Aún está a tiempo

El presidente Danilo Medina, según algunos funcionarios que hablan de su forma personalizada de gobernar, lleva las cuentas del Estado al detalle y se interesa por todo lo que ocurre en la Administración.

El presidente Danilo Medina, según algunos funcionarios que hablan de su forma personalizada de gobernar, lleva las cuentas del Estado al detalle y se interesa por todo lo que ocurre en la Administración.

No sólo presta atención al macro desempeño del Estado, la economía, los asuntos públicos en general, sino también en la cotidianidad, llámese recaudaciones o la evolución de las obras y los programas.

Su enfoque debe ser complementado por los diferentes organismos del Estado con los que se auxilia para cumplir su misión.

En ese empeño está de por medio su sentido de integridad, corrección y sencillez. De hecho, él mismo así lo adelantaba en su discurso de toma de posesión del 2012.

Desde esa perspectiva, el gobierno en sus manos no debe ser una jungla impenetrable, sino transparente, en el cual se puedan ver las acciones de los diferentes incumbentes, sobre la base del ejemplo, “como acta de fe fundamental”.

Por eso, cuando estalla un caso de corrupción debe sentirse conmovido, y en alguna medida traicionado.

En aquella juramentación se prometió ejercer el poder como un “jefe de estado firme, austero, pero amoroso. Amoroso con los buenos, los honestos y los humildes. Implacable con los deshonestos, los oportunistas y los soberbios.

“Yo les aseguro, que desde la Presidencia de la República, garantizaremos la transparencia, elevaremos la calidad del gasto público y avanzaremos firmemente hacia una gestión pública austera, cada vez más profesional y efectiva.

“… Nuestro gobierno será intolerante con actos de deshonestidad o de despilfarro de los recursos. Fortaleceremos los instrumentos institucionales para su prevención, corrección y sanción.

“Desarrollaremos un sistema de consecuencias que reconozca a quienes cumplan meritoriamente con sus deberes, pero que sancione de manera ejemplar a quienes puedan traicionar la confianza de la ciudadanía en el manejo de fondos públicos”.

Escándalos como el de la Omsa atentan contra su compromiso de transparencia y honestidad en la Administración. Atentan contra su visión de buen gobierno.

Pero también son una amenaza para la gobernanza y la paz pública. El presidente Medina debe estar consciente de la irritación social.

La vigilancia autocrítica del desempeño público, más allá de la filosofía formal sobre transparencia, es necesaria. Aún está a tiempo.

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