Dios quiere, dominicanos”
Continúa la próxima semana.

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