Para la diseñadora, originaria de la provincia Bonao, la moda es un oficio que ayuda a empoderar a la mujer y hacerla independiente

Mercy Jácquez es la “señora de la moda” dominicana, una mujer inquieta que en su época conquistó el mundo del diseño local con un gusto exquisito y una amplia gama de creaciones. Es por ello que la historia de la moda en República Dominicana no se podría escribir sin el nombre de esta profesional, quien ha hecho grandes aportes a la industria como diseñadora y maestra de modas.

Y es que ella fue una de las primeras que creyó en la moda local, lo que la llevó, junto a otros inquietos sobre el tema, a crear el Instituto Tecnológico Mercy Jácquez (ITESUMJ), primer centro de educación técnica fundado en el país en el área del arte y diseño de modas, en 1980.

Esta mujer desde joven amó la moda y creyó en este oficio, lo que la hizo merecedora del reconocimiento “Hall de la Fame”, un premio estadounidense que reconoce el talento a nivel internacional en distintas áreas.

De su escuela han salido varios diseñadores de moda que se han destacado en el país, como Marisol Henríquez, Geannina Azar y Sissy Bermúdez, entre otros que, aunque no han trascendido, viven de la confección de modas.

Para Jácquez la industria de la moda en el país va por muy buen camino, pero entiende que los organizadores de eventos de pasarelas deben unirse. Aunque aprecia el trabajo de los artistas del hilo y la aguja, afirma que alta costura como tal en el país la hacen Jorge Diep y Magaly Tiburcio.

Jácquez, que se inició en el mundo de la moda en los años 50 sin tener conocimiento sobre tijeras, cortes, costuras, medidas y centímetros, nunca pensó hasta dónde llegaría. Hoy, es considerada la impulsora de la moda local, pues fue la creadora de la Asociación de Diseñadores Dominicanos, fundadora del Instituto Técnico Superior Mercy Jácquez y de la fundación que lleva su nombre.

1. Sus orígenes, Bonao
Salí de Bonao hacia la capital una madrugada, junto a mi hermano, en un camión lleno de vacas. Así salí de mi campo con tan solo un tercero de primaria… sin nada en las manos. Cuando llegué a la capital, trabajé muchos años cosiendo porque tenía que ayudar a mi hermano, que vino a estudiar medicina. Tenía una hermana aquí que trabajaba en la Casa de la Suerte, una casa de moda que para ese entonces era muy exclusiva, y sus jefas, que eran judías, se enamoraron de mi trabajo. Me contrataron y yo copiaba todos los diseños que ellas traían de Estados Unidos. Después que aprendí a coser bien, jamás trabajé para nadie, porque es un trabajo que da para vivir y algo más”.

2. Viaje a Estados Unidos
Un 12 de julio del 68, día de mi cumpleaños, llena de ilusiones me marcho a Estados Unidos a estudiar diseño de modas. Yo quería estudiar en “The Fashion Institute of Technology ( FIT), y me dijeron que no podía ingresar porque se necesitaba que fuera bachiller, grado que yo no tenía, pero me dieron la oportunidad de comenzar con patrón y costura. Dios fue tan bueno conmigo que me caí, me disloqué un tobillo y me dieron tres meses para colectar, tiempo que aproveché e hice el bachillerato. Había dejado una familia en Bonao que debía mantener y con ese compromiso me marché a los Estados Unidos. Si no enviaba dinero a mi casa, no había comida ni se pagaba renta”.

3. Ingreso a “The Fashion Institute of Technology (FIT)”
Esta entidad ofrece programas intensivos de inglés como segundo idioma a tiempo completo, además de brindar programas de título intermedio, licenciatura y posgrado, y forma parte de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY). Cuando me vi en el auditorio de esa institución, donde se hablaba sobre que Oscar de la Renta presentaría un desfile, porque era uno de los pilares de esa entidad, yo no me lo podía creer. Me preguntaba si era verdad que estaba ahí”.

4. Primera visita a Europa
Siempre fui una amante de los viajes. Cuando visité Francia todo mi afán era ver el Moulin Rouge, el Lido y los Campos Elíseos, esta última, quizás, la avenida más famosa de París, y probablemente una de las más “paseadas” del mundo. Me impactó tanto ese viaje que no se me ha olvidado nunca. Recuerdo que yo fui un 31 de diciembre, y ver los Campos Elíseos en esa fecha, con los árboles llenos de luces, fue todo un espectáculo”.

5. Entrar a la Universidad Columbia
Allí llegué a estudiar inglés, porque en ese entonces había quedado sin trabajo. El señor que me entrevistó me preguntó que quién me pagaría mi carrera, y le respondí que yo tenía el dinero para hacerlo. Duré un año estudiando inglés de manera intensiva. Al final de primer cuatrimestre, el mismo señor que me entrevistó me dijo que si quería que me buscara trabajo, y yo de presumida le respondí que no, que lo conseguiría por mí misma, y busqué trabajo como diseñadora. Me hice amiga de muchas señoras del The River Club of New York, donde realicé varios desfiles de moda. En una ocasión, presenté 60 trajes, conmemorando la independencia de Estados Unidos. Eso me consagró como diseñadora”.

