No somos un país futbolero sino beisbolero, sobra decir, aun tengamos ya una liga de fútbol. Pero eso no nos impide integrarnos cada cuatro años a la fiebre futbolista mundial en ocasión de la Copa Mundial de Fútbol, el deporte rey a nivel planetario, que acaba ahora de comenzar en Rusia. Disfrutaremos por el momento de este furor, un gran suceso deportivo en la misma línea de las Olimpiadas y el Clásico Mundial de Béisbol. Nos cae particularmente bien como entretenimiento en medio de la deprimente cotidianidad noticiosa que nos gastamos: Odebrecht, corrupción, ley de partidos y electoral, feminicidios, delincuencia, calor. El balompié no nos interesa tanto, pero esto es una ocasión especial y ahora será objeto de mucho interés.

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