Se aclara por este medio que la misteriosa risotada que en estos días ha interrumpido el sueño de muchos dominicanos no fue de los recogedores de basura ni de ninguna trulla de borrachos, pues provino de muy lejos. Fue que millones de franceses, asombrados porque un alto burócrata municipal caribeño, para complacer el capricho de una hija dispuso (con fondos públicos, claro) una réplica en pequeño de la torre Eiffel, símbolo exclusivo de París que permaneció más de un año en una plaza de Santo Domingo, capital de un país que, según decires parisinos, inauguró así cómicamente el Cuarto Mundo (que es cien por ciento surrealista).

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