El Dios creador del Universo nos da una familia de sangre a la que estamos en la obligación de querer, proteger y amar. Pero también ese Dios justo y misericordioso nos regala un grupo de amigos que se convierten en algo tan importante como la familia y marcan nuestras vidas por siempre. Son amigos que también alcanzan la categoría de hermanos y se convierten en una especie de familia especial.

Julio Martínez Pozo es uno de esos amigos-hermanos que Dios ha colocado en el trayecto de mi vida y con quien he construido una relación de hermandad que ya casi alcanza las 4 décadas. Conocí a Julio a principios de 1980 en los alegres pasillos de la editora Alfa y Omega, siendo él responsable del periódico “Vanguardia del Pueblo”, y yo del periódico “El Socialista”. Luego, trabajamos juntos por más de una década en la emisora Z-101, y en el 2012 decidimos renunciar juntos a aquella emisora para fundar y mantener el programa “El Sol de la Mañana” en la emisora Zol 106.5, apoyados por el empresario Antonio Espaillat y un excelente grupo de profesionales de la comunicación.

Julio Martínez Pozo es un profesional de la comunicación de gran nivel y de mucha responsabilidad. Posee una sólida formación, es un lector voraz, un escritor de fuste y la brillantez de sus comentarios lo convierten en uno de los líderes de opinión de mayor peso e importancia en los actuales momentos.

Julio es un hombre fiel a sus principios, firme en sus convicciones y gran amigo de sus amigos. Cuando Danilo decidió asumir primero la pre-candidatura y luego la candidatura presidencial, en el 1999, en el 2007 y en el 2012, ambos decidimos ser parte de ese proyecto. Recorrimos juntos el país entero dando charlas sobre Danilo, porque estábamos convencidos de que realizaría uno de los mejores gobiernos de todos los tiempos. Y no nos equivocamos.

En más de 4 décadas que tiene en la comunicación, Julio Martínez Pozo ha sido sinónimo de un ejercicio digno, profesional y lleno de responsabilidad. Empero, por esas ironías de la vida, la pasada semana una jueza tomó una desacertada e ilógica decisión de condenar a Julio a una pena de prisión de dos meses suspendida y el pago de un millón de pesos, en favor de una persona a la que él supuestamente injurió. Nada más absurdo que esa sentencia, sobre todo en un momento donde la tendencia mundial es que los llamados delitos de opinión sean despenalizados.

Esa decisión es totalmente incorrecta, no resiste un análisis jurídico objetivo y sé muy bien que en apelación se caerá estrepitosamente. Fui testigo en ese juicio y allí dije con firmeza, y lo repito nuevamente, que “Julio ni ha difamado ni ha injuriado a nadie, que ese no es su estilo y que él nunca afirma algo de lo que no tenga las pruebas”.

En este momento, expreso toda mi solidaridad con Julio, el gran amigo y hermano de siempre, consciente de que él superará esta situación y saldrá grandemente victorioso. Y seguirá trabajando y aportando sus esfuerzos, juntos a todos los que le queremos, para que la República Dominicana sea una nación llena de justicia, de fe, de amor y de solidaridad.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas