Reflexiones y esperanzas

El mensaje del mes de la patria de la iglesia Católica este año llegó en un estilo diferente, con una línea analítica mediante la cual trata de persuadir a los dominicanos sobre la necesidad de actuar según nobles valores precisamente contenidos en la Constitución, los cuales debemos honrar con obligación ciudadana y patriótica.

El mensaje del mes de la patria de la iglesia Católica este año llegó en un estilo diferente, con una línea analítica mediante la cual trata de persuadir a los dominicanos sobre la necesidad de actuar según nobles valores precisamente contenidos en la Constitución, los cuales debemos honrar con obligación ciudadana y patriótica.

Sin desentenderse de la perspectiva de la fe, se afirma en doce valores universales que recoge la Carta Magna y que deberían materializarse en la conducta de los dominicanos.

Obviamente, no deja de señalar las taras que impiden avanzar, esas zonas oscuras que no superamos y que hacen pensar que la vida criolla suele ser circular, con pasitos hacia adelante para luego regresar al mismo punto.

Sin embargo, no renuncia a la fe y a la esperanza, a ver la vida nacional con un sentido de optimismo, en la óptica de que seremos mejores, y al efecto identifica señales que permiten entender que en la pasta nacional están dadas las condiciones para alcanzar las grandes metas que encarnan esos valores que todos deberíamos practicar.

Es gratificante que la iglesia no se levante esta vez sólo con el látigo para castigar. Identifica las fuentes donde podemos abrevar para cambiar actitudes y comportamientos destructivos. No tenemos que ir demasiado lejos. Están ahí en la Carta Fundamental a la que todos debemos acudir para ajustarnos.

Valores como la dignidad humana, la libertad, la igualdad, el imperio de la ley, la justicia, la solidaridad, la convivencia fraterna, bienestar social, el equilibrio ecológico, el progreso, la paz, la unidad de la Nación, que si nos sometiéramos a su imperio, gobernantes y gobernados, seríamos un país mejor.

Con la fuerza de esos valores, unida a cualidades del dominicano, como la alegría, la hospitalidad, la capacidad de lucha, la dedicación al trabajo, la honradez, la familia y una educación sana en el más amplio sentido, potenciaríamos un mañana mejor.

Ese es el optimismo por el que aboga la iglesia Católica en su mensaje del 27 de Febrero, tan necesario para liberarnos de las sombras que amenazan el porvenir.

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