El armador dominicano ha emergido como un refuerzo internacional de alto perfil con coronas en Italia, Irán y Líbano
Dios aprieta, pero no ahorca. Esa es la frase religiosa que más puede definir la vida de Edgar Sosa, el armador dominicano que salió fortalecido del aciago capítulo de 2011. Ese año, Sosa jugaba para la selección dominicana de baloncesto en el Preolímpico de Mar de Plata, Argentina, cuando protagonizó una de las escenas más tristes en la historia del deporte quisqueyano. Una fractura de tibia y peroné en su pierna derecha lo sacó del baloncesto por casi dos años. Tras un largo, doloroso y costoso proceso de recuperación en el que los pensamientos de dejar el juego nunca cesaron, Sosa pudo vencer a los demonios en su cabeza gracias a su fe inquebrantable y su cercanía con Dios.
Edgar trabajó duro como siempre y pudo emerger de esas horas de soledad, impotencia y tristeza con un temple más fuerte que el acero. Hoy, 2011 es solo un amargo recuerdo. Sosa es dueño de una carrera internacional fuera de serie en la que los campeonatos son accesorios que adornan su alta cotización. En 2015, con el Dinamo Sassari, el dominicano logró el triplete italiano cuando ayudó a esa franquicia a conquistar la liga, la copa y la súper copa de Italia. En 2016 fue campeón en Irán y en 2017 logró la diadema en el Líbano. “He estado en buenos equipos, por eso he ganado mucho”, afirma el jugador de 6’2 de estatura. “Creo que he madurado bastante. Cuando era más joven jugaba el juego a 100 millas por hora, siempre rápido, todo siempre haciéndolo súper duro, y ahora, con la edad que tengo, me he echado un poco para atrás y pienso el juego más”.
Desde su fea lesión, él ha estado en calidad de refuerzo en seis países diferentes, sin incluir a Italia, en cuya liga se estrenó como internacional antes de salir en camilla del Estadio Polideportivo Islas Malvinas, Argentina. De hecho, acaba de rubricar un acuerdo con el Reyer Venezia de la liga italiana con el que suma cinco incursiones en el circuito con cinco equipos diferentes. Este fichaje sorprende porque no bien acabó de honrar compromiso con New Zealand Breakers en la NBL de Australia. Los Breakers es un equipo con sede en Nueva Zelanda que juega en la principal competencia australiana.
Allí, Sosa fue elegido en el segundo quinteto ideal de la liga y quedó sexto en la votación al MVP, gracias a su promedio de 16.2 puntos, 2.0 rebotes y 4.0 asistencias, 1.0 robos y un 39.3% en triples para unos Breakers que finalizaron cuartos, en la última plaza que clasifica a los playoffs. “El juego europeo me ha ayudado muchísimo”, reconoce. “He tenido la suerte de que donde he ido he sabido adaptarme al juego porque en todas las partes del mundo el juego es diferente. Ahora cuando estaba en Australia el juego es más físico, no juegan tan rápido y tú tienes que defender mucho en esa liga. En Europa la liga es física pero se juega un poco más rápido. Cada liga tiene su estilo, pero me adapto rápido”.
Selección nacional
El egresado de la Universidad de Louisville tiene en agenda unirse en junio próximo a la selección dominicana de baloncesto que jugará la tercera ventana clasificatoria a la Copa del Mundo China 2019. “Sí, si Dios quiere estaré ahí”, dijo Sosa. “El equipo ha estado jugando muy bien y he estado pendiente. Espero ayudar en el rol que sea necesario”.
El conjunto tricolor se medirá al combinado de Canadá en ese país el día 29 de junio, y ante Bahamas en República Dominicana el 2 de julio. Sosa no vaciló en señalar que no le gusta el nuevo formato de competencia de la FIBA porque aleja de la selección a jugadores como él. “Quería estar en la anterior ventana (febrero), pero estaba a 21 horas de República Dominicana y además estaba en un momento crucial con mi equipo en Australia”, apuntó. “Me gusta más como antes, que uno usaba el verano y se reunía a practicar por un mes”.
