Concesiones entre las partes

Esta semana se abre con una elevada temperatura en el campo político, parecida al cierre de la semana pasada, cuando la Cámara de Diputados no pudo sesionar para conocer el proyecto de ley de partidos políticos ya aprobado por el Senado.

Esta semana se abre con una elevada temperatura en el campo político, parecida al cierre de la semana pasada, cuando la Cámara de Diputados no pudo sesionar para conocer el proyecto de ley de partidos políticos ya aprobado por el Senado.

Se ha suscitado un escenario singular. Por un lado, coincidencias no necesariamente buscadas por actores que se suponen contrarios y desavenencias acentuadas al interior de las fuerzas políticas, entre quienes se suponen hermanados.

Observamos dos alineamientos básicos en la Cámara Baja entre seguidores del presidente Danilo Medina y el expresidente Hipólito Mejía, que coaligados lograron impedir que se constituyera el quórum en ese órgano.

Al mismo tiempo, los parciales de Luis Abinader, junto a seguidores del presidente del PLD y expresidente de la República, quienes hicieron lo propio para tratar de sesionar.

Es decir, que el proyecto de ley de partidos en lo que atañe al sistema de votación para escoger a los candidatos a cargos electivos ha generado una reconfiguración intrapartidaria que pocos podían vaticinar.

Eso no puede explicarse en un empeño por establecer las normas para el accionar de los partidos, sino en la búsqueda de las partes de un mejor posicionamiento en la competencia hacia el poder para 2020.

Y es que la elección de los candidatos presidenciales por los partidos podría estar muy matizada por el sistema de votación que se establezca, y según el método, en la capacidad que se pueda tener para alcanzar determinados resultados.

Podría discutirse todo lo que se quiera desde el punto de vista de la legalidad del sistema de selección de los candidatos, sea mediante los mecanismos previstos en los estatutos de los partidos o mediante el régimen que se disponga a través de la ley en discusión, llámese primarias abiertas y simultáneas.

Pero la realidad es que estamos ante una guerra entre partes en la nueva carrera por el poder. La batalla en el Congreso se importantiza porque trata de evitar los desangramientos en los partidos. Pero podría resultar que esa previsión precipite ahora las confrontaciones que se pretenden evitar.

Alcanzar un consenso en esas condiciones implicará concesiones de las partes.

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