En verdad, si hurgáramos en el memorial de los últimos 21 meses del Ministerio que uno casi siempre olvida que existe; el más insípido, silencioso, pasivo e insustancial de todos los ministerios (el de Cultura, claro), no encontraríamos, más allá de la rutinaria Feria del Libro, grandes proyectos nacionales para superar nuestro pavoroso retroceso humano, ni expansiones extraordinarias de las academias artísticas, ni gran presencia en los foros culturales del mundo. No vamos a encontrar nada de eso ni cosa parecida. Sólo ceniza hallaremos (por suerte con una foto de mi madre adoptiva: Toña La Negra).

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