La explicación del PLD en el poder…

De modo que la permanencia del PLD –de cara al 2020, 16 años corridos en el poder- no hay forma de explicarla si no apelamos a tres aspectos o antecedentes históricos básicos: a) la escuela política del Prof. Juan Bosch; b) el relevo-transición político-electoral de los grandes liderazgos nacionales que ha encarnado el PLD a través del binomio Leonel-Danilo; y c) el Frente Patriótico-1996 y, sobre todo, la gran habilidad-sagacidad política del PLD y sus líderes para –ya en el poder- pactar alianzas, construir mayoría electoral y gobernar con excesivo y asombroso eclecticismo político-ideológico.

No hay duda que la oposición al PLD no ha podido construir ni mucho menos parir un liderazgo de contrapeso-empatía ni de cordura lo suficientemente potable-atractivo como para poner en jaque la permanencia del PLD en el poder, al menos hasta el día de hoy –aunque hay síntomas de desgaste y de ensayos de relevo no clásico vía empresariado-sociedad civil-, si asumimos que Hipólito Mejía (2000-2004) fue un accidente catastrófico en el contexto de la no refrendación-repetición del Frente Patriótico (año 2000) y de un empujón electoral-emocional reflejo de una compensación-retribución nacional al liderazgo de Peña-Gómez que, por múltiples razones históricas-sociológicas y coyunturales-fácticas, no alcanzó el poder.

La ausencia de un liderazgo de oposición política racional

Ello explica, en parte, el hecho visible de que en el propio PLD afloren bolsones de aparente oposición (¿o correlación de fuerzas internas que se antagonizan –lamentablemente, sin el componente ideológico-doctrinario- en la definición e impostura de proyectos presidenciales?) y se acreciente –o tome cuerpo- cada vez más una política o estrategia de cooptaciones inexplicables en la reafirmación-expansión de un esquema de gobernar bajo un eclecticismo político-ideológico (que hace rato vive el PLD rayano en un conservadurismo demasiado ostensible) que habrá que ver si logra enrolar-asimilar a su redil, o si no, es el propio PLD el que entra –si no ya- en mutación-transformación política-ideológica (algo que, creo, está sucediendo o, más bien, consumándose).

El fenómeno político-electoral: Leonel-Danilo: gravitación y relevo

Innegable el fenómeno: la realidad política-electoral de dos liderazgos nacionales en el seno de un mismo partido político -el PLD-, lo cual genera una atipicidad política que habría que ver si ya se perfila –tal hallazgo- para reeditar el círculo de la famosa tesis de los ciclos históricos en la arritmia sociopolítica dominicana: (Heureaux-1882-1999, Trujillo-1930-61, Balaguer, Bosch y Peña Gómez 1961-96), sucediéndose -en el poder y la oposición- continuamente hasta cerrar un ciclo histórico-político-biológico, o si por el contrario, ellos mismos -¿lo harán?-, en un acto de exorcismo histórico-político, cierran lo que se proyecta.

Por supuesto, tal exorcismo político-electoral significaría la interrupción-ruptura -abrupta e intencional- del referido fenómeno de atipicidad de liderazgo que por azar y, en cierta forma, por el antecedente político-pedagógico de Bosch que, dicho sea de paso, hizo factible que el PLD lograra dos hazañas: el relevo político-generacional de Balaguer, Bosch y Peña-Gómez –encarnado en el PLD- y la transición ordenada del liderazgo de Bosch en vida (algo que no logró el PRD ni el PRSC, con relación a sus líderes históricos), en el caso de Leonel Fernández por una coyuntura específica (que luego él –por mérito propio, como dijo Fidel Castro, y dedicación- prolongó; y en el caso de Danilo Medina, porque lo construyó –en mérito propio también- y fraguó en condiciones adversas y tenacidad de acero).
Lo que se cierne o proyecta…

O quizás, la estrategia es otra (un entendimiento –consciente o inconsciente, tal vez, en la línea de aquella tesis que alguna vez levantó José Israel Cuello- de más alcance, más allá de los forcejeos y de los supuestos o reales enfrentamientos) y va por otro rumbo menos perceptible; pero estratégico: la construcción de un partido-cuádruple, es decir, un partido –el PLD- que, en el poder, cede espacio de poder a disímiles fuerzas políticas y franjas de la sociedad civil (en alianzas clásicas y no tan clásicas) en aparente disminución -de sí mismo- pero con la voluntad política-electoral puesta en un puerto-destino que ya se trazó. Lógicamente, tal proyecto-aliento siempre será un arcoíris político-electoral porque lo ideológico-doctrinario –y hace rato- se fue a la porra. No obstante, la gran interrogante es: ¿volverá el país a parir un gran líder y formador de cuadros políticos -como lo fue Juan Bosch- aptos para el ejercicio de la política y el poder; o por el contrario, estamos asistiendo a los últimos coletazos de una otrora prédica política-doctrinaria sin relevo, o peor, al ocaso irreversible de las siglas y al asomo, más temprano que tarde, de lo impredecible -un outsider- o, el caos –el colapso total del sistema de partidos-?

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