Llevaban 15 años de casados, durante los cuales, como toda pareja, planificaron desde sus inicios tener tres hijos a partir del primer o segundo año, cosa esta que por fuerzas de la naturaleza no fue posible. Visitaron diferentes profesionales, buscando una respuesta distinta de infertilidad por parte de él. Esta situación conllevó, una vez puestos de acuerdo, a solicitar un bebé recién nacido en adopción. Completaron todo el proceso, yendo a una ciudad lejana, donde un familiar les contacta con una joven mayor de edad que salió embarazada y quería, una vez naciera, por considerar que no tenía cómo criarlo, entregarlo a unos padres que pudieran darle todo aquello de lo que ella le iba a privar. Llega el momento del nacimiento y hacen la adopción con todas las de la ley. Reciben una niña preciosa, sana, de ocho libras y media, que viene a sus vidas a llenar ese rol tan importante para ellos de convertirse en padres.

Madre abnegada, dedicada, consultas periódicas a su pediatra, y en una de éstas se descubre que no escucha, y, posteriormente, llegada la etapa de desarrollo psicomotriz, no podía articular palabras, por lo que le diagnostican que es sordomuda. Esta condición genera, especialmente en la madre, un mayor compromiso y una mezcla de sentimientos, dedicándose esta mujer plenamente a la educación de su niña en escuelas especiales, con todas las implicaciones que lleva este proceso, con tanto amor que jamás pensé que esta no era fruto de su vientre. Paola, así se llamaba, era por demás hiperactiva y, al ser tan consentida, mimada, amada e hija única, ya pueden ustedes imaginar. Cuando esta tenía ocho años, como la naturaleza es imponente con sus propias reglas, la señora sale embarazada, algo casi inverosímil tanto para ellos como para aquellos que los conocíamos, dando a luz una hermosa niña, completamente sana. El cuidado de ellos siempre fue que Paola no tuviera celos y, como madre, manejó involucrándola en todos los procesos de desarrollo de esta segunda hija. Con este ejemplo podemos ver que ser mamá es un acto de amor y entrega; por tanto, quer-emos resaltar a todas aquellas mujeres que, sin haber tenido en su vientre durante nueve meses una criatura, hoy, Dios les ha permitido ser madres. A ti, hijo, ámala, respétala, cuídala. A estas y todas las madres, felicidades en su día.

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