6. Diseñadora comercial
Una diseñadora comercial es cuando se logra haber pasado por todas las pruebas que debe pasar un diseñador de modas. Esta carrera incluye muchas cosas que los diseñadores no quieren acoger: no quieren cocer, hacer patrones ni cortar, y esas son materias bases para llegar a ser un buen diseñador y tener un corte único, para que la gente pueda identificar sus piezas. Los modistos actuales solo quieren ilustrar, y por eso no crecen. No se puede ser solo ilustrador porque eso es lo que más hay. Por ejemplo, en New York, por 25 dólares hacen unas ilustraciones bellísimas, pero un buen patrón comercial jamás. Deben ser asistentes de modista, asistentes de patrón, patronistas y lanzar colecciones, que es lo que los va a avalar como tal. Yo duré 10 años para lograr ese título”.

7. Reconocimiento con el premio del “Hall of the Fame”
Es la sorpresa más grande que me han dado. Un día, viviendo en Estados Unidos me visitan dos señores y me dicen que ellos eran representantes del “Hall of The Fame”, entidad que reconoce los talentos a nivel internacional. En ese premio, que me dieron en el 1974, también reconocieron a Joaquín Balaguer como presidente del año.

En la entrega del premio yo presenté una colección de 30 trajes para 15 modelos, que eran quienes daban a los ganadores los reconocimientos.

Después de eso, Balaguer me envió una correspondencia donde me decía que él necesitaba en el país mujeres como yo, y que me daría todas las facilidades que yo quisiera para trabajar de la mano de él, pero yo nunca fui política. Luego de recibir el premio, mi nombre estaba en todos lados. Los reprentantes del “Hall of the Fame” me propusieron que trabajara con ellos, que había sido elegida para abrir la línea Mercy Jácquez en New York, pero mi interés era regresar a mi país a enseñar lo que aprendí”.

8. Conociendo a Jesús, en el 84
Fue en un momento muy duro de mi vida. Me vi entre mi escuela y mi tienda que tenía en ese entonces, y no podía atenderlas las dos, yo trabajaba hasta 17 horas diarias. Papá Dios me puso en mi corazón que yo tenía que quedarme con la escuela, porque me había preparado para enseñar. Todo lo que yo he logrado ha sido por él y le doy las gracias infinitas porque todo lo que yo quise vivir lo viví, y lo que quise lograr lo logré. Dios me ha bendecido y sigue haciéndolo. Después que conocía a Jesús visité a Israel, para dar los pasos que él dió en esa tierra”.

9. Visita a la catedral San Pedro, Roma
Esta fue una experiencia única, porque te llena de una vasta cultura. Estudiar el David (escultura de Miguel Ángel) y luego estar frente a él es una experiencia indescriptible. Cuando visité Roma ya era una mujer creyente, y conocer la cultura de ese país, donde las personas creen en Dios sobre todas las cosas, para mí fue algo impresionante. Cuando yo fui, hice una gira de 28 días conociendo las distintas catedrales. Aproveché y conseguí libros de diseñadores hechos a mano”.

10. De regreso al país
Ese es el culmen de mi vida. Regreso al país con una carpeta llena de ilusiones de lo que haría aquí. Elenita Santos me llevó al canal 4, empezamos a hablar de diseño, y yo la vestía. Eso fue como un polvorín. Luego creo la fundación,el instituto y la Asociación de Diseñadores Dominicanos, lo que ha sido mi mejor aporte a la moda local.

Una de mis metas cuando regresé era trabajar con los adictos a las drogas, y duré15 años con Hogares Crea. Yo iba todas las semanas a hablarles sobre la palabra de Dios. Tenía una camioneta y la llenaba de cosas y se las llevaba bajo lluvia y como fuera. Fue una época de mucha satisfacción”.

Entidad que apoya el talento local

El Instituto Tecnológico Mercy Jácquez fue fundado el 22 de septiembre de 1980. El mismo se proyecta como una institución líder, única en el país dedicada a formar recursos humanos en el campo del diseño de modas, la confección y el diseño de interiores, para así convertirse en el soporte del diseño profesional en el desarrollo del sector textil y el país pueda ser competitivo a nivel internacional. Obtuvo reconocimiento oficial de la Secretaría de Estado de Educación mediante la Resolución No. 2790 de 1984, que ampara los estudios para las escuelas vocacionales del nivel medio. El 14 de marzo del 2001, después de ser sometido a un proceso de evaluación, el Poder Ejecutivo otorga la categoría de Instituto Técnico Superior, mediante el decreto 367-01, en el que se autoriza a este instituto a expedir los títulos de técnico superior en diseño de modas y en diseño de interiores. De esta entidad nace la Fundación Mercy Jácquez, con el objetivo de ofrecer oportunidades a personas de distintos estratos sociales, credos, edades, especialmente aquellos de escasos recursos económicos interesados en incursionar en el campo del arte y de la moda. El instituto, por medio a su fundación, ha realizado varios acuerdos con diferentes instituciones privadas y gubernamentales para ayudar a los más necesitados.

Trabajo
La Asociación de Diseñadores Dominicanos hizo un trabajo incuestionable. Teníamos una fábrica con 100 máquinas y ahí hacíamos la ropa para el mercado internacional”.

Logro
A Estados Unidos fui a buscar una carrera y algo que aquí no había, que era el reconocimiento a la mujer para que se sintiera libre en algo de su vida, y lo logré”.

Visión
Nunca me gustó ser empleada, y decidí que me declararía modista, aunque no lo estudié, pero me gustaba mucho la ropa. En ese entonces, alrededor de los años 50, cobraba 75 y 100 pesos por pieza”.

Colección
La ropa que más me gustaba diseñar era la ejecutiva. Es una línea amplia, para mujeres elegantes y selectivas. También trabajé en ropa de noche y para teenager”.

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