Vemos los daños que en pocas horas causan descargas torrenciales al paso de cualquier formación nubosa que ni siquiera alcanza la categoría de tormenta. Recurrentes daños en Puerto Plata, lo ocurrido el fin de semana en San Pedro de Macorís y San Cristóbal y en otras ciudades.

Estos eventos ocurren antes de la temporada ciclónica, y se extienden a zonas donde las estadísticas sugieren que no llueve tanto. Parecería que el país se ha vuelto lluvioso. Los patrones ya no son tan predecibles.

Necesariamente habría que girar la mirada a Puerto Rico, nuestros vecinos que no terminan de reponerse de los daños de los huracanes Irma y María.

Los expertos adelantan una temporada ciclónica muy activa, y esa es una amenaza que no suelen estimar los organismos internacionales.

En efecto, al analizar las perspectivas favorables de la economía, el Fondo Monetario Internacional (FMI) considera como amenazas al desempeño económico los “factores externos”, como “el aumento de los precios mundiales del petróleo, condiciones financieras mundiales más restrictivas de lo previsto (acceso al crédito) y una demanda externa (exportaciones) más débil de lo proyectado”.

Las tormentas y los huracanes son “factores externos” que los fríos analistas del FMI ni los expertos nacionales consideran adecuadamente para la elaboración del Presupuesto Nacional, pese a que existe una normativa, la ley 147-02 sobre Gestión de Riesgos, que en el artículo 20 crea el Fondo Nacional de Prevención, Mitigación y Respuesta ante Desastres Naturales.

Ese fondo, escasamente considerado en el imaginario de los proyectistas, está llamando a crear las condiciones para la prevención, preparación y respuesta a las emergencias.

Desde que se aprobó esa ley no existe un indicador de que se hayan hecho previsiones y las provisiones en el Proyecto de Presupuesto. Y eso constituye un grave riesgo, una amenaza para la seguridad de los dominicanos. Ahora más que nunca.

El impacto de los precios del petróleo, el encarecimiento del financiamiento externo y una disminución de nuestra oferta exportable, son amenazas serias, pero manejables, con atenuantes. Pero un huracán siempre será un imponderable. El fondo para la mitigación de desastres requiere una atención de primer orden.

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