Tipos de familias que prevalecen en la sociedad dominicana

La familia, como un sistema abierto, transita diferentes etapas que generan estrés cada vez que se pasa de una etapa a otra, por la necesidad de que todos sus miembros se ajusten a los cambios que se producen.

Antes, papá, mamá e hijos eran la figura tradicional de una familia. Los cambios y la evolución de la sociedad han llevado a que tanto la figura como sus papeles se hayan transformado

La familia, como un sistema abierto, transita diferentes etapas que generan estrés cada vez que se pasa de una etapa a otra, por la necesidad de que todos sus miembros se ajusten a los cambios que se producen. Las familias funcionales pueden adaptarse a estos cambios, mientras que las familias disfuncionales no. Estas etapas serían: formación de la pareja, familias con niños pequeños, familias con hijos adolescentes, familias con hijos adultos y el nido vacío.

Así lo explica la psicóloga Vanessa Espaillat, quien dice que para abordar el tipo de familia que prevalece en nuestra sociedad hay que tomar en cuenta el marco histórico donde nos ha tocado vivir, los cambios sociales y los modelos económicos, ya que todos estos elememtos influyen en la formación de la familia en la sociedad dominicana.

“Según la clasificación, por su composición familiar, prevalecen en nuestro país las familias Monoparentales (padres o madres solteros que viven con sus hijos), y las Reconstituidas, (las que se forman cuando ambos miembros de las parejas, o un miembro de la pareja, vienen de divorcios y tienen hijos con sus parejas anteriores), generada por la alta tasa de divorcio que existe actualmente en nuestro país,” abunda Vanessa.

Asegura que la familia Nuclear (padre, madre e hijos) ha disminuido. También, debido a los problemas económicos las familias de Tres Generaciones prevalecen, pues las nuevas parejas no tienen los ingresos suficientes para poder cubrir los gastos de un hogar independiente de sus padres, por la realidad de los sueldos bajos que existen en nuestro país.

Clases de familias

De la tesis de Maestría y de la tesis doctoral, realizada por Vanessa Espaillat en la universidad de Salamanca España, sobre este tema, se desprende que podemos clasificar las familias en funcionales y disfuncionales, independientemente de su composición y del ciclo de vida.

Familia funcional. Es aquella que satisface las necesidades de sus miembros en cada etapa de su desarrollo. Se adapta al estrés inevitable de la vida, facilitando la reestructuración del sistema y su continuidad gracias a la flexibilidad hacia el cambio. Es un sistema social abierto y en transformación, que mantiene lazos con el mundo extrafamiliar, que posee capacidad de desarrollo y una estructura organizada compuesta por subsistemas. (Minuchin 1974).

Familia disfuncional. Mantiene un fracaso marcado y persistente para negociar el stress de manera razonable, no tienen habilidades de comunicación y negociación, y se mantienen en sus posturas rígidas, sin tomar en cuenta las necesidades de los miembros de la familia; son pocos empáticos y no saben validar las emociones de los demás. Ante el stress aumenta la rigidez de sus patrones de transacción, poniendo resistencia a la búsqueda de alternativas, que hace imposible los acuerdos, y que se tomen en cuenta las necesidades de cada uno de sus miembros. Es un sistema que se encuentra atascado y sin transformación al pasar por una etapa crítica del desarrollo.

Al igual que en casi toda Latinoamérica, las causas que promueven las Familias disfuncionales que prevalecen en nuestro país, se deben a: 1. El factor económico, consecuencia de la economía neo-liberal globalizada, que perpetúa el círculo de la pobreza, producto de la corrupción de los empresarios, los políticos y de las grandes corporaciones mundiales. 2. El cambio de paradigma del autocrático al democrático, por el reconocimiento de los derechos del hombre, el derecho de la mujer, los derechos del niño, que ha generado que los padres cuestionen los modelos de crianzas anteriores, y se adapten a nuevos modelos de crianza. Los padres que no saben cómo ejercer la autoridad de una manera sana y democrática en la familia, generan hijos con problemas, y que se encuentren inadaptados para vivir en sociedad por no poder tomar en cuenta sus necesidades según su ciclo de vida, y por ser corregidos abusivamente, o por el contrario, por el exceso de permisividad, generan delincuencia. 3. La falta de vinculación afectiva, que genera apego inseguro en los hijos. El apego seguro permite a los niños desarrollar su autoestima y su valor personal. Aprenden a vincularse con los demás y a tener una vida afectiva sana. 4. La ideología de género, donde prevalecen roles de hombre y de mujer, que promueven la violencia dentro del seno de la familia. Las estadísticas nos colocan como uno de los países con mayor índice de violencia intrafamiliar, encontrándonos entre los 25 países con más feminicidios en el mundo (Laporta, 2012).

