La constancia en la vida espiritual es primordial para llevar el nivel de fruto que Dios demanda de nosotros y recibir guianza divina para encarar los retos de nuestros días. El verdadero amor a Dios nos lleva a algo más que un hábito, a un compromiso. Es hora de dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Pero aunque Dios nunca nos pagará con la misma moneda, si decidimos usar la divisa Cesarina para lograr nuestros objetivos, no nos extrañemos que en su momento no alcancemos a comprar lo que solo del cielo se puede adquirir. Cambiemos la comodidad por el temor a Dios y la libertad por entrega oportuna e inteligente, esas llaves abren el corazón de Dios en todo tiempo!

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