Politólogos han sustentado que las opciones de un líder son dos: hacer lo que la generalidad quiere y tener firmeza de mantener los objetivos estratégicos. Hace lo primero, los dirigidos dirigen. Si hace lo segundo, puede correr el riesgo de no ser comprendido y provocar que disminuyan sus seguidores. Para un buen líder, procede hacer lo que quiere la generalidad, si se acerca al camino de su estrategia. Se fortalece en lo inmediato. Si la posición es incomprendida, debe explicarla con prudencia, manteniendo la firmeza necesaria.

Se confunde poner el oído en el corazón del pueblo, con hacer lo que el pueblo quiere. Oírlo, permite definir métodos y medir consecuencias, para no apartarse de los objetivos estratégicos. De igual manera, es arriesgado dejar que la emotividad lo dirija.
Las diferencias de cómo proceder en este momento político, se manifiestan en definir el momento y el qué hacer, relacionándolo con la estrategia. Las posiciones no implican, necesariamente, diferencias ideológicas, sino de enfoques tácticos y metodológicos. Aunque implican, a la larga, posiciones ideológicas. Se puede pregonar una posición progresista, como se le atribuye a algunos de conducir por la izquierda, pero aparcándose a la derecha. Ahí la táctica se engulle a la estrategia.

Mantener los objetivos estratégicos de consolidar el Estado y sustentar los derechos fundamentales, incluidos los de última generación, es defender la razón fundacional del PLD. Apartarse de ellos, es terminar aparcándose equivocadamente.

La Constitución proclamada en el 2010 trae esos dos grandes objetivos; defenderla es sustentar la razón que justifica la existencia del PLD.

Este ha sido el eje del comportamiento del Dr. Leonel Fernández, a propósito de su oposición a que por ley se le ordene las primarias simultáneas, abiertas o cerradas. Él ha explicado sus argumentos, el más sobresaliente es que los partidos se sujetan al derecho privado, por lo que se privilegian con el derecho fundamental de libre asociación y, por tanto, de decidir la escogencia de sus propuestas de candidaturas.

Las presiones de toda naturaleza, para hacerlo cambiar, no prosperaron. No ha cedido, para evitar que la estrategia sea engullida. Ha habido quien, hasta de su entorno, pretendía que adelantara su candidatura presidencial. No lo hizo, entre otras cosas, para no confundir su objetivo de respeto constitucional con un interés. La firmeza de un liderazgo, a veces perturba hasta a sus seguidores. Es que ceder constituye renunciar al papel de ser la expresión de una causa. Corroborar con la alteración de esa Constitución es apartarse de los objetivos estratégicos contenidos en ella.

Se calculó erradamente, cuando se creyó que si presionaban con mucha fuerza, él cedería. Decían, él “cede porque evita los conflictos”. La firmeza en su posición lo llevó a expresar lo inesperado “si las imponen, es forzado” y tiene consecuencias.
Es que el Dr. Leonel Fernández se ha templado como líder y en vez de reducirlo se ha consolidado, no podrá evitarse su triunfo en los comicios de 2020.

A algunos sorprendió que aceptara de inmediato la propuesta del presidente Medina, de diálogo y consenso. La política no es emotividad, es ideas razonadas e inteligentes. Mucho menos es doblar un pulso.

Es frecuente creerse que el liderazgo es hacer lo que todos quieren. El líder es una causa, para dirigir no puede apartarse de la estrategia compartida.

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