Este es el primer parque submarino de República Dominicana, que fue declarado como tal en 1974

A unos 20 kilómetros del Gran Santo Domingo y frente al Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA) se encuentra el Parque Submarino La Caleta, el primer parque submarino en República Dominicana.

Con una profundidad máxima de 180 metros, es además uno de los destinos preferidos para los aficionados al submarinismo, que suelen aprovechar los diferentes niveles de fondo de entre 10 y 50 metros, en los cuales se pueden encontrar arrecifes naturales y artificiales, que son el hábitat de diversas especies de peces en colonias coralinas que son su refugio y alimento.

Entre las atracciones del parque está el Hickory, un barco hundido en 1986 que estimula el desarrollo de los arrecifes y sirve como refugio para la biodiversidad marina.

Fue nombrado Parque Nacional mediante la ley No. 67 el 8 de noviembre del 1974, y declarado Parque Nacional Submarino mediante el Decreto 1026-86-249 del Poder Ejecutivo, del 30 de septiembre del 1986.

Los parques acuáticos, sin lugar a dudas, son uno de los sitios con mayor afluencia de personas de todas las edades, y éste no es la excepción. Sin importar día, niños y adultos visitan La Caleta para pasar un buen rato, ya sea buceando o nadando en una parte del parque en la que está permitido, o disfrutando de la vista.

En el parque se construyó el Museo Panteón Arqueológico, un cementerio indígena donde había osamentas de gran valor arqueológico, que pertenecía al cacicazgo de Higüey cuyo cacique era Cayacoa, según registra la historia. Hace 11 años las piezas fueron retiradas, y aunque se dijo que serían llevadas al Museo del Hombre Dominicano, en realidad no hay certeza de su destino y la infraestructura se ha ido deteriorando con el paso del tiempo.

El nombre del parque proviene de la formación de su playa, ya que es una ensenada pequeña o una caleta, es decir, una costa con inexistencia de playas pero abundante en rocas.

El parque ocupa una superficie de 12.1 kilómetros cuadrados, y tiene una topografía irregular con tres terrazas bien definidas, extendiéndose paralelamente a la línea costera. Se encuentra al sureste del área metropolitana en el municipio de Boca Chica.

Todo el que visita el lugar conoce a Gregorio Bautista, un instructor de buceo con 45 años de experiencia en el submarinismo, que precisamente nació en lo que hoy es el parque.

Bautista, quien buceó en decenas de países, cuenta que para desarrollar la biodiversidad marina del lugar fueron hundidos cuatro barcos: el Hickory, el Don Arturo, el Don Quico, y el Limón. “Aquí se han filmado varias películas, además cuando se hundió el primer barco (el Hickory) yo participé, estuve en esa ocasión con dos camarógrafos abajo viendo todo”.

El Hickory es hoy en día el hogar de coloridos peces tropicales atraídos por la colección de esponjas marinas y corales incrustantes. El Limón, de acuerdo con el Ministerio de Turismo, se encuentra a sólo 274 metros (900 pies) del Hickory. Este es un remolcador de acero de 21 metros (69 pies) que fue hundido deliberadamente en 1998 para que sirviera de atracción.

El parque, administrado por Pedro Castillo, del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, es visitado por decenas de personas diariamente, que por lo general van a bucear. Muchos llevan sus equipos, otros los alquilan allá mismo. Pero siempre se sumergen con la supervisión de los instructores, que regularmente se mantienen monitoreando el área en yolas.
“La experiencia que ofrecemos aquí es inigualable, porque al ser el primer parque submarino del país la gente viene ansiosa por conocer toda la diversidad de especies que habitan en estas aguas, pero también llegan otros que solo quieren aprovechar la vista para hacer fotos por la variedad de plantas o estar tranquilos”, cuenta Castillo.

Este destino turístico, cogestionado además por la Fundación Reef Check, cuenta con una diversidad de especies marinas peculiar. Según el representante de Medio Ambiente, ahí existen peces y corales únicos en el Caribe. Los más abundantes son el coral negro, el rojo, el blando, el jengibre y el ñame, gran parte de ellos sembrados por los antiguos administradores y por el propio Bautista, quien además es encargado de operaciones en el parque.

“El coral negro se ve poco al bucear, porque está muy profundo. Pero así es mejor, porque antes lo venían a buscar artesanos para hacer joyería, pero no está permitido, ya que se estaba extinguiendo. El coral negro es uno de los más caros, la libra puede costar hasta 250 pesos”, dijo Bautista, quien también señaló que una de las dificultades que enfrentan continuamente son las personas que intentan coger otras especies prohibidas, que al ser atrapadas son llevadas al Ministerio de Medio Ambiente, donde se les hace un oficio, para luego ser sometidas a través del Servicio Nacional de Protección Ambiental (Senpa).

De acuerdo con la Red de Turismo Arqueológico, en el año 1972, La Caleta se constituyó en el centro de la comunidad científica al descubrirse 373 osamentas pertenecientes a grupos indígenas precolombinos.

El hallazgo tuvo gran importancia debido a que los restos estaban asociados a tres componentes culturales que habitaron la isla: ostionoide, eleno ide tardío y taíno tardío; las osamentas datan de 650, 750 y 840 años de antigüedad de nuestra era, según Turismo.

El levantamiento del yacimiento tuvo una duración de dos años, los trabajos de rescate fueron realizados por los arqueólogos Fernando Morbán Laucer, Luis Chanlatte Baik y Manuel García Arévalo, con los auspicios del Estado dominicano, contando, además, con la participación de investigadores de los Estados Unidos y Puerto Rico.

En el año 1974, el presidente Joaquín Balaguer inauguró el Museo-Yacimiento Arqueológico La Caleta, pero de eso solo quedan ruinas, ya que las piezas fueron trasladas a otro lugar hace 11 años.

El parque se maneja legalmente bajo el concepto de cogestión, entre el Ministerio de Medio Ambiente y la Fundación Reef Check.

Pesca ilegal es un reto en La Caleta

El administrador del parque, Pedro Castillo, lamenta que, a pesar de la gran cantidad de turistas que van a bucear y a otro tipo de actividades recreativas, muchos delincuentes aprovechan para sacar especies protegidas, lo que ha afectado la biodiversidad. La Academia de Ciencias dice en ese sentido que el declive de las poblaciones de peces de La Caleta es “alarmante”, pero hay esperanzas. Señalan que estudios en áreas marinas protegidas alrededor del mundo muestran que las poblaciones de peces arrecifales pueden recuperarse en 4-6 años, si las regulaciones de pesca y su cumplimiento son efectivos. Castillo señala que, si la pesca alrededor de La Caleta se reduce y las regulaciones del parque se respetan todavía más, los pescadores que presten servicios a los buzos en el centro acuático podrán recibir mejores ingresos. “La recuperación de las poblaciones de peces generará beneficios para las comunidades de La Caleta y Boca Chica, así como para los turistas y el ecosistema marino”, advierte en ese sentido la Academia, que pondera que los pobladores sigan valorando este destino turístico.

Pedro Castillo
Cada uno de los peces que están ahí merecen ser conservados, porque de ellos como fauna depende que el parque siga siendo parque”.

Gregorio Bautista
El coral negro se ve poco al bucear, porque está muy profundo, pero eso es bueno porque antes lo venían a buscar artesanos para hacer joyería”.

Academia de Ciencias
La recuperación de las poblaciones de peces en La Caleta generará beneficios para las comunidades de La Caleta y Boca Chica”.

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