Cine de fuerte estilo impresionista. Los personajes flotan en un mar interior, guareciéndose en un pequeño mundo, ausentes –a pota– de la desdicha que les acorrala, van por ahí al borde de un estado de pánico colectivo, atosigados por el peso de las condiciones económicas que se lleva un mundo efectivo. Ya no hay porvenir –nos dice el filme– solamente nos asedia la entelequia de un mundo chirimbolo; esto se hace explícito en la paradigmática última escena. En efecto, el filme es toda ficción, sí, pero se inspira en esa realidad de la mujer norteamericana terroríficamente real, de manera que el filme se ocupa de poner el dedo en esa llaga creada por la (dirigida) crisis económica que se regó por el mundo a mediados de la década pasada. Todos los personajes que vemos viven alquilados en moteles, dándonos una semblanza de a dónde fueron a parar incontables familias estadounidenses como efecto de la crisis hipotecaria de las subprime y su posterior recesión financiera del mundo occidental. De manera que esas tomas de enfoque/desenfoque buscan precisamente darnos el matiz impresionista (no están ahí por accidente), pero hay más: ausencia del negro y las sombras en grises, todo tiene un arcoíris de luz y colores gritones. La historia simple, de un cuasi argumento alejado del tradicional, va mostrando de manera expositiva y episódica las vivencias de estos huidizos personajes, como si de un diario de vida se tratara; esto se manifiesta en los últimos minutos, que es el instante en que la narrativa cambia de registro de una cuasi historia a un drama con ribetes de tragedia, es un momento mágico de interpretación, de actuación primorosa, por supuesto que ese suspense de esa escena es generado también por un modélico montaje en contrapunto con todos los personajes envueltos. Todo el discurso del filme se nos presenta desde la perspectiva de la niña protagonista, como ejemplaridad del mundo que aún es feliz, la felicidad que viven los niños, hasta que el encanto es roto por el mundo adulto. De manera que el director supo mantener un ángulo apropiado con una hacendosa cámara que se pega a sus protagonistas sin perderles ni pie ni pisá. Desentraña así el azaroso mundo de las clases pobres que simplemente jamás van a tener otra cosa que la que viven, quizás alguno salga del marasmo y vaya a vivir, sí, su mundo de Disney, como prototipo del american dream.

H HH HH Género: Drama social . Duración: 112 minutos

Posted in Crítica Cine

Más de cultura

Más leídas de cultura

Las Más leídas