Reelección
Reelección

El balance que la opinión pública ha pasado al discurso del Presidente Medina ante la Asamblea Nacional ha sido más negativo que positivo. En mucho ese resultado neto se deriva del hecho de que hizo silencio en temas de mucha preocupación para la ciudadanía, en particular la corrupción, la minería y los problemas fiscales y de deuda pública. Aunque el discurso debe tratarse principalmente de una rendición de cuentas, también es un espacio que los presidentes, incluyendo el propio Danilo Medina, han usado para plantear posturas y presentar propuestas y planes en temas cruciales. Una parte muy significativa de la opinión pública lee ese silencio como una huida frente a la incomodidad que resulta de no tener respuestas y propuestas. Claramente, éstos y otros pueden ser abordados en otros momentos, pero mientras tanto el mutis le está pasando factura al Presidente.

Pero además, hay una percepción generalizada de que el Presidente presentó un cuadro exageradamente positivo de la gestión de gobierno y desbordadamente optimista sobre la realidad actual y el futuro del país. Y si bien es cierto que es ineludible que el Presidente presente un balance positivo de la gestión y trate de impregnar optimismo a la nación, yerra cuando va demasiado lejos, cuando no reconoce las insatisfacciones de la gente respecto a la situación en la que vive, y respecto a lo que hace o deja de hacer el Estado. Es allí cuando se desconecta de la gente común, y terminan enrostrándole que vive en un país distinto. Eso tiene un costo político. El esfuerzo discursivo por conectar con la gente apelando a los sentimientos como la esperanza terminan chocando con los contenidos fundamentales y abriendo una brecha entre el político y el ciudadano.

Todo lo anterior sucede a pesar de que el discurso cumplió, en sentido estricto con el propósito de rendir cuentas de las ejecutorias de la administración pública, y a pesar de haber tenido al menos un momento muy brillante: el tratamiento de la cuestión fronteriza. Este tema fue magistralmente manejado, con un impecable equilibrio entre apertura al mundo, soberanía, legalidad, derechos humanos, y responsabilidades compartidas frente a la inmigración. Esos elementos planteados por Medina y el equilibrio en que los colocó deben ser los fundamentos generales de una política de fronteras. El escepticismo viene cuando se piensa si ellos se traducirán en políticas de Estado, y si se pondrá voluntad y capacidad de gestión para lograrlo.

En términos económicos, hay ocho puntos que el Presidente mencionó que merecen comentarios específicos.

Crecimiento y estabilidad

El primero es el relacionado con el crecimiento económico. Hay razones para concordar con la satisfacción del Presidente respecto a la expansión económica registrada en 2017. Pero también hay razones para preocuparse y estar alertas. La de 2017 fue una tasa de crecimiento respetable, pero 30% más baja que en 2016, y 35% menor a la media observada entre 2014 y 2016. Las lluvias de septiembre, si bien debieron haber tenido un impacto negativo en el crecimiento del PIB, difícilmente explican diferencias tan grandes como esas.

Como ya ha sido discutido públicamente, si ese desempeño se prolonga en los próximos años, tal como se espera, específicamente, si la tasa de crecimiento no supera el rango de 5.0%-5.5%, ello supondría ganancias sociales (p.e. disminución de la pobreza y del desempleo, incremento de ingresos de las personas pobres) pequeñas o nulas. El Presidente y el gobierno deben reconocer eso, preparar respuestas.

Segundo, el Presidente se jactó de la estabilidad que exhibieron los precios y el tipo de cambio. Sin dudas, la estabilidad genera un entorno que puede propiciar crecimiento, en particular porque ofrece certidumbre y facilita las inversiones. Sin embargo, eso no sale gratis. Estamos pagando un costo enorme porque para lograr eso, el Banco Central se ha estado endeudando a un ritmo muy elevado con el fin de mantener la liquidez de la economía bajo control. El resultado es tasas de interés significativamente más elevadas, y una menor inversión y menos empleo de lo que pudiera haber sido. Y encima de eso, el fisco no le está ayudando al Banco Central con las transferencias a las cuales está obligado, lo cual tuvo que haberle empujado al Banco a ser más agresivo en el mercado captando dinero. Sobre eso hay que hablarle a la nación de frente.

Inversión extranjera y crédito al sector privado

Tercero, Danilo Medina también presumió del nivel que alcanzó la inversión extranjera directa en 2017, que superó el de 2016 en un 48%. Su argumento fue que eso muestra que los inversionistas tienen confianza en el futuro del país. Pero cuando la inversión se descompone por destino, se advierte que una importante proporción de ella no se trata de creación de nuevas capacidades productivas sino de compra de activos (empresas) ya existentes, varias de ellas ubicadas en sectores oligopólicos y con beneficios asegurados. También se trata de adquisición de bienes raíces o de inversiones en el comercio, con escasos impactos en la productividad general de la economía. Así que esos números debemos tomarlos con mucho más precaución de lo que el Presidente quisiera.

Cuarto, en este y otros discursos, ha enfatizado sobre el incremento que durante su gestión ha mostrado el flujo de crédito hacia el sector privado. Pero la verdad es que las cifras globales de 2017 no son impresionantes. De hecho, el año pasado creció menos que en 2016, y el crédito específicamente dirigido a los sectores productivos creció un 30% menos. Eso es consistente con la moderación del crecimiento económico.

Esto, sin embargo, no desmerita el esfuerzo que ha hecho la administración por mejorar el acceso al crédito de la pequeña producción urbana y rural a través de instituciones crediticias públicas, así como el apoyo que ofrece el Viceministerio de Fomento a la Pequeña y Mediana Empresa a través de programas de fomento. Esto, de lo cual el Presidente se enorgullece mucho, merece ser continuado y profundizado.

Empleos y salarios

Quinto, el Presidente Medina continúa presumiendo de la generación de empleos diciendo que se están creando algo más de 100 mil empleos por año. Pero como ya ha sido harto demostrado, ese número de empleos creados apenas impacta a la tasa de desempleo porque precisamente unas 100 mil personas entran anualmente al mercado de trabajo. Es por eso que la tasa de desocupación ampliada, que es la que hay que usar para medir la situación del empleo, ha bajado poco, a pesar del alto crecimiento económico de los últimos años. Que el Presidente y las autoridades en general sigan insistiendo en ello ya ofende la inteligencia de muchos. Lo que hay que preguntarse es porqué tanto crecimiento genera tan poco empleo y qué se puede hacer para que sea distinto.

Sexto, Danilo Medina tiene razón que en los últimos años, las remuneraciones laborales medias han crecido. El contexto de crecimiento ha ofrecido algún apoyo a eso, pero también que el gobierno ha adoptado una postura activa en el Comité Nacional de Salarios, empujando por incrementos más elevados en los salarios mínimos. Los incrementos de algunos salarios en el sector público también debieron haber hecho alguna contribución en esa dirección.

Turismo y exportaciones

Séptimo, tiene razón Medina en sentirse satisfecho con el desempeño del turismo. La recuperación de la economía mundial ha ayudado, así como las dificultades políticas que sufren algunos destinos que compiten con el país. Pero también lo ha hecho el esfuerzo nacional de promoción en el exterior y la habilitación de la terminal de cruceros en Puerto Plata. Esto ha hecho incrementar los arribos de forma significativa y merece reconocimiento.

Pero igualmente hay que advertir que aunque impulse mucho los números y tenga un efecto relevante en los puntos de llegada, el turismo de cruceros no es precisamente el rumbo principal que debería tomar la diversificación turística en el país. El impacto de ese turismo es relativamente bajo, y aunque complementa la oferta, la apuesta debería ser por un turismo de mayor duración y mayor gasto interno que el que tenemos actualmente.

Octavo, la verdad es que la vanagloriosa mención de que las exportaciones superaron los 10 mil millones de dólares merece un “¿Pero usted está relajando?”. La cifra es cierta, pero hay poco de que estar orgullosos en materia de exportaciones. El crecimiento en 2017 probablemente terminará siendo de sólo 4% (las cifras del último trimestre no han sido publicadas), lo que implicaría un crecimiento real (descontando la inflación) de menos de 2%, y esa cifra será apenas un poco superior a la registrada en 2015. Es precisamente por ese pobre comportamiento que el propio Presidente declaró 2018, con mucha razón, como el año de fomento de las exportaciones, reconociendo que por ese lado flaqueamos terriblemente, y que si no hacemos algo, toda la economía terminará comprometida.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas