El trabajo doméstico es socialmente invisible, las mujeres que se dedican a él son consideradas como inactivas en censos y en estadísticas, desde siempre.

Por herencia cultural, por elección personal o por cuestiones circunstanciales, en nuestra sociedad hay un gran número amas de casa. Mujeres que entregan su vida al cuidado de su casa y de su familia. Se trata de un trabajo que no tiene horario, ni descripción de puesto, que implica una gran variedad de conocimientos y habilidades y con un insustituible valor social, ya que proporciona bienestar, estabilidad y desarrollo físico y espiritual a cada miembro de la familia.

Ser ama de casa es un trabajo de 24 horas que dura los 365 días del año, que no tiene vacaciones, ni conoce el despido y que requiere saber de todo: ser cocinera, maestra, niñera, entrenadora, guardaespaldas, doctora, secretaria, guardia de la noche y del día…

La carga de trabajo está determinada por la amplitud de la familia, por el tamaño y la ubicación de la vivienda, por el estatus social del que se goce, etc. Además, el horario de mayor trabajo es altamente fluctuante, pero, nunca cesa. Limpiar, planchar, hacer la compra, cuidar de la pareja, de los hijos, tener a punto las comidas, mantener la igualdad y la paz en el entorno… Todo ello sin pestañear. El trabajo de ser ama de casa es tan comprometido que que la mujer, regularmente, deja en un segundo plano su propio cuidado.

En torno al tema, Vanessa Espaillat, psicóloga clínica, terapeuta familiar y de pareja y directora de Continuum, explica que el trabajo que realiza la mujer en el hogar no es valorado en nuestro país, ya que existe una mentalidad machista que degrada esa función tan intensa y desgastante . Dice que en países del primer mundo esa labor es tan valorada que en algunos de ellos, el gobierno les paga a las mujeres hasta seis meses de sueldo cuando dan a luz para que puedan cuidar a sus bebés; y medio sueldo hasta que el niño alcance dos años, para que puedan administrarse durante ese tiempo, cuidando de su hogar y de sus hijos.

Espaillat entiende que el trabajo más importante que realiza la mujer en el hogar es la formación de sus hijos, debido a que tiene que encargarse de sus cuidados para que puedan sentirse amados y queridos, para que aprendan a valorarse a sí mismos. También debe ayudarlos a manejar sus emociones, a que aprendan a resolver conflictos de manera pacífica, a descubrir sus potencialidades y ayudarlos a desarrollarse en un clima afectivo, acompañado de límites claros y sus consecuencias, lo que les permitirá que ellos puedan alcanzar su independencia.

“La mujer ama de casa es una gran administradora, que sabe priorizar las necesidades de su familia y que está atenta a las necesidades de todos los miembros del hogar para que funcione lo mejor posible. También debe encargarse de organizar las finanzas del marido para que el dinero pueda alcanzar para todo y para todos”, explica la especialista.

Espaillat comenta que ser ama de casa, como todo trabajo, si no hay descanso resulta desgastante, por lo que es necesario que la mujer se dedique tiempo a sí misma, realizar sus actividades personales, salir de casa y tener diversión fuera de ésta.

El hombre debe ser el sostén de la mujer

Llevar en orden una casa no es tarea fácil, esto es sabido por todos los matrimonios. Cuentas que pagar, niños que cuidar, quehaceres múltiples y el trabajo permanente, son cosas con las que se debe lidiar a diario. Pero todo resulta mucho más llevadero cuando la responsabilidad en los quehaceres del hogar es compartida. En ese sentido, Espaillat dice que el hombre debe colaborar con la mujer, dividirse las tareas y apoyarse mutuamente. “ Si el marido trabaja fuera del hogar y ella dentro, siempre será necesario que el esposo colabore en la medida de lo posible, con el día a día de su familia y de su casa para que la mujer se sienta valorada y querida”, expresa. Sostiene que es necesario que el hombre forme un equipo con su mujer y que le haga sentir que es importante para él y que reconoce el trabajo que ella realiza dentro de la casa. Debe participar en la crianza de los hijos y en otras tareas, desarrollando de esa manera una masculinidad solidaria y protectora”, comenta. Repartir las tareas no sólo ayudará a terminar más rápido los quehaceres domésticos, sino también a cansarse menos y poder pasar más tiempo juntos. Es necesario considerar las habilidades de cada quien.

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