En fin, que, como iba diciendo en la entrega anterior, algunas de las películas que vi en el ahora difunto cine Leonor me resultan particularmente inolvidables debido a ciertos acontecimientos que ocurrieron durante la proyección, lo que no quita que las películas sean también igualmente memorables.

La primera de ellas, titulada “El tercer sexo”, se relaciona, aunque parezca un absurdo, con “Las aventuras de Rin Tin Tin”, una serie de televisión que daban en los años de 1950 y 1960.

Rin Tin Tin era un perro, un pastor alemán (y sigue siéndolo todavía en la magia del celuloide), pero además era un patriota, un soldado, y su amo era un niño llamado Rusty, al cual los indios habían dejado huérfano. Habían sido criados “por los soldados de un puesto de la Caballería de los Estados Unidos. Él y su perro pastor alemán, Rin Tin Tin, ayudan a los soldados a establecer el orden del Lejano Oeste”. [1]

Dicho de otra manera, Rusty y Rin Tin Tin luchaban a favor de las tropas de ocupación usamericanas que habían arrebatado sus tierras a las naciones indias durante la feroz conquista del oeste en la segunda mitad del siglo XIX. Rinti era cariñoso, fiel y sobre todo disciplinado. Cuando su joven amo le decía “Ahora Rinti” el perro saltaba sobre los malos y los reducía a la obediencia o bien cumplía sin chistar una misión imposible.

“El tercer sexo” no es una película sobre perros, sino sobre personas raras, diferentes, como se explica en el título original (“Anders als Du und Ich”, “Diferente de tú y yo”). Uno de los raros o diferentes de la historia es Klaus Teichmann, un joven que comienza a frecuentar malas compañías, a manifestar ciertas desviaciones que alarman a sus padres, sobre todo a su madre.

Klaus pasa mucho tiempo con Manfred, su rubicundo y un poco amanerado compañero de estudios de la universidad. A través de Manfred conoce a Boris Winkler, un refinado coleccionista de mediana edad, amante de la música electrónica, el arte moderno y los efebos. Klaus queda envuelto en una especie de telaraña que le provoca desorientación respecto a su identidad sexual. En resumen, la música que escucha y las relaciones peligrosas que establece pertenecen al ámbito de la cultura gay y el joven Klaus está a punto de torcerse, se inclina enfermizamente hacia el tercer sexo y nadie parece conocer la cura de la enfermedad. Salvo la madre.

La madre de Klaus, la señora Teichmann, es una persona lúcida, pragmática, y está dispuesta a probar cualquier medicina que ponga remedio a la patología o desorientación sexual que sufre el hijo.

La idea es tan simple como brillante. Se pone de acuerdo con la hermosa Gerda, la criada, para que seduzca al hijo y lo conduzca por el sendero de salvación.

La escena de la seducción es de antología. Con un cuaderno de dibujo y crayón, Klaus entra a la habitación de Gerda, donde se escucha música de Chopin, le dice que quiere hacer un dibujo de su rostro y Gerda acepta, coquetea alegremente con sus hermosas piernas y Klaus la rechaza. Gerda se sienta sobre la cama y se va insinuando poco a poco. Gerda sugiere más que lo que muestra en principio, pero en algún momento, un poco como al descuido, muestra parte de su agraciado y casi nuevo testamento y Klaus se molesta y le pide que se cierre la bata. Gerda cambia de táctica, adopta una actitud más agresiva, se acerca a ver el dibujo, acerca su rostro encantador al de Klaus y Klaus la rechaza, le dice que vuelva a su lugar en la cama. Ella decide cambiarse de atuendo y se quita la bata detrás de un biombo, pero Klaus la ve por el espejo y esta vez no permanece indiferente, siente quizás que algo le hace cosquillas por dentro. Ella le pide que le acerque una prenda de vestir y Klaus obedece. Con el biombo de por medio sostienen un encendido intercambio de palabras. El cortejo comienza finalmente a surtir efecto, despierta el morbo virginal del inexperto Klaus y cuando Gerda advierte que el joven está casi a punto de caramelo, vuelve a ponerse la bata y sale por la ventana al jardín, emprende una fuga ficticia, se cae o se tira al suelo, se derrama en el suelo con la bata suelta, mientras se supone que Klaus, convertido en fiera enardecida, la persigue como el viento del poema de García Lorca “con una espada caliente”.

