(Hoy VI al IX)
Seguiré ofreciendo periódicamente, bajo ese título, las breves reflexiones, que me surgen y escribo inmediatamente, justo al comenzar el día, cuando me despierto y levanto. Esto me ocurre con frecuencia. Las iremos numerando y poniendo fecha y hora.

VI
Crisis de confianza
La crisis de confianza en las instituciones, que viven muchos dominicanos, marca hoy por hoy a los pueblos de América Latina y es una amenaza para su futuro. Leamos esta noticia que reproducimos del periódico “La Información”, de fecha 18 de abril 2018 y reflexionemos en ella:

“La “crisis de confianza” en las instituciones en Latinoamérica, muy erosionada por el caso de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, “debilita la democracia” en la región como una “infección”, coincidieron hoy dos altos funcionarios en el Foro Estratégico Mundial en Miami.

En un ciclo histórico, en el que la gran mayoría de las naciones de América Latina ha apostado por la democracia, casos como el de Odebrecht “preocupan” porque disparan la “falta de confianza de los ciudadanos” en las instituciones, dijo a Efe Rebeca Grynspan, secretaria general iberoamericana.

De hecho, Grynspan definió como un “tsunami político muy grave” en la región el caso Odebrecht, protagonista del mayor escándalo de corrupción de Latinoamérica, un suceso que ha mermado la confianza de los ciudadanos en las “asociaciones público-privadas” y exige una pronta “mejora de la transparencia” de estas.

“Hay que realizar reformas legales y establecer normas más fuertes en la transparencia y la rendición de cuentas de las alianzas público-privadas” en la región, pidió Grynspan. (Periódico “La Información”, Pág. 8 B, miércoles 18 de abril 2018).”

VII
Haití
Considero que Juan Pablo Duarte nos marcó claramente el camino que hemos de seguir en nuestras relaciones con Haití, ofreciéndosenos principios que solo debemos aplicar con sabiduría en cada momento o circunstancia o situaciones a lo largo de la historia.

He aquí un resumen de la postura y orientaciones de Duarte respecto a Haití, copiado textualmente de mi libro “SALVE PADRE DE LA PATRIA, año 2013, págs. 31-32:

“También para las relaciones República Dominicana-Haití, Duarte es una fuente obligada de consulta e inspiración.

Para él estaba claro, en primer lugar, que la dominación haitiana, comenzada en 1822, debía terminar. Con justa razón, esa es la primera independencia que celebramos, la de Haití, la del 27 de Febrero de 1844.

En segundo lugar, estaba claro que la separación entre los dos Estados no entraba en discusión: “Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión”, afirmaba (cfr. José María Serra, “Apuntes”).”.

Pero esta posición definida por Duarte (Independencia y separación de Haití), ideal al que entregó parte de sus días y sus mejores energías, no puede jamás ser utilizada para fomentar pensamientos o sentimientos o acciones anti-haitianas.

En un hermoso párrafo, que nos transmite José María Serra en sus “Apuntes para la historia de los trinitarios, fundadores de la República Dominicana”, Duarte nos revela su otra posición frente a Haití:

“Yo admiro el pueblo haitiano desde el momento en que, recorriendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y veo cómo los vence y cómo sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor; pero los dominicanos, que en tantas ocasiones han vertido gloriosamente su sangre, lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen sus dominadores la gracia de besarle la mano?

En esta admiración y reconocimiento de los valores y virtudes del pueblo haitiano es donde hemos de beber inspiración para un apoyo y respeto mutuo.

Dominicanos y haitianos: ni dominados ni dominadores entre sí: separados ciertamente, pero con buenas relaciones en todos los órdenes, como estados y como pueblos, admirándose y valorándose mutuamente.”

VIII
La corrupción
Dicho en 1999 como si fuera hoy 2018. “La corrupción, frecuentemente presente entre las causas de la agobiante deuda externa, es un problema grave que debe ser considerado atentamente. La corrupción « sin guardar límites, afecta a las personas, a las estructuras públicas y privadas de poder y a las clases dirigentes ». Se trata de una situación que « favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a las instituciones políticas, sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara, igual y eficaz para todos ».

A este propósito, deseo recordar cuanto escribí en el Mensaje para la Jornada mundial de la Paz de 1998, que la lacra de la corrupción ha de ser denunciada y combatida con valentía por quienes detentan la autoridad y con la « colaboración generosa de todos los ciudadanos, sostenidos por una fuerte conciencia moral ». Los adecuados organismos de control y la transparencia de las transacciones económicas y financieras previenen ulteriormente y evitan en muchos casos que se extienda la corrupción, cuyas consecuencias nefastas recaen principalmente sobre los más pobres y desvalidos. Son además los pobres los primeros en sufrir los retrasos, la ineficiencia, la ausencia de una defensa adecuada y las carencias estructurales, cuando la administración de la justicia es corrupta.” (Juan Pablo II, Ecclesia in América, 1999, #23).

IX
Dos policías (I)
Como me lo contaron, te lo cuento. En el aeropuerto de Santiago de los Caballeros un policía raso atrapó un traficante de drogas. Dispuesto a entregarlo a su superior, el narco dijo:
– Esto puede arreglarse. Aquí tienes tanto, tú me dejas ir y asunto arreglado.
El policía le respondió:
– De ninguna manera. Usted va preso. Usted ha faltado y violado las leyes.
El narco le replicó:
– Está bien. Tú me llevas y yo me
arreglo con el sargento. Tú quedarás en la fea. No seas “ pariguayo”. Evitemos este ir y venir.
El policía raso cumplió con su deber, de acuerdo a la ética, las leyes y el valor de la honradez.
Poco tiempo después, salió el narco de su encuentro con el sargento y burlonamente le echó en cara:
– ¿Tú ves? Asunto arreglado. Tú quedaste como perico en la “etaca” y “pelao” ¡Pariguayo!
Y delante del mismo policía, tomó su teléfono, llamó y se lo dijo a un compañero del mismo negocio:
– Acabo de pasar por un “sustico”.
Pero ya todo está bien. Prepara a los
clientes para entregarles la mercancía.

Dos policías (II)

Como me lo contaron, te lo cuento. Un cabo de la policía ejercía el servicio del tráfico en Santo Domingo.
El sargento, del que dependía, le decía continuamente:
– Tú cobras tu peaje, te lo quedas solo para ti y nunca me das nada.
El cabo le respondía una y otra vez:
– Sargento, yo no le tomo nada a nadie. Primero muerto antes que coger un centavo, que no me lo gane con el sudor de mi frente.
Cierto día este superior llamó a su subalterno y le comunicó:
– Ya arreglé las cosas. Desde mañana vas a prestar tus servicios, como policía, en la casa del Presidente Don Antonio. A ver si ahora vas a recibir algún peaje. Te quedarás sin nada, ni para ti ni para mí.
Un tiempo después, la esposa del
Presidente le dijo a éste:
– Mira este policía que está con nosotros: lo servicial, atento, serio y responsable, que es. Creo que merece ser ascendido. Estudia el asunto a ver si es posible.
Días después, Don Antonio comunica a su esposa que se ha decidido ascenderlo a sargento.
Con el nombramiento en la mano el ahora ex-cabo va a su antiguo superior y le dice:
– Gracias por quitarme de policía de tráfico y mandarme a la casa del Presidente.
Ahora somos sargentos los dos.

Conclusión

CERTIFICO que las reflexiones recogidas aquí fueron redactadas en el amanecer de cualquier día, al despertarme.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los dos (02) días del mes de mayo del año del Señor dos mil dieciocho (2018).

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