Familias de clase baja, media y alta

Según Espaillat, la familia marginada y que vive la exclusión económica tambien prevalece en nuestra sociedad. Se encuentra afectada por la baja tasa de empleo generando tensión social que conduce muchas veces a la violencia y a la delincuencia. El desempleo y los bajos salarios –su efecto- son, al mismo tiempo, causa que se traduce en violencia familiar porque afecta su condición de vida. Es dramático sobre todo a una menguante clase media, pues pierde lo que ya tenía, y cuyos parámetros vitales se acercan cada vez más a la clase marginada.

La juventud de hoy en el Tercer Mundo, vive y crece bajo un estado de violencia creciente y multiforme que la arropa y condiciona inexorablemente a la resistencia y rebeldía a los desposeídos, y a la indiferencia e individualismo a los que pertenecen a las clases privilegiadas. La disfunción se hace presente en un hogar cada vez más precario, a una familia con frecuencia inexistente por el pluriempleo de los padres, en la clase baja y en la clase media. Esto conlleva el abandono del hogar y la importante tutela de los hijos. En la Clase Marginada, el drama alcanza a tragedia en hogares de inestable existencia, vivida en promiscuidad por parejas precarias o madres solteras en chozas de los arrabales urbanos, en un entorno gravemente permeado por la droga, la prostitución, la delincuencia y los linchamientos colectivos por la falta de una justicia eficiente, y por el olvido de sus gobernantes. (Espaillat, 2016).

“Igualmente las familias de clase adinerada se mantienen en el poder, creando escuelas y universidades exclusivas a nivel mundial, donde se fomentan el derecho al privilegio, y a ignorar las necesidades de las clases trabajadoras que sostienen sus riquezas, creándose un abismo entre las clases privilegiadas y las demás clases sociales”, apunta Vanessa Espaillat.

Clasificación según el modelo de crianza y el tipo de apego o vinculación afectiva

La familia y el sistema social se retroalimentan constantemente en una circularidad. Los padres tienden a repetir el mismo modelo de crianza por el cual ellos mismos fueron criados, yéndose al otro extremo, por oposición a lo que vivieron en la infancia. “El ser efectivo en el manejo de la autoridad no solo depende del estilo que se utilice, sino también del nivel de acuerdo entre las figuras de autoridad que disciplinan al niño. No es suficiente si uno de los padres tiene un estilo adecuado de educar, si el otro impone reglas de otra manera, descalificándose mutuamente. El juego relacional de la dominante y el dominado, se inicia con el manejo de la autoridad de los padres, donde por isomorfismos se lleva a otros contextos”, expone Espaillat.

Según el estilo de educación de los padres, dice que podrían agruparse en cuatro estilos, de acuerdo con varios investigadores citados por Wiese & González (2005), independientemente de su clase social, y de su ciclo de vida.

Padres autoritarios

Tratan de controlar el comportamiento y las actitudes de sus hijos y los hacen ajustarse a un estándar de conducta fijo, y por lo general absoluto. Valoran la obediencia incondicional y castigan enérgicamente a sus hijos por actuar en forma contraria a sus estándares. Utilizan como técnicas disciplinarias las órdenes perentorias, las prohibiciones, las reprimendas y los castigos. Los hijos obedecen por miedo, pero también pueden fomentar rebeldías y trastornos negativistas desafiantes, por lo que se hace difícil la internalización de normas. Este tipo de crianza corresponde más al estilo de apego evitativo. Este modelo de crianza perpetúa el modelo relacional del dominante-dominado, que se emula de la sociedad actual, y se refleja en la dinámica relacional.

Padres permisivos

Son padres que exigen menos, permiten a los niños sus propias actividades y tomar decisiones a una edad en la que no son capaces de hacerlo. Están siempre disponibles para cualquier necesidad de los hijos, pero evitan hacer demandas o imponer controles de cualquier clase. Imponen pocos castigos y consultan con sus hijos cualquier decisión a tomar. No se les enseña una buena educación o a hacer ninguna tarea doméstica y se les permite interrumpir o enfadar a otros con poca o ninguna moderación parental.

Padres democráticos

Este tipo de padres hacen demandas razonables para la madurez y hacen cumplir estableciendo límites e insistiendo en la obediencia. Tratan de dirigir las actividades de sus hijos en forma racional, establecen consecuencias, por lo que no producen miedo en los hijos y utilizan poco el castigo. Cuando es necesario, ejercen un firme control, pero expresan sus razonamientos, respetan las opiniones, los sentimientos y la personalidad de sus hijos. Estos hijos podrán tener mejores relaciones en todos los contextos a donde pertenezcan. En la escuela podrán adaptarse a las reglas, hacer vínculos y podrán asumir liderazgos positivos en su ambiente escolar.

Padres negligentes

Los padres negligentes demuestran poco compromiso en el cuidado, más allá del mínimo esfuerzo requerido para educar a sus hijos. Muchas veces estos padres están tan abrumados por las presiones y tensiones de la vida, que tienen poco tiempo para compartir con sus hijos. Cualquier esfuerzo que implique metas a largo plazo, como establecer y hacer cumplir reglas sobre deberes y conductas aceptables, es débil y fugaz.

Vanessa Espaillat, psicóloga.

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