Recuerdo que casi no podía respirar en ese momento, creo que nadie en el Leonor estaba respirando bien en ese momento. La tensión nos embargaba a todos, todos anticipábamos con delectación el desenlace previsto y cuando esperábamos que Klaus le saltara encima a la suculenta Gerda alguien gritó “Ahora Rinti” y Rinti saltó sobre su presa y ahí fue Troya.

El cine se vino abajo con una brutal carcajada. Ciertos detalles no los recordaba hasta que volví a ver la película, porque el estruendo sacó la escena de contexto y ahogó el contenido, pero lo cierto es que Rinti saltó sobre su presa, la devoró metafóricamente y se curó para siempre.

A la mamá le metieron seis meses por proxeneta, pero había descubierto una cura más efectiva que todas las terapias de reorientación sexual “(también conocidas como terapias de conversión sexual, reparativa o de deshomosexualización)”. Más efectiva quizás que las oraciones y el consejo religioso, la terapia de aversión, el psicoanálisis, el hipnotismo. Sin olvidar, por supuesto, el jarabe de ipecuana para inducir al vómito cuando se tienen malos pensamientos.

Un remedio más efectivo, en fin, que los resultados que se obtienen en los cursillos cristianos que tratan la homosexualidad como patología a curar o que los choques eléctricos en los testículos que en Rusia todavía se aplican con el mismo fin.
Notas: “La Freiwillige Selbstkontrolle der Filmwirtschaft (FSK), un servicio de autocontrol de la industria del cine, no permitió el estreno de la película, que le fue entregado con el título de Das dritte Geschlecht (‘El tercer sexo’). La prohibición se justificó diciendo que la sensibilidad popular condena la homosexualidad y sus peligros debían ser destacados, mientras que una película como esta precisamente intentaba conseguir comprensión para los homosexuales. Una película de este estilo sólo podía ser aplaudida por los homosexuales, mientras que ‘todos los círculos sociales que todavía tienen sentido de la decencia y de la justicia (y esto representa la gran mayoría del pueblo) se verán ofendidos en lo más profundo de sus sentimientos”’.​

“Más tarde se estrenó una segunda versión, aprobada por el FSK para mayores de 18 años, con escenas en parte rodadas de nuevo, en parte son diálogos doblados de nuevo, que fue percibida en general como homófoba. La nueva versión tenía el título Anders als du und ich. El comerciante de arte, que en la versión original huía hacia Italia, era ahora detenido en la estación de tren. La madre, que en la versión original era condenada a la cárcel, ahora sólo era condenada a libertad condicional. Se eliminó la escena en la que el comerciante de arte habla con un abogado homosexual, al igual que una escena en la que se encuentra con amigos extranjeros, para no levantar sospechas de que hay homosexuales en importantes puestos en la sociedad. En Austria, la película siguió siendo vista en la versión original bajo el antiguo título de trabajo Das dritte Geschlecht.” [2]

“En resumen, Anders als Du und Ich es una joya rara del cine alemán de la posguerra, excitante y ridícula, pero tiene el mérito de hablar de cosas que no hablábamos en el cine de los años 50”. [3]

Una versión alemana con subtítulos en inglés puede verse en: https://youtu.be/q5fl2HYL2Lk.
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[1] Las aventuras de Rin tin tin – Wikipedia, la enciclopedia libre, https://es.wikipedia.org/wiki/Las_aventuras_de_Rin_tin_tin
[2] Anders als du und ich – Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Anders_als_du_und_ic
[3] Sniff and Puff: Anders als du und ich (Veit Harlan, 1957)
http://sniffandpuff.blogspot.com/2008/09/anders-als-du-und-ich-veit-harlan-1957.html

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