El presidente de la República rindió cuentas ayer ante la Asamblea Nacional, al país. Siempre los discursos de los mandatarios son esperados, y este no sería la excepción. Se generan expectativas acerca de lo que podría anunciar, aunque la formalidad es el informe de los resultados de la gestión del año anterior.

El presidente Danilo Medina tuvo el sentido de no someter a las audiencias a una retahíla de realizaciones, y para obviarlo presentó un listado que el gobierno publicó en los medios de comunicación donde se enumeran dichas realizaciones.

Entonces se centró en la pieza, que si bien cita algunos de sus más importantes proyectos y obras, puede caracterizarse como una manifestación entusiasta acerca del futuro dominicano y las oportunidades que tenemos para avanzar en la dirección deseada en la búsqueda del progreso social y económico.

En esa perspectiva, su llamado a la unidad nacional para construir un mejor futuro tiene sentido, afirmado en tres ejes clave: la convivencia sobre la base del respeto a las diferencias y poniendo en primer plano el bien común; la unidad nacional para avanzar estimulados en energías y capacidades constructivas, y llenar de humanidad la espiritualidad criolla: mirar siempre el entorno “con los ojos del corazón”.

Fue un discurso inspirador, estimulante y esperanzador, escrito con claridad para todo público y con aparente sinceridad. Obviamente, con todo el sentido político del mundo: “…Y sabemos ahora, después de más de cinco años de trabajo intenso y planificado, que aún nos queda mucho por hacer”. Prometiéndose a seguidas que no va a parar y mucho menos a bajar el ritmo en su compromiso con el país.

La pieza fue marcada por dos momentos estelares: el inicio y la parte final, concebida para generar una impresión positiva desde el comienzo y un cierre magistral: la convocatoria al país a avanzar juntos con el 2018 por delante, como un año de grandes realizaciones que de inmediato enumeró.

Tuvo el aserto de no prometer nuevas obras que fueran mucho más allá del período que agota, pero se comprometió a no parar en su empeño por servir a los dominicanos.

Estimulante discurso que sin embargo obvió el reto de una nueva fiscalidad para la financiación pública y las implicaciones de la imparable deuda